Tal y como ocurrió con el maquillaje que acabó haciéndose a la reforma laboral del PP, donde se prometió derogar la ley y se acabó cambiando dos comas para venderla como algo novedoso, la llamada Ley mordaza corre el mismo peligro. Sí es cierto que los socios socialdemócratas del gobierno ERC y Bildu vienen afirmando que no van a acompañar con sus votos este nuevo apaño y esgrimen que hasta que se prohíba el uso de las pelotas de goma, las devoluciones en caliente, terminar con los controles aleatorios o revisar conceptos como la «desobediencia» o el «respeto a la autoridad» no votarán en positivo, pero cualquiera sabe.
De momento, el portavoz de Bildu, Matute, sostiene que «En lugar de presionar al PSOE, parece que se están dedicando a endulzar la posible reforma y meternos presión», denunció en referencia a la actitud de Podemos.