Libro: LENIN Y LA JUVENTUD

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Históricamente la juventud siempre ha sido un sector muy combativo, por esta razón vemos casos donde la juventud se ha puesto a la cabeza de alguna fase concreta de diversos procesos revolucionarios. Ejemplos cercanos son la construcción del PCE a principios del siglo XX o la creación de la Internacional Comunista, también conocida como Komintern.

En ambos casos, al no existir todavía un movimiento “adulto” revolucionario, tuvieron que impulsar la creación de organizaciones juveniles consecuentemente revolucionarias, que posteriormente apoyarían la construcción de las organizaciones del proletariado (tanto a nivel estatal como internacional). El precedente a nivel estatal lo tenemos en el denominado “Partido Comunista Español” fundado en 1920 por una escisión de la Federación de Juventudes Socialistas afines al Komintern y al internacionalismo proletario.

El caso internacional (el Komintern) lo tenemos en 1915, en Berna donde distintas organizaciones juveniles socialistas, se reúnen para conformar la Oficina de Juventud Internacional (antecedente de la Internacional Juvenil Comunista), con el fin de empezar estructurar una organización internacional opuesta a la traición socialdemócrata.

En resumidas cuentas, aunque existe mucha literatura al respecto, diríamos que en nuestra tarea estriba en movilizar, organizar, agitar y concienciar a toda la juventud de extracción obrera y popular en torno al proyecto político revolucionario de la clase obrera (ya que la sociedad dirigida por la clase obrera, la socialista, es la única que garantizará un futuro estable para la juventud que el día de mañana será también, parte de la clase obrera). En la resolución del Komintern antes mencionada, vemos esta idea de forma sintetizada:

“En la actualidad, el papel del movimiento de Jóvenes Comunistas es la organización de la masa de los jóvenes trabajadores, educarlos en las ideas del comunismo, y atraerlos a la lucha por la revolución comunista. Las organizaciones Juveniles Comunistas ya no pueden limitarse a trabajar en pequeños círculos de propaganda. Ellos deben ganar a las grandes masas de los trabajadores mediante la realización de una campaña permanente de agitación, utilizando los métodos más novedosos.”

Pero los jóvenes organizados en las Juventudes Comunistas, no solo tienen una labor “externa” de movilizar y organizar a las masas juveniles, sino que también tienen una gran tarea interna que se resume en dos: aprender a resolver todos los problemas y dificultades que surgen dentro de un organización consecuentemente revolucionaria (ya que como futuros miembros del Partido Comunista, debemos de estar preparados para afrontar cualquier problemática) y formarnos, aprender y estudiar la teoría científica del marxismo-leninismo. Precisamente para la consecución estas dos cuestiones, nos dotamos de una autonomía organizativa (que no política) y del estudio del marxismo-leninismo.

No es casualidad que tanto la Internacional Comunista como el propio Lenin repitiesen tan a menudo la consigna de la necesidad de la educación y el estudio, de hecho la ya conocida resolución sobre “La internacional Comunista y el movimiento de la Juventud Comunista” subrayaba tajantemente que “la pérdida de la independencia política de ninguna manera implica la pérdida de la independencia de la organización que es tan esencial para la educación política.”

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