Comandante Antonio García (eln-voces.net).— La CIJ encontró sustento suficiente para considerar una amenaza inminente de daño irreparable de los derechos de los palestinos y es que pasados más de 100 días de intensos bombardeos y ataques desproporcionados, aleves y violando toda normatividad internacional, la cifra de niños, niñas, mujeres y ancianos asesinados supera ya los 25 mil y los 60 mil heridos, más de 1,4 millones de desplazados de los 2,2 dos millones de habitantes palestinos en la Franja.
Pese a la respuesta de la CIJ el genocidio sigue con contundente brutalidad y cinismo.
Por ahora queda claro que la llamada comunidad internacional poco hace por detener este genocidio, por el contrario los mensajes son contrarios a la razón y acentúan la lógica de exterminio.
Los Estados quedan en evidencia, su talante garantista completamente cuestionado. La ONU y demás instancias internacionales se hacen abiertamente inoperantes, por el contrario los países poderosos occidentales dejan ahora sin recursos a la agencia de la ONU para palestina, conocida como UNRWA. El sufrimiento de los habitantes no tiene dimensión o medida, si no mueren en los bombardeos y ataques desproporcionados, morirán de hambre y/o fruto de las pésimas condiciones de salubridad, esto en pleno siglo XXI.
Son los Estados del sur quienes han elevado al menos su voz para nombrar y exigir se detenga el exterminio del pueblo palestino, solo algunos Estados han tomado medidas razonables como romper relaciones comerciales con el Estado agresor. Lo cierto es que la hipocresía de occidente se devela.
Al suspender las normas del derecho internacional, como lo viene haciendo Israel y las potencias que respaldan su acción genocida, los pueblos así quedan sometidos a la acción bárbara de los poderosos.
La «racionalidad del capitalismo» deja ver su rostro real, esta acción contra el pueblo palestino es un aviso contundente a toda la humanidad, como señal inequívoca de lo que enfrentará la humanidad a mediano plazo.
El genocidio es parte del repertorio de estrategias del sistema, medida extrema de dominación donde se manifiestan en su máxima expresión las prácticas de terrorismo.
Es importante anotar en este contexto que el ecocidio pervive, es una realidad en desarrollo y de profundización constante, una manera de imponer un sistema de producción-consumo, aún con las consecuencias nefastas contra toda forma de vida.
El etnocidio se redimensiona como forma de eliminación de pueblos autónomos que defienden sus culturas, sus territorios, sus maneras de relacionarse, sus formas de producción – consumo, sus maneras de comprender y relacionarse con la madre naturaleza.
Vale recordar que, recientemente el Tribunal Permanente de los Pueblos (TTP) en su sesión número 48 realizada en Colombia en el 2021, luego de recibir suficiente material probatorio, información y testimonios de 54 casos, que dan cuenta del tamaño y gravedad de los crímenes cometidos contra pueblos indígenas, comunidades negras – afro descendientes, campesinos, organizaciones sindicales, movimientos políticos, lideres, lideresas sociales, movimiento estudiantil universitario, llegó a la conclusión de la existencia de:
“Una situación de violencia estructural y de terror generalizado, que le llevó a sustentar la sentencia condenatoria contra los sucesivos gobiernos de Colombia desde 1946, por genocidio continuado dirigido a la destrucción parcial del grupo nacional colombiano, que se ha proyectado sobre cualquier intento de construcción de espacios políticos que cuestionaran el modelo político imperante de desigualdad social y sobre cualquier intento articulado de protesta y resistencia contra los efectos del mismo” (TTP, 2021).
Así mismo condena a los sucesivos gobiernos de los EEUU desde 1946, por la exportación de la ideología criminal que avala considerar parte de la población como “enemigo interno”, el paramilitarismo, la represión de la oposición política y la tortura en América Latina, así mismo a las empresas nacionales y extranjeras, que hubiesen participado sea como instigadores, financiadores o cómplices.
«La racionalidad del capitalismo» deja ver su cara y se manifiesta de las mismas formas acentuando dolor y muerte a su paso. Los pueblos no se quedan quietos, alzan su voz y sus acciones diversas en defensa de la vida y los territorios, exigiendo justicia, presionando a sus gobiernos, construyendo desde abajo resistencias que converjan en la construcción de otros mundos posibles y necesarios, como respuestas a la profunda crisis sistémica y civilizatoria que nos agobia y asfixia.
