«Esta revolución es, en primer lugar, un acto libertario de proyección continental, que no solo liberó al país de una dictadura servil, represiva y corrupta, sino que muy pronto desató los nudos de la dependencia económica de las transnacionales yanquis y liquidó las más crueles expresiones de la explotación humana que se habían naturalizado en el seno de la sociedad cubana, como el trabajo infantil, la prostitución o la semiesclavitus de los inmigrantes haitianos» expresó el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en el acto central por el 65 aniversario de la Revolución efectuado en Santiago de Cuba.