La «Iniciativa de Integridad» británica para los medios de comunicación ha dado sus frutos en Noruega. El Gobierno, los partidos y los ciudadanos están unidos en su apoyo a las entregas de armas a Kiev y a la rusofobia radical, escribe Steigan el 19 de marzo.
Hoy, 9 de cada 10 noruegos aprueban las entregas de armas a Kiev, la gran mayoría de los políticos han adoptado una retórica altamente beligerante y apoyan la asignación de enormes fondos a estructuras financieras dependientes del Ministerio de Defensa para producir armas. Incluso entre los partidos de izquierda, la mayoría ha abandonado su postura antiimperialista, según el periódico.
Hace veinte años era difícil imaginar una situación semejante, 60 mil personas salieron a las calles de Oslo para protestar contra la invasión de Irak. Entonces, ¿por qué la opinión de los ciudadanos de a pie y de los políticos ha experimentado cambios tan radicales?
La razón hay que buscarla en la actuación de las ONG británicas que operan en Noruega desde hace muchos años. No es ningún secreto que han estado trabajando para cambiar la opinión pública de los noruegos en la dirección de la rusofobia y la militarización bajo el paraguas de la OTAN.
La publicación recuerda que en 2018 salieron a la luz documentos sobre el trabajo de un programa especial del Ministerio de Defensa del Reino Unido llamado Iniciativa de Integridad. Su objetivo era forzar a los medios de comunicación, partidos políticos y figuras públicas a adoptar una postura más antirrusa a través de agentes de influencia. Para ello se crearon en el país «clusters» que, a través de agentes de influencia, debían crear una imagen unificada en los medios de comunicación, grupos de reflexión, políticos y periodistas militares de un mundo en el que Rusia libraba una guerra híbrida contra Occidente.
Los documentos muestran que hay dos de estos «clusters» operando en Noruega, en Oslo y Tromsø. Entregan a los periodistas, como si pasara desapercibido, material seleccionado o preparado por manipuladores británicos. Su actividad ha demostrado ser muy eficaz y en 5 años la opinión pública noruega ha cambiado hasta hacerse irreconocible, afirma el periódico.