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Por los pelos, por los mismísimos pelos no llegó María Corina a Oslo a recoger su premio. Y mira que lo intentó. El periplo fue digno de Indiana Jones: tierra, mar y aire (espacio no, porque no pudieron contactar con Elon Musk). María Corina no pudo llegar. Fueron muchos trasbordos clandestinos, mapas arrugados que nadie sabía interpretar, contraseñas susurradas y escoltas que la acompañaban que aunque no se orientaban con los mapas, según los telediarios, dominaban desde la gimnasia consciente del Taichí hasta el Krav Magá.