Gandalf en Israel

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A primeros de 2015, con apenas veinte años, Ilya Samoilenko abandonó los estudios de historia en su Kiev natal. Decidió entonces dar el paso de incorporarse al Regimiento Azov, donde llegaría a ser conocido con el sobrenombre de Gandalf.

 

Tras pasar por un campo de entrenamiento con una “organización civil”, y gracias a sus habilidades como tirador, Samoilenko se convirtió pronto en instructor, un papel que cumplió desde finales de enero de 2015 hasta noviembre de ese año. Se incorporó con posterioridad al frente en el que participó en varias acciones de combate. Las fuentes le sitúan en Marinka (en las afueras de Donetsk), por entonces defendida por Azov, así como en Travneve, en el arco de Svetlodarsk. A pesar de los acuerdos de Minsk, y del seguimiento de la OSCE, las salidas de “combate” se mantendrían en 2016 y 2017.

En diciembre de 2017, cuando manejaba la mina que él mismo estaba instalando, ésta explotó cuando se inició un bombardeo de artillería. Samoilenko perdió la palma de la mano, a lo largo de la articulación de la muñeca, además de sufrir heridas de distinta consideración en la pierna izquierda, el cuello, la cara y el ojo. Tras un relativamente largo periodo de recuperación y rehabilitación, volvió a reintegrarse en agosto de 2018 al Regimiento Azov.

En algunas entrevistas publicadas en septiembre de 2019, tanto en la web Chernoborka como en 24tv.ua, Samoilenko ofrecía algunas pistas para entender los motivos de la vuelta al ejército, así como sobre su filosofía política y la del Regimiento Azov. Según su relato, y a pesar del accidente, se mantuvo en la unidad porque no logró alcanzar las metas personales que se propuso al incorporarse a ella: “Poner fin a la guerra”, lo que en su versión no significa una apuesta por la paz, sino su imposición por medio de la victoria en la guerra. Afirmaba por ello que “Si diplomáticos no muy hábiles acuerdan algún tipo de paz, entonces todos nosotros, los militares, nos quedamos con dos palmos de narices. Porque luchamos aquí, derramamos sangre, morimos”. Preguntado si el objetivo era entrar en Crimea, Donetsk y Lugansk, Gandalf respondía sin dudar: “Este es el objetivo principal. Tanto el mío como el del regimiento … una decisión por la fuerza”. Actualmente, ese objetivo coincide con el marcado por Volodymyr Zelensky, que lo califica de “paz justa”.

En cuanto a su apuesta por Azov, la respuesta era igualmente inequívoca: “El regimiento es la unidad más motivada con soldados bien entrenados. Y eso es todo lo que necesitamos para tener éxito militar … preparación y motivación. El resto es asunto personal de cada cual”.  Respecto a la estabilidad y continuidad militar de Azov, insistía en la motivación y en “la idea [que] mueve a una persona desde dentro. ¿Está a favor del nacionalismo ucraniano? Lo tenemos. ¿Por el militarismo ucraniano? Y lo tenemos de nuevo”. Porque, para Samoilenko, la expresión de la voluntad de pertenencia a la ciudadanía se expresa en el compromiso con el servicio militar.

Respecto a la ideología del Regimiento, Samoilenko señalaba en 2019 que en Azov “tenemos una idea, no una ideología”. Después de recalcar que los miembros del regimiento son diferentes, con diferentes visiones del mundo, precisaba lo que los unía: “todos están unidos por la fe y el objetivo de defender la soberanía de Ucrania. Por el método de la fuerza”. Así, “como militar”, sostenía entonces que “la ofensiva y las hostilidades nos devolverán los territorios ocupados. No creas que sea posible hablar de nada con Putin y los terroristas”.

Oficialmente, no tenemos símbolos nazis. Aunque a veces el símbolo del regimiento «Idea de la Nación» a menudo se confunde con éstos. No negamos que el batallón es de derechas y patriótico, que la mayoría de los chicos son nacionalistas ucranianos. Y el hecho de que muchas personas tengan tatuajes en el cuerpo…es un asunto personal”, continuaba. Una argumentación que sin duda recogía las enseñanzas recibidas en la escuela de oficiales de Azov, impulsada por Giorgi Kuparashvili. Con el propósito de la distracción.

Contando sin duda con el apoyo de Prokopenko y Kuparashvili, Gandalf ascendió rápidamente en los rangos de Azov. En 2020 ocupaba el puesto de subcomandante de la 1ª Compañía del 2º Batallón de Azov, un puesto al que no podría haber accedido sin contar con ese tipo de apoyo. Durante el ataque ruso a Mariupol de 2022, se le situaba como oficial de inteligencia, con el rango de teniente de la Guardia Nacional, en el cuartel general de Azov en la ciudad. Tras el propio Prokopenko, Samoilenko era el segundo hombre con mayor poder militar en los momentos finales de Azovstal.

Era un momento en el que la versión del nacionalismo de Azov tenía que empezar a refinarse, en línea con las nuevas corrientes revisionistas, necesarias para dar respetabilidad a la unidad impulsada por Biletsky. En una entrevista a kavkazr.com, difundida el 5 de abril de 2022, a la pregunta de si era nacionalista, Samoilenko respondía: “Sí definitivamente. Y quiero llamar su atención sobre el hecho de que los nacionalistas de Azov ahora están luchando contra los Nazis de la horda rusa. Nuestras principales ideas y puntos de vista son: protección de la integridad territorial de Ucrania; respeto y conocimiento de su historia, cultura, tradiciones; por supuesto, conocimiento y respeto por el idioma ucraniano (aunque la mayoría de las personas de Azov son hablantes de ruso)”. Y, en un afán de acercamiento a las posiciones políticamente correctas, argumentaba que “Un nacionalista se diferencia de un nazi en que coloca en alto a su nación, sin menospreciar a los demás y sin querer esclavizar los territorios de otros estados. Nos protegemos, pero no atacamos a los demás”.

Una posición cuya limitada coherencia quedaba resaltada al valorar a los conciudadanos de Donbass a los que combatía desde 2015 de forma implacable: “Ellos [los hombres de Kadyrov] no tienen mucha prisa por pelear. Al igual que los rusos, por cierto, enviando traidores por delante como carne de cañón, el ejército de las llamadas «repúblicas».

Estas declaraciones de Samoilenko constituían en cualquier caso un último desarrollo de su visión del nacionalismo ucraniano. No muy lejos en el tiempo quedaba la huella de la visita realizada por algunos periodistas checos a las instalaciones de Azov en 2017, reflejada en diversos artículos entre mayo y junio de ese año, publicados por distintos medios como De Standaard o Reportér. En esa visita, uno de los interlocutores era Gandalf, al que se presentaba como uno de los mejores tiradores del grupo, o directamente el mejor. «Entrenamos regularmente y duro, después de todo, somos la élite del ejército ucraniano«, decía un barbudo Gandalf que no oculta su gusto por las armas. Aprecia “su imagen dura” se dice en artículo del Standaard que continúa: “Me da una lección sobre la historia de Ucrania que debería dejar en claro que los rusos no tienen nada que decir en el este de este país. Hay dos emblemas en su chaleco antibalas: uno de Juego de Tronos y otro de los nazis. “Me gusta recrear”, dice. “Solíamos imitar a los nazis, el emblema data de entonces”.

Cuando se le preguntó por el simbolismo hitleriano, de acuerdo con lo recogido por Reportér, “Gandalf simplemente sonrió y me despidió explicando que antes de la guerra, él y sus amigos participaron en recreaciones de las batallas de la Segunda Guerra Mundial. A favor de los alemanes”. Más adelante, el artículo volvía sobre el pensamiento de Gandalf: «No creo en ningún holocausto, esas son solo historias«.

Tras la rendición en Azovstal y algunos meses de reclusión en Rusia, en condiciones de aislamiento, aunque sin torturas ni condiciones de estancia muy difíciles, según sus propias declaraciones, Samoilenko formó parte del contingente de Azov que fue liberado en un intercambio de prisioneros el 21 de septiembre por la Federación Rusa.

En una rueda de prensa del Regimiento Azov, celebrada el 6 de octubre, Samoilenko compareció junto a otros miembros de la unidad, incluyendo su actual comandante, Nikita Nadtochi. En la rueda de prensa fue presentado como subcomandante de Azov para recursos humanos, uno de los puestos altos de la escala de mando del Regimiento.

La dura experiencia personal no ha hecho cambiar de opinión a un Gandalf que se muestra dispuesto a volver al frente. En algunas declaraciones de ese mismo mes de octubre, Samoilenko insistía en la inevitabilidad de la guerra: “La guerra es un fenómeno negativo, pero para los ucranianos es un crisol en el que templamos el acero. Deshabilitamos el miedo desde el comienzo de la invasión a gran escala. Y ahora el lema de Ucrania es el coraje”.

En otras de esas declaraciones se alegraba de la escala de destrucción infligida al enemigo que le liberó: “Me alegré de la cantidad de ocupantes destruidos, del equipo enemigo destruido. Mis predicciones eran más modestas… Espero que … procedamos a una contraofensiva en todas las direcciones”.

Respecto al futuro de Mariupol, señala que, como soldado, “veo el regreso militar de Mariupol. Si yo fuera diplomático, hablaría de opciones diplomáticas. Pero no en nuestro caso. Rusia es un estado terrorista, y no habrá negociaciones en otros términos que no sean los nuestros, y que no sean la capitulación final de Rusia. Tenemos un objetivo: la victoria en la guerra. Ni siquiera lo diré así: tenemos una amenaza que necesita ser eliminada. Eso es lo importante. Rusia es una amenaza para nosotros… El objetivo de los rusos en esta guerra no es la captura de territorios, ni la mítica «desnazificación», «desmilitarización», ni la captura de los recursos, las personas ucranianas. Solo quieren eliminarnos”. Y concluía con la siguiente afirmación: “aparte de estereotipos y frases ideológicas, puedo decir que es necesario simplemente destruir al enemigo para eliminar la amenaza a nuestro país”. A estas alturas, el discurso de Azov, entonces considerado radical, es indistinguible de la narrativa nacional ucraniana, algo que no es un signo de moderación del regimiento, sino de la radicalización general que viene produciéndose en Ucrania desde 2014 y que a pesar de haber aumentado desde febrero, no comenzó con la invasión rusa.

Ni la radicalidad ni el negacionismo del Holocausto son ya considerados un problema mientras esa ideología se supedite al objetivo común y respete a los referentes considerados aceptables. La semana pasada, la prensa israelí recogía la gira por Israel de Ilya Samoilenko y su grupo de acompañantes para dar publicidad a Azov, en especial en su papel durante la batalla por Mariupol. En ese papel propagandístico, Gandalf supo redirigir su discurso. The Times of Israel citaba a Gandalf afirmando que “ve a Israel y Ucrania en el mismo bando, el los civilizados luchando contra los no civilizados en una lucha por el futuro de la humanidad”, algo que difícilmente puede no entenderse como una referencia a Rusia, pero también a Palestina.

El diario Haaretz por su parte, mencionaba cómo el propagandista de Azov sonreía mientras describía cómo un activista israelí de izquierdas admitía recientemente ver con nerviosismo su reunión con él. No hay contradicción, incoherencia o ruptura en esa sonrisa. Es la que, según se desprende del relato de los periodistas checos en su visita de 2017 a Mariupol, debe tener preparada Gandalf al pensar en quienes siguen estando dispuestos a creer sus historias.

 

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