El Servicio Canario de Salud propone que los sanitarios trabajen hasta los 70 años

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El pasado 26 de mayo conocíamos la noticia de que el servicio canario de salud regula los criterios para que el personal de Atención Primaria pueda trabajar hasta los 70 años. Al parecer se busca “paliar” la falta de facultativos, pero el titular habla por sí solo; se les pretende convencer de que no se retiren para colocar sobre sus hombros (hablamos de sanitarios cercanos a la jubilación) la responsabilidad de “evitar” que siga colapsando la sanidad. En lugar de optar por su legítimo descanso y garantizar el relevo, mejor extender la vida laboral. Eso sí, envolviéndolo en un disfraz de “altruismo necesario”.

En abril se anunciaba una inversión de 59 millones de euros para reducir la presión asistencial, pero lejos de conseguir sus supuestos propósitos, sigue quedando claro que solo es un parche. Por otro lado, se menciona la época de pandemia como la causa de que arrastremos tantos problemas en el presente, aunque quizá tenga que ver que a lo largo de los años se han comido la sanidad (ver esta noticia de 2010, por poner un ejemplo) hasta dejar el esqueleto, y aún no han parado de comer. La mencionada noticia de abril cuenta que se hacen malabares y que los recursos no han sido destinados de manera homogénea; sigue faltando personal, se trabaja de manera irregular y se está lejos de satisfacer las necesidades, pero se vende esa idea de que “un pequeño cambio siempre es positivo”. Seguimos hundidos; peligra nuestra salud y un sistema esencial, pero hay que ver “el lado bueno” de las migajas, y se acabó la película. Si tenemos en cuenta que posteriormente, a finales de mayo, se ha anunciado que los sanitarios pueden trabajar hasta los 70 años para tapar agujeros, veremos que la estafa sigue su curso.

Evidentemente son obras de teatro previas a las elecciones, como ha ocurrido siempre. Los problemas en el sistema sanitario solo se están arrastrando y empeorando desde hace ya mucho tiempo. No son pocas las noticias de los últimos meses hablando del colapso en Urgencias. La falta de material y paralización de los servicios es una constante, e incluso muchos profesionales piden traslado a otras unidades porque no quieren someterse a ese ritmo y condiciones que generan tanta ansiedad, consecuencias de la precarización. Por si fuera poco, hay una más que preocupante falta de camas y espacio. Todo ello nos puede resultar familiar; ¿no son estas algunas de las características de esos regímenes “dictatoriales” y “tercermundistas” de los que tanto les gusta hablar a políticos, empresarios y personajes televisivos? Ya en las manifestaciones de este año, que por desgracia no han tenido la fuerza suficiente, han salido a flote algunas de las vergüenzas del maltrato a la sanidad y el plan de hacer negocio incluso con el banco de sangre. También se ha puesto sobre la mesa el grave problema relacionado con la contratación de personal.

La cosa no acaba aquí. Al parecer, hay una considerable cantidad de personas de avanzada edad ocupando camas, a pesar de que se les ha dado el alta. Esto es debido a que se encuentran en situación de vulnerabilidad por tratarse de personas con escaso o nulo apoyo familiar, riesgo de exclusión social y un perfil de dependencia. En relación a esto, los servicios sociosanitarios que deberían atender a estas personas son insuficientes y no cuentan con la dotación necesaria ni plazas para dar respuesta a este problema.

Noemí Santana, consejera de Derechos Sociales y oportunista de Podemos, ya dijo en 2021 que se llegaría a acuerdos que solucionarían la situación anteriormente descrita, todo a base de humo y burocracia, ya sea derivando a servicio público o privado y sin tener en cuenta que cada vez menos personas pueden permitirse pagar servicios. Pero no creamos ni por un instante que ella y los suyos no saben nada de esto último. Para que se vea claramente la burla, en 2023 se sigue hablando del problema, y cada partido ha tenido su número en el circo para fingir preocupación, así como para explicar algunas ideas vacías o, simplemente, su falsa indignación. El cinismo es tan grotesco, que el PP de Canarias ha denunciado los hechos y propone supuestas mejoras para los servicios. El mismo PP que, a diferencia de la falsa izquierda de su misma trinchera, no usa juegos de palabras para decir que defiende la sanidad privada, y además ha tenido en sus manos la tijera cuando se han hecho monstruosos recortes en el servicio.

En cuanto a las personas en lista de espera por la ley de dependencia, siguen sufriendo de una manera penosa mientras se celebran reducciones de la lista que, en buena parte, se deben al fallecimiento de quienes esperaban mientras eran cuidados por familiares, los cuales sienten un atroz desgaste en lo que debería ser un hogar. Por otra parte, estos servicios se van privatizando desde hace tiempo; es decir, se van convirtiendo en negocio para algunos, donde se saca beneficio de la miseria humana generada por el podrido sistema capitalista, destinando cantidades insuficientes a trabajador/a (mayoritariamente son mujeres) y paciente. Las condiciones para las trabajadoras son lamentables, padeciendo un estrés físico y mental considerables. No solo tienen la enorme responsabilidad de hacerse cargo de varias vidas en sus turnos, pues normalmente van a varias casas al día, sino que el trabajo es muy solitario, tienen que lidiar a veces con asuntos familiares ajenos, situaciones dramáticas, ataques personales y un trabajo a puerta cerrada en una casa que no es la suya.

Mientras la clase obrera es despedazada en una vida gris, no descansa la maquinaria propagandística burguesa para conseguir normalizar, además, la asociación del trabajo con el agotamiento; el esfuerzo con la falacia de un éxito que nunca llega; tener empleo con miedo a perderlo; el individualismo con “sentido común”; la vida con sufrimiento, y así todo. La clase trabajadora aporta toda la riqueza, y tanto su vida como su salud se va perdiendo en ese camino, pero se lo llevan todo un puñado de parásitos que solo emplean sus esfuerzos en aplastarnos y que no sepamos por qué este modo de vida no tiene sentido.

Es triste observar que las diferentes asociaciones que se dedican a “defender los derechos” de los colectivos implicados en los escenarios que se han descrito en el presente comunicado, no son más que desviaciones del descontento para llevarlas por el cauce institucional. Al final solo se enseña a “organizarse” con un llamamiento para “exigir” a criminales que “cumplan con su deber”. No se dan cuenta de que ya lo hacen, pues su deber es servir a los capitalistas y no a la clase obrera, a la que solo ofrecen discursos y la perpetuidad de los problemas, los cuales siempre son explicados por las “complejas” circunstancias del momento. De esa manera siempre habrá dificultades que se pueden arreglar muy fácilmente, pero no se hará porque interesa que corramos hacia un objetivo que no se alcanzará jamás en este sistema; mientras corremos hacia él, ellos lo alejan de nosotros y nos animan a votar o a confiar en ellos porque “ya estamos a punto de alcanzarlo”. Finalmente se va consiguiendo que nos agotemos y abandonemos para que puedan seguir tranquilos con sus infamias, pues parecerá que es imposible y, por tanto, una pérdida de tiempo preocuparse por cosas en las que “no podemos hacer nada”. También debemos tener presente que el sistema va colapsando, y es por ello que ya no pueden (o mejor dicho, no quieren) ni ofrecernos migajas como las del mal llamado estado de bienestar, así que se van recortando, privatizando y precarizando todos los servicios. Hay que matizar que este comunicado se ha enfocado en reflejar una pequeña parte del desolador panorama canario, pero no olvidemos que en toda España crece la miseria. No se trata solo del archipiélago.

Nos siguen vendiendo en las elecciones esa idea arraigada de que votar es la clave, y lo único que importa. La manera de “cambiar” las cosas. Es nuestro gran papel y nuestra “única fuerza”.

Se dice siempre que “hay que votar”, y es “una obligación ciudadana”, pues si no lo hacemos “no tenemos derecho a quejarnos del resultado”. Se ha conseguido que muchos trabajadores repitan esa misma absurda consigna que han interiorizado. Obviando que todo es mentira y que absolutamente todos los partidos de los parlamentos están para servir a la burguesía, se fomenta la creencia de que el desastre que hace el gobierno de turno es culpa de sus votantes. Se dice que hay que votar, pero ¿y si se lo dicen a alguien de un partido “contrario” al suyo? ¿tiene sentido animar a que se vote, sin más, aunque la intención del otro sea votar al partido que uno considera criminal y “el problema”? ¿tiene sentido creer que la manera de hacer caer a los corruptos es no votarles? Si gana quien yo creo que es “el único enemigo”, ¿ya no podemos hacer nada para cambiar las cosas hasta dentro de cuatro años?

Es muy preocupante que se consiga limitar de esa manera el pensamiento de la clase obrera. Lo mismo ocurre cuando, por ejemplo, los “expertos” recomiendan que haya un profesional sanitario por tantos habitantes (normalmente un número enorme de habitantes). ¿En base a qué contexto presente y futuro recomiendan eso? ¿a quién se lo recomiendan? Si ven que no se hace, y dicen que es menester contar con ello, ¿por qué no comienzan movilizaciones masivas y combativas para luchar contra los monstruos que lo impiden, y conseguir los propósitos que saben que son necesarios para la vida humana? Pues por lo mismo que ocurre con las ONG, que demuestran manejar datos de pesadilla, parecen “preocuparse” por el dolor humano y, sin embargo, no los veremos jamás dotando de conciencia a la clase obrera para poner fin a las miserias; porque todo es negocio, y el hecho de que el sistema te cuente (a medias) que existen los problemas, es una táctica para fomentar la falsa creencia de que se habla de todo y que la verdad no se esconde. Curiosamente, las soluciones propuestas siempre son un llamamiento al gobierno de turno (es decir, se dirigen a los esbirros de los responsables del problema), hacer alguna ley parche, hacer alguna campaña… En definitiva, despistes y entretenimiento. Tanta información y una sospechosa “ceguera” les impide mirar hacia el capitalismo. Curioso.

La ciencia tiene herramientas y conocimientos increíbles para mejorar nuestras vidas hasta límites insospechados, y además el conocimiento nunca se detiene. Sin embargo, vivimos empapados de miseria, incoherencias y pensamientos irracionales cuando ya se sabe de sobra lo que ocurre en el mundo y la solución a los problemas. Los políticos y “expertos” hablan de supuestos ideales que podríamos alcanzar con “voluntad política”, y luego se demuestra que no importa quién esté en el gobierno; siempre es lo mismo porque los que gobiernan (es decir, la burguesía) no se presentan; están detrás de todos los partidos dictando, y los colores y discursos sirven para llevar al proletariado a un camino circular. Dejando a un lado que ese “mundo ideal” del que hablan está basado en mentiras y no se va a la raíz del problema, ¿Acaso los que hacen promesas no saben que quienes tienen el poder son criminales, y que a los criminales se les detiene? Evidentemente, lo saben.

Nadie habla de revolución obrera porque saben que es la única solución para nosotros, y el único camino para su derrota. Es la única manera de que haya emancipación humana y desarrollo pleno, así que podemos hacernos una idea de la clase de psicópatas y sociópatas que dedican su vida a evitarlo porque se enriquecen a nuestra costa, conscientes de esa realidad. La burguesía y sus servidores políticos saben que deben proteger un mundo basado en mentiras, cueste lo que cueste, ya que es lo único que asegura sus descomunales y enfermizos privilegios, y lo único que les mantiene a salvo de una revolución.

Para construir un mundo nuevo necesitamos que cada trabajador vaya tomando conciencia y se convierta en elemento transformador junto a sus hermanos de clase. El poder debe ser de la clase obrera; nunca de individuos, y menos de explotadores, los cuales deben desaparecer como clase. El primer paso para poder conseguirlo es organizarnos.

Como bien dice Lenin en El Estado y la Revolución: “Las clases explotadoras necesitan la dominación política para mantener la explotación, es decir, en interés egoísta de una minoría insignificante contra la inmensa mayoría del pueblo. Las clases explotadas necesitan la dominación política para destruir completamente toda explotación, es decir, en interés de la mayoría inmensa del pueblo contra la minoría insignificante de los esclavistas modernos”.

Partido Comunista Obrero Español (PCOE) en las Islas Canarias

Fuente: PCOE

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