Nikolái Ostrovski

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Recibí varios libros en archivo PDF. Había novelas y relatos entre ellos, libros que no los conocía y había uno sobre el que alguna vez escuché comentarios que hacían compañeros que lo habían leído cuando fueron jóvenes. Me llamó la atención una novela, «Nacidos de la tempestad», porque el nombre de su autor, Nikolái Ostrovski, lo había escuchado también de compañeros «viejos», que me hablaron de la novela «Así se templó el acero» que me recomendaban leer.

 

Leyendo el prólogo de «Nacidos de la tempestad» quedé impresionado, y por eso le transcribo:

«Nikolái Ostrovski, el popular autor de la novela Así se templó el acero, escribió otra, titulada Nacidos de la tempestad, que, desgraciadamente, no pudo terminar.

La acción de esta segunda y última novela de Ostrovski se desarrolla a finales de 1918, en tierras de la Ucrania Occidental, oprimida durante siglos por el invasor. La lucha, dura, implacable, une a todos los obreros: rusos, ucranianos, polacos, judíos y checos. Al lado de los padres luchan los hijos: Raimundo, hijo de Rayewski; Sara, hija de un zapatero; Alejandra, hija de un ferroviario; Andrés Ptaja, rebelde muchacho al que disciplina y educa la lucha clandestina; el checo Pshenichek y otros.

Ostrovski concibió su novela en 1933. Europa se hallaba entonces en vísperas de Múnich. La idea de que el peligro del fascismo era cada día mayor para los pueblos y el deseo de luchar contra él no abandonaban un solo segundo al escritor, condenado a la inmovilidad: en 1919, cuando tenía quince años, Nikolái Ostrovski se incorporó voluntario al Ejército Rojo y, en la guerra civil, sufrió una grave herida que le produjo una dolencia incurable. Lo mismo que su nuevo personaje Andrés Ptaja, al que se puede considerar el «doble» del Pavel Korchaguin de Así se templó el acero, Ostrovski quería asir el anillo de la sirena para recordar a los hombres, con el frenético aullido de alarma, el peligro que se cernía sobre ellos, despertar su vigilancia y ponerlos en pie, dispuestos al combate.

[…] Ostrovski escribió su obra a lo largo de tres años y medio. El 15 de noviembre de 1936 se celebró en su casa de Moscú una reunión ampliada del Presídium de la Unión de Escritores, en la que se discutió el manuscrito de la primera parte de Nacidos de la tempestad. Ostrovski prometió tomar en consideración todas las valiosas observaciones críticas hechas a la novela y dar el libro a la imprenta al cabo de un mes, plazo muy breve incluso para un hombre sano. Pero el joven novelista se apresuraba: su estado de salud no le permitía tomarse más tiempo…

—Padezco de insomnio; pero eso me viene ahora como anillo al dedo —bromeaba—. Unos se curan descansando, y otros, trabajando.

En efecto, el trabajo era el mejor «tratamiento» para Ostrovski.

Enfrascado en él, se olvidaba del torturante dolor que lo acometía y del terrible agotamiento de su organismo.

—¡Adelante, amigos, adelante! —repetía, tesonero, mientras revisaba y redactaba la novela.
Cuatro días antes del plazo fijado, el 11 de diciembre de 1936, a las doce de la noche, terminó de redactar la última página. Y el 15 de diciembre sufrió el último ataque de su enfermedad: con él acabó su vida.

Por aquellos días, Madrid se hallaba asediado. Pese a su estado de salud, sobreponiéndose al dolor, Ostrovski se interesaba por la suerte de la heroica ciudad y de sus bravos defensores.
Un día telefoneó a la redacción del periódico Komsomólskaya Pravda y preguntó:

—¿Qué se sabe de Madrid? ¿Resiste?

Le dijeron que Madrid resistía.

—¡Son unos valientes! Yo también debo resistir —dijo, y añadió con tristeza—: aunque parece que el enemigo me va venciendo…

La enfermedad iba llegando a un punto crítico. Se vencía ya bajo ella el organismo de Ostrovski, que seguía viviendo gracias a los balones de oxígeno. Todos los esfuerzos de los médicos por salvarle resultaron vanos.

Murió tan valerosamente como había vivido.

—¡Tengo una deuda tan grande con la juventud! Quiero vivir… Debo vivir —dijo ya agonizante.

Éstas fueron sus últimas palabras.

La primera parte de Nacidos de la tempestad apareció el mismo día de la muerte de Ostrovski. El viril escritor murió en su puesto de combate, sin abandonar las armas hasta el último instante de su vida.»

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