La Ley de Vivienda fue aprobada en el Congresos el pasado 26 de abril. Tanto el gobierno como las formaciones que apoyan de manera sistemática a este, se colocaron la medalla en la solapa de esa chaqueta que se la cambian tan a menudo, según lo requiera el momento.
Hicieron bandera de la citada ley, la agitaron en el aire de la desigualdad y la injusticia (el capitalismo no puede ser otra cosa, incluido el de “rostro humano”) como si ya todo el mundo pudiese respirar aire puro… Pero los hechos demuestran que con su euforia mentían.
El presidente del gobierno español dijo: “Vivienda digna por ley. Reforzamos nuestro estado de bienestar”. Ione Belarra (Podemos) expresó: “Hoy gana la ciudadanía y pierde Blackstone”. Otra expresión falsa fue la del diputado de EH Bildu Oskar Matute; este subrayó: “Por fin una ley que conozca la vivienda como derecho, no como negocio”.
Sigue sin existir la vivienda digna, a pesar de la ley; no gana la ciudadanía, se le sigue desahuciando; la vivienda continúa siendo negocio y, diga lo que diga la ley y sus interesados defensores, el derecho a la vivienda continúa sin materializarse.
Ayer, sin ir más lejos, el capitalismo se cobró una nueva víctima en relación a la vivienda. Sucedió en Valencia y esta fue un hombre de 54 años. Suicidó a eso de las 11:00 horas del día, cuando la comitiva que se preparaba para ejecutar una orden de desahucio se disponiéndose a entrar en la vivienda de la calle Albal, en la que residía la persona fallecida.
El inmueble pertenece al grupo Cerberus, y el fallecido tenía órdenes de desahucio desde hace años. Algunas fuentes precisan que recibía asistencia económica y psicológica de los servicios sociales del Ayuntamiento, así como del centro de salud, porque además estaba en tratamiento oncológico.
También han expresado que hacía tiempo que había dejado de pagar la hipoteca, y que se habían remitido varios informes al juzgado sobre su situación personal, motivo por el cual se había ido aplazando el proceso hasta ahora.
Pero, finalmente, a pesar de su vulnerabilidad económica, física y psíquica, el sistema (capitalista) si dispuso a dejarlo en la calle. ¡Y eso que tenemos una nueva Ley de Vivienda! Con esta también se desahucia y asesina.