Elson Concepción Pérez (Granma).— Por estos días, la temperatura en Los Alpes suizos, donde se celebra el Foro de Davos, oscila sobre los menos dos grados, y alcanza hasta más tres alguna que otra tarde.
En el recinto se reúnen, en lo fundamental, jefes de Estado y empresarios, estos últimos entre los más adinerados del planeta, junto a algunos que todavía creen en ese tipo de convite, y uno que otro personaje que fue allí, en busca de un espacio mediático conveniente para desbarrar de Rusia y procurar más armas y ayudas.
También se vio a un mandatario, en una sala de conferencias casi vacía, asegurar, entre otros disparates, que «el Foro está contaminado por la agenda socialista», o que «el sistema capitalista es el único moralmente deseable», porque puede acabar con la pobreza.
No son inventos. El primer caso es el del Presidente de Ucrania, que viajó a Davos a procurar más apoyo de Occidente, para enfrentar su guerra contra Rusia, y el segundo el de Javier Milei, quien dejó a un lado las protestas del pueblo argentino, luego de su asunción al poder, para viajar a la reunión.
Milei también criticó a los gobiernos de izquierda y al concepto de justicia social, que calificó de «injusto y violento».
Como es lógico para este Foro, además de los brindis con champán y la degustación de sofisticados platos de comida –al que acuden los más favorecidos por el dinero y, a la vez, los que más ignoran la pobreza de otros– se ¿informó? que, «desde 2020, el patrimonio neto de los cinco hombres más ricos del mundo –Elon Musk, CEO de Tesla; Bernard Arnault, CEO de LVMH; Jeff Bezos, fundador de Amazon; Larry Ellison, cofundador de Oracle; y Warren Buffett, CEO de Berkshire Hathaway– se ha disparado un 114 %, hasta alcanzar un total colectivo de 869 000 millones de dólares», reportó CNN.
El propio despacho de prensa agrega que, «al mismo tiempo, casi 5 000 millones de personas en todo el mundo se han empobrecido».
El Foro de Davos fue creado, en 1971, con el objetivo de «lograr la cooperación entre lo público y lo privado», según el sitio web del evento.
Pero resulta que el mundo de entonces no es el de hoy, y el cónclave se ha ido convirtiendo en una vitrina de un sistema capitalista con poco que exhibir.
Aunque en estos foros se expresen algunas buenas intenciones, ha ido perdiendo interés entre los países más empobrecidos, que prefieren otras alternativas. Así ocurre con los Brics, grupo que crece y se fortalece cada día, y en el cual la cooperación y la solidaridad son estandartes.
Por todo ello, aunque el lema del Foro de Davos de 2024 fue el de «reconstruir la confianza» (que se viene perdiendo), solo la mirada de los ricos sigue apostando a esta iniciativa, mientras que el mundo pobre cierra un año de padecimientos crónicos como la pobreza, la desnutrición y las diferencias sociales, todas incrementadas.
El recién concluido Foro, además del recuerdo del crudo frío, de la belleza del paisaje nevado de Los Alpes, y de las excentricidades de algunos oradores –incluso gobernantes– no deja de ser una vitrina del mundo occidental, ese que olvida los flagelos que hoy mutilan a las grandes mayorías: las guerras, las sanciones, el egoísmo, el odio, el hambre y la pobreza.