Juan Luis Corbacho.— Ver las estadísticas de accidentes de trabajo asusta y encoraja: 84 muertos más que el año pasado de enero a septiembre, 623 muertos a fecha 30 de septiembre de 2022 [1], 6.781 en los últimos 10 años.
Obviamente, las provincias donde más muertos hay son aquellas en las que más población vive, pero llaman la atención los accidentes mortales en Murcia y Pontevedra, que se colocan en 3º y 5º lugar de ese dudoso ranking.
La región murciana, con 1.518.486 habitantes (datos de 2021), tiene más muertos que la provincia de Valencia, que tiene 2.541.000 habitantes. Y Pontevedra, con 942.000 habitantes, lleva 29.
Los porcentajes son escandalosos. C.A. Murcia: 34 muertos, 2,24 por mil habitantes; Pontevedra: 3,07 por mil habitantes.
Si reducimos a la población activa, el número prácticamente se duplica. Murcia tiene una población activa de 749.000 personas y el número de afiliados a la Seguridad Social es de 603.056. Y Pontevedra 432.000 personas activas, de las cuales 356.984 estaban afiliadas a la Seguridad Social en septiembre 2022.
Con estos datos, acudiendo a las personas que están efectivamente trabajando, los índices serían los siguientes: Región de Murcia: 5,64 muertos en accidente por cada mil trabajadores; Pontevedra: 8,12 muertos en accidente por cada mil trabajadores.
Nada en contra de estas comunidades o provincias, el tomarlas como ejemplo es sólo por la incidencia respecto a un número de afiliados relevante. Obviamente, un solo accidente mortal en una provincia con poca población desvirtuaría el porcentaje, pero es que en el caso de los dos ejemplos tomados, los números absolutos de fallecidos copan la triste estadística nacional.
Otro tema a tratar son los sectores donde se producen estos accidentes. La peligrosidad de algunos sectores es mucho más alta que en otros; no hay que obviarlo, aunque las nóminas a fin de mes no reflejen esa peligrosidad más que de forma testimonial. No existe el riesgo “0”, es verdad; pero de ahí a lo que se vive hay un trecho que el capital no va a cerrar porque no le interesa.
Siguiendo con nuestra triste estadística, extraña cómo el sector con más accidentes mortales sea el supuestamente inicuo sector de servicios; pero volvemos a la trampa de los números absolutos, porque la incidencia porcentual más alta se la vuelven a llevar los sectores agrarios y el sector de la construcción. Da igual en qué comunidad autónoma o año leas esto.
Se unen los exponentes principales del sistema capitalista: a mayor cantidad de esfuerzo físico, menor salario y, por ende, menores condiciones de seguridad laboral. Son los parias entre los parias. ¡Terrible!
Y da igual qué partido del capital gobierne u obtenga más apoyos. En la Región de Murcia, Vox fue el partido más votado en las elecciones de 2021 y en Pontevedra fue el PSOE.
El capital, en su tan ansiada recuperación de la tasa de ganancia, rompe sus propias reglas, sus propias leyes con las que obtiene el máximo beneficio. Casos como el ocurrido en Lorca (Región de Murcia), donde un jornalero “en situación irregular” fue abandonado en la puerta de un centro de salud en 2020, no pierden actualidad cuando a fecha de hoy aún se está investigando la desaparición de otros dos jornaleros en Villacarrillo, de la provincia de Jaén (Andalucía), cuyos hechos se remontan a 2013 y 2021 y en cuyo caso se podría tratarse de homicidios. En septiembre de 2022 otro inmigrante sin papeles murió en Valencia.
¿Y en Pontevedra? Pues la pesca, ese sector que cada año se lleva a tantos trabajadores, pero que están incluidos en las estadísticas del sector agrario. Así, el índice de Pontevedra devendría en puntual, puesto que en un solo naufragio (el «Villa de Pitanxo») murieron 9 tripulantes en 2021, y 12 desaparecieron (se los considera igualmente muertos a los 8 días de no haberse recuperado sus cuerpos). Y decimos devendría porque en 2020 el número de fallecidos en accidente de trabajo en Pontevedra fue de 22, copando de nuevo los primeros puestos.
Lejos de la imagen que la socialdemocracia nos da de los “honrados” emprendedores, la imagen del capital español se describe con un perfil de empresariado explotador, esclavista, inútil en todos los sentidos, incapaces de rentabilizar “sus negocios” sin incumplir las mismas normas que el capital establece.
Frente a la barbarie capitalista no hay más opción que acudir a la revolución socialista. La vida de la clase obrera está por encima de la ganancia del capital. Desaparecido el capital, desaparecerán los accidentes mortales ligados a la explotación laboral.
[1] Fuente: Ministerio de Trabajo y Economía Social: https://www.mites.gob.es/estadisticas/eat/welcome.htm