Ivette Fernández.— La política de aislamiento aplicada contra Moscú por Occidente tiene resultados evidentemente asimétricos en uno y otro lado del océano Atlántico, y pareciera que aún tienen margen para agrandarse.
Así, cuando en el denominado Viejo Continente ocurren numerosas protestas por el aumento de los bienes de consumo y el alto costo de la calefacción, en la nación norteamericana llueven los dólares del gas que paga el bloque comunitario y el de las armas destinadas a Kiev.
El sector petrolero estadounidense constituye apenas una muestra de cuan beneficioso es el conflicto para algunos sectores del gigante norteño.
La empresa Exxon Mobil, por ejemplo, notificó sus ganancias más altas hasta la fecha con 19 mil 700 millones de dólares durante el tercer trimestre del año, casi dos mil millones más que lo registrado en el lapso de abril a junio, y cuatro mil millones por encima de los pronósticos.
Según difundió, el aumento de los ingresos se debió en gran medida al incremento de las exportaciones de gas natural licuado (GNL), cuya demanda europea aumentó después de que la agrupación regional limitara las importaciones rusas a causa de un paquete de sanciones.
Chevron superó igualmente las expectativas, al recaudar 11 mil 200 millones de dólares en el periodo entre julio y septiembre, lo que devino en el mejor segundo trimestre de su historia.
Sin embargo, ahí no para la historia.
Por ejemplo, las ganancias netas de Lockheed Martin, la compañía multinacional de producciones militares, fueron de mil 800 millones de dólares en el tercer trimestre de 2022, en comparación con los 614 millones en idéntico periodo del pasado año, divulgó la compañía.
El efectivo de las operaciones fue de tres mil 100 millones de dólares en el lapso de julio a septiembre de este año, frente a los mil 900 millones en el mismo trimestre del calendario anterior, según divulgó su director ejecutivo, Jim Taiclet.
Por la creciente demanda que experimenta, la empresa planea una expansión de sus instalaciones en Arkansas, y está lista para incrementar la fabricación de los sistemas de lanzamisiles múltiples (Himars) a 96 al año, por encima de su nivel actual de 60.
Todo eso, mientras los líderes europeos intentan convencer a los ciudadanos acerca de la necesidad de soportar estoicamente una dura etapa de austeridad.
¿REDUCCIÓN DE LA INFLACIÓN O COMPETENCIA DESLEAL?
Pese al panorama descrito, una nueva contradicción parece emerger entre ambos aliados, y se trata nada menos que de la Ley para la Reducción de la Inflación de Estados Unidos, aprobada en agosto pasado por el Congreso.
La norma, entre otras cuestiones, aspira recaudar 739 mil millones de dólares y reducir así el déficit fiscal de la nación, prevé un gasto de más de 430 mil millones de dólares para disminuir las emisiones de carbono, extiende los subsidios para el seguro médico y busca el establecimiento de un impuesto mínimo del 15 por ciento a las corporaciones.
Tan entusiasmado está el presidente Joe Biden de la legislación que hasta habló de ella en la 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Egipto, como un ejemplo de lo que hará su país en favor de las fuentes renovables de energía.
Sin embargo, uno de los aspectos más preocupantes para Bruselas es el apartado referido al favorecimiento a las empresas locales a través de subsidios que, según manifiestan varios políticos de la Unión Europea, discriminará injustamente a los consorcios que quieran competir por los contratos. “Nadie quiere entrar en una carrera de ojo por ojo o de subsidio. Pero lo que hizo Estados Unidos realmente no es coherente con los principios del libre comercio y la competencia leal”, dijo recientemente el ministro de Comercio irlandés, Leo Varadkar.
Por su parte, el vicepresidente de la Comisión de la Unión Europea (UE), Valdis Dombrovskis, reclamó reciprocidad en materia de comercio entre ambas partes.
“Queremos y esperamos que las empresas y las exportaciones europeas sean tratadas de la misma manera en los Estados Unidos que las empresas y las exportaciones estadounidenses son tratadas en Europa”, declaró.
Las disputas comerciales no son una cuestión nueva en las relaciones transatlánticas, en cuya historia descuellan las peleas por los subsidios a las compañías aéreas, y las exportaciones de acero y aluminio.
El desencuentro más reciente viene dado ahora por los tintes proteccionistas de la nueva ley que, por ejemplo, favorece a los compradores de autos eléctricos con un crédito fiscal de hasta siete mil 500 dólares, siempre y cuando el vehículo funcione con una batería construida en América del Norte con minerales extraídos o reciclados allí.
Casi de manera unánime, en Europa se cree que la medida es una posible barrera comercial, pese a que un vocero del representante comercial estadounidense, Adam Hodge, alegó que la intención es impulsar los ingresos nacionales, cumplir con los objetivos de energía limpia, crear empleos y reducir la dependencia de China.
Incluso Emmanuel Macron, presidente de Francia, lideró la carga contra su homólogo norteamericano, al acusar a Washington de mantener un “doble rasero” en materia de energía y comercio.
La sensación de frustración del grupo de los 27 parece coincidir con la visión dada al respecto por Nicholas Vinocur, columnista de Politico Europe.
“Una vez más, el Estados Unidos de Biden está velando por sus intereses, mientras que la UE se queja de las señales perdidas, los sentimientos heridos y las prácticas injustas”, escribió.
Los europeos están descubriendo, añadió, que la guerra de Ucrania es solo una faceta del duelo estratégico más amplio de Estados Unidos contra China, que siempre tendrá prioridad sobre los intereses de la UE.
“Eso fue cierto bajo Donald Trump (2017-2021), y sigue siendo cierto bajo su sucesor. Es solo que el mensaje se entrega en un estilo diferente. A la larga, la educada indiferencia de Biden puede resultar más letal”, opinó.
ALIADOS PESE A TODO
Si bien no hay ningún indicio de que la alianza entre europeos y estadounidenses vaya a quebrarse en torno a Rusia, tampoco puede negarse cómo crece la presión sobre los gobiernos del bloque comunitario por parte de la ciudadanía que quiere una solución rápida a la crisis energética.
A propósito, el diario Politico alertó que Washington teme perder el apoyo del bloque en la postura adoptada contra Moscú.
Según la fuente, algunos funcionarios de la nación norteña en Europa emitieron advertencias internas a sus colegas de que algunos países están cada vez más enojados por el resultado de las sanciones y culpan a Estados Unidos por el aumento de los costos.
Ese sentimiento podría ejercer presión sobre los líderes europeos para que retiren el apoyo a la política aislacionista contra la nación eslava, dijeron en informes internos que circularon en días recientes y vistos por la fuente noticiosa.
Añadió que las preocupaciones acarrean una oleada de llamadas entre los principales funcionarios estadounidenses de la administración sobre cómo mantener a los dignatarios europeos alineados con la estrategia de Washington.
Que el bloque comunitario debe mantenerse rígido en su postura aunque esté al borde del colapso económico es un criterio también defendido por el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg.
Occidente debe continuar brindando ayuda a Ucrania, tanto militar como financiera, aunque eso agote a Europa debido a los altos costos en los que incurre, expresó recientemente. Sin embargo, la cuestión radica en unos muy desiguales dividendos que traen frío e incertidumbre para unos, mientras proporciona dólares y clientes para otros.