El suicidio es desde 2021 la primera causa de muerte entre los jóvenes (15 – 29 años). De los 3.941 suicidios registrados en España en 2020, 300 (7,61%) estaban en la franja de edad de los jóvenes.
Este aumento de suicidios se puede achacar a la pandemia, pero, ¿realmente es por culpa del confinamiento y de la situación procedente de este?
La situación es la siguiente. El capitalismo, en su afán de máxima producción, máximos beneficios, mínimos costes, ha desbocado la creación de empleos basura. Estos empleos son contratos a media jornada, temporales, muchas veces sin contrato ni alta en la Seguridad Social, con sueldos paupérrimos, y con unas condiciones laborales que los sindicatos amarillistas al servicio de la patronal (CCOO y UGT) no son capaces (o no les interesa) hacer frente. ¿A qué lleva esto? A que los jóvenes trabajen como auténticos esclavos. La pata izquierda del régimen, los oportunistas y reformistas de PODEMOS/IU/PCE, se cuelgan las medallas de la creación de empleo y del aumento de los contratos indefinidos. Es cierto que han aumentado los contratos indefinidos, pero, ¿por qué se oculta que la mayoría de esos contratos son fijos discontinuos que suponen una enorme precariedad? ¿Por qué no mencionamos los periodos de prueba que no todo el mundo consigue pasar, y no precisamente por falta de conocimientos o destreza, sino porque se usan esos periodos para crear trabajos temporales? Numerosos trabajadores están acumulando contratos indefinidos en escasos meses, porque antes de que finalice el periodo de prueba, y una vez ya no les es útil a la empresa, le echan. Tener contrato indefinido no es garantía de nada.
Por tanto, la inestabilidad laboral lleva a nuestros jóvenes a la frustración, a la falta de expectativas, ¡de ganas de vivir! Muchos tienen que seguir en casa de sus padres ante la falta de recursos para poder emanciparse, y los que lo logran, lo hacen en un piso compartido, donde pagan por una habitación lo mismo que hace unos años costaba un piso completo. Y así, estos jóvenes van creciendo, y las esperanzas de encontrar una vida estable, social y laboralmente, se esfuman. ¿Qué nos queda? Jóvenes y adultos que no ven salida a sus vidas, y mucho antes de recurrir al suicidio, pasan previamente por la etapa de las drogas, ya sea alcohol, las mal denomiandas drogas blandas (tabaco y canabis) y las duras (cocaína, heroína…). ¿A qué nos lleva esto? A una población adormecida, enajenada, desposeída de toda capacidad de conciencia y de lucha, de toda capacidad de conseguir salir adelante. A estas drogas podríamos sumar las casas de apuestas, donde los jóvenes, a pesar de los escuálidos intentos del oportunista Garzón por alejarlas de los jóvenes, siguen siendo un lugar de reunión de estos, donde pierden el poco dinero que consiguen ganar en sus precarios trabajos, cuando no se lo quitan a sus padres o lo roban o consiguen de cualquier otra forma. Se endeudan y de nuevo, caen -si no habían caído ya- en otras drogas diferentes a la ludopatía.
Pero esto no es nada nuevo. Podríamos remontarnos a la España de los años 80, cuando los jóvenes, rebeldes e inconformistas, se levantaron contra el gobierno del fascista Felipe González en las huelgas estudiantiles de 1986 y 1987. ¿Dónde acabaron aquellos jóvenes rebeldes? En la heroína, al verse frustrados sus anhelos de conseguir una mejor situación para la clase obrera en general y para la juventud en particular.
Pasemos a analizar el sistema sanitario del Estado español, y más en concreto el ala de psiquiatría. La Sanidad Pública no cuenta con suficientes profesionales, y aún menos profesionales psicólogos y psiquiatras. Esto se traduce en un encarecimiento de la salud mental de la población. No sólo hay escasez de psicólogos y psiquiatras, sino que la atención que pueden ofrecer en las consultas de la Psicología Pública no son de calidad debido a la gran saturación del sistema sanitario, lo que lleva a muchos psiquiatras a limitarse a ofrecer medicación a los pacientes; a eso se limitan. ¿Qué diferencia hay entre esas medicinas, mayoritariamente calmantes, antidepresivos -que aturden, que adormecen para que no sufras- y las drogas? Ninguna. Ambas son sustancias -unas legales y otras ilegales- que adormecen, que nublan la conciencia y matan cualquier mínimo despertar de la personalidad. También mencionar que estos profesionales, al trabajar para la Seguridad Social, reciben una remuneración poco justificada, lo cual redunda en la motivación en su trabajo, como ocurre con todos los obreros, sean del ramo que sean.
Volviendo al suicidio en los jóvenes, el estigma que se crea en torno a la salud mental, es muy grave. El miedo que la gente, joven y no tan joven, siente de abrirse, de mostrarse como alguien depresivo, les lleva a una frustración, a un encierro en sí mismos, que agrava su situación por no verse capaces de expresarse, de desahogarse. Y si lo extrapolamos al ámbito laboral, la cosa se recrudece, pues los trabajadores que padecen depresión, causada o no por el propio trabajo, son considerados unos débiles, unos vagos que no quieren trabajar y que se valen de la ridícula paga que reciben de la Seguridad Social estando de baja. A esto se suma el acoso de las mutuas, pagadas por las propias empresas para perseguir a estos trabajadores, que lo último que necesitan es que semana tras semana estas carroñeras empresas estén detrás de ellos intentando conseguir algo que saque a los trabajadores del limbo que supone la baja y que a la empresa le cuesta en función de pagar la cotización.
¿Qué solución proponemos los comunistas? ¡La consecución del Estado por parte del proletariado, que lo ponga a servicio propio, y esto incluye una Sanidad que esté controlada por la dictadura del proletariado, y no por la del capital que, mediante empresas privadas, gestiona y se enriquece con nuestra salud!
La construcción de ese Estado socialista en manos de los obreros pasa por la unificación de todas las luchas de la clase obrera en una única lucha de clases contra el capitalismo y su Estado.
COMITÉ PROVINCIAL DE CIUDAD REAL
DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)
Uma análise absolutamente correcta da situação da juventude sob sistema capitalista e genocida.
O caminho apontado, está correcto, e é a unica saída para a juventude, e para o proletariado em geral.
Estão agora criadas as condições objectivas, para instaurar o regime comunista contra o regime assassino do capitalismo e do imperialismo.
Morte ao PUTEDO do capital!
Muito bem, José Lopes, assino por baixo.