“La OTAN no es lo que dice que es”: explican cómo la alianza asegura la influencia de EEUU en Europa

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El único objetivo de la organización es "seguir los dictados de EEUU y beneficiar a su industria armamenista", afirma el 'New York Times' en un artículo.

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Si bien, en la actualidad, son 31 países los integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), todo el mundo que ha estudiado su funcionamiento y que sigue las noticias con atención sabe que la alianza es una entidad multilateral solamente en teoría y que en la práctica la única nación encargada de tomar sus decisiones es Estados Unidos, lo que tiene como consecuencia que las políticas que se impulsan son las que defienden los intereses del país norteamericano.

 

El New York Times publicó recientemente un artículo donde señalan esta verdad evidente, en un texto titulado “La OTAN no es lo que dice que es”.

La columna comienza diciendo que los líderes de la alianza atlántica tienen muchas razones para brindar durante el encuentro en Vilna, Lituania, ya que una organización que parecía al borde de la irrelevancia hace apenas cuatro años atrás ahora luce revitalizada, con sus miembros destinando cada vez más fondos a presupuestos militares, resultado de la “otanización” del continente europeo impulsada por el presidente de EEUU, Joe Biden, el mayor impulsor de la escalada bélica de Kiev.

En ese sentido, el artículo asegura que pese a que personajes como el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, declaran que el objetivo de la alianza es preservar la paz y la seguridad o defender a Europa, la realidad es que la finalidad del organismo es otro muy distinto: “hacer que Europa dependa del poder estadounidense” y continuar enriqueciendo a su complejo militar industrial.

La OTAN, sentencia el NYT, se propuso desde sus orígenes vincular a Europa occidental al proyecto de un orden mundial liderado por Estados Unidos, misión que ha tenido un “éxito notable”, apuntan irónicamente.

Cuando las poblaciones europeas se mostraron contrarias a los “valores” estadounidenses defendidos por la OTAN y más interesadas en ideas socialistas o nacionalistas, recuerda el artículo, la integración atlántica procedió de todos modos.

“La República Checa fue un caso revelador. Enfrentados a un posible voto de No en un referéndum para unirse a la alianza en 1997, el secretario general y altos funcionarios de la OTAN se aseguraron de que el Gobierno de Praga simplemente prescindiera del ejercicio; el país se unió dos años después”, señalan.

El artículo observa cómo los presuntos idearios de la alianza de democracia y derechos humanos dieron paso a la actividad bélica bajo la justificación de la lucha contra el terrorismo y el impulso de las ideas liberales.

Esto, afirman, benefició a las industrias armamenistas de EEUU, cuyos funcionarios de Defensa son sus principales cabilderos. “Durante décadas, Estados Unidos ha sido el principal proveedor de armas, logística, bases aéreas y planes de combate” de los países europeos, señala la nota.

“En cuanto a las adquisiciones de Defensa [de la OTAN], los estándares comunes para la interoperabilidad, junto con el gran tamaño del sector militar-industrial de EEUU y los impedimentos burocráticos en Bruselas, favorecen a las empresas estadounidenses a expensas de sus competidores europeos. La alianza, paradójicamente, parece haber debilitado la capacidad de los aliados para defenderse”, explica el NYT.

Sin embargo, esta dependencia de los países miembros de la alianza hacia EEUU es deliberada, afirma el diario.

“De hecho, la OTAN está funcionando exactamente como fue diseñada por los planificadores estadounidenses de la posguerra, lo que lleva a Europa a una dependencia del poder estadounidense que reduce su margen de maniobra”, califica el artículo del rotativo neoyorquino.

“Lejos de ser un costoso programa de caridad, la OTAN asegura la influencia estadounidense en Europa a bajo precio. Las contribuciones de Estados Unidos a la OTAN y otros programas de asistencia de seguridad en Europa representan una pequeña fracción del presupuesto anual del Pentágono, menos del 6% según una estimación reciente”, asegura.

El NYT sugiere sin miramientos que el apoyo de Washington al régimen de Kiev tiene que ver con los beneficios que obtiene su industria armamentista con la escalada del conflicto.

Antes del inicio de la operación militar rusa en Ucrania, apunta el diario, aproximadamente la mitad del gasto militar europeo se destinaba a los fabricantes estadounidenses. Pero “la creciente demanda” para enviar apoyo militar a Kiev ha exacerbado la compra de material bélico de fabricación estadounidense, observan, “a medida que los compradores se apresuran a adquirir tanques, aviones de combate y otros sistemas de armas, asegurándose contratos costosos de varios años”.

“Puede que Europa se esté remilitarizando, pero Estados Unidos está cosechando las recompensas”, sentencia el NYT.

“En Ucrania, el patrón es claro. Washington proporcionará la seguridad militar y sus corporaciones se beneficiarán de una bonanza de pedidos de armamento europeos, mientras que los europeos asumirán el costo de la reconstrucción”, concluye el diario.

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