El mundo puede respirar aliviado… al menos de momento. El tratado de pandemias no está cerca de ser propuesto a la 77 Asamblea Mundial de la Salud que comienza la semana que viene.
Las negociaciones están suspendidas porque los 194 estados miembros no llegan a un acuerdo. Los principales puntos conflictivos se refieren al desequilibrio entre los países occidentales, sometidos a los grupos de presión farmacéuticos, y los países en desarrollo.
Tal como estaba redactado, el tratado proponía garantizar a la OMS el 10 por cien de la producción de medicamentos, vacunas y pruebas relacionadas con una pandemia en forma de donaciones, y el 10 por cien a precios accesibles en beneficio de los países más esquimados. Algunos países productores de pócimas consideran que el umbral es demasiado alto.
También están bloqueados los debates sobre la cuestión del acceso a patógenos con “potencial pandémico” que la industria farmacéutica espera patentar para la fabricación de vacunas.
Las discusiones se reanudaron el 29 de abril en Ginebra, pero ahora se han suspendido, aunque la farmafia presiona para encontrar canales de discusión para completar un tratado en el futuro.
Lo único que les queda es revisar el Reglamento Sanitario Internacional. El 15 de mayo el grupo de trabajo publicó el informe provisional de la 8 reunión en el que señala que las enmiendas al Reglamento se presentarán por separado de los Acuerdos, aunque los dos instrumentos se refieren entre sí. El texto, que supuestamente estaría disponible desde el 10 de mayo, aún no se ha publicado.
Según The Geneva Health Files, que sigue el desarrollo de las negociaciones, los desacuerdos también se refieren a la necesidad de un nuevo mecanismo financiero para ayudar a aplicar el Reglamento Sanitario Internacional y a la redacción relativa a la transferencia de tecnología en el caso de una “emergencia de salud” (1).
El pasaporte sanitario es la piedra angular
En la última versión disponible, las modificaciones del artículo 31, que se refiere a la salud de los viajeros, han provocado la reacción de muchos observadores. En caso necesario, prevé la posibilidad de obligar a los viajeros a someterse a medidas como un examen o prueba médica, la administración de una vacuna u otra medida preventiva, incluido el aislamiento o la cuarentena.
Aunque el proyecto de Acuerdos fracase, es posible que puedan aprobar ciertos puntos. Podría ser el caso del pasaporte sanitario (“certificado sanitario digital”), que es la piedra angular del plan y que podría concentrar todos los datos administrativos, médicos e incluso bancarios en un mismo soporte.
Todo por la pasta
No obstante, lo que más le preocupa a la OMS es la pasta y está negociando duplicar su presupuesto, que pasaría de 4.000 millones a 7.100 millones en un plazo de cuatro años, principalmente arrojándose en brazos de las grandes multinacionales farmacéuticas.
La OMS disfraza el plan con la etiqueta del logro de un “Objetivo de Desarrollo Sostenible en Salud”.
Bill Gates, el jefe “in pectore” y principal donante de la OMS, es el encargado de vender esta moto a sus colegas multimillonarios, o sea, a los llamados “inversores filántropos” que se esfuerzan por paliar la calamitosa situación de la humanidad.
No es generosidad; es una inversión rentable. En una entrevista en Davos, Gates declaró en 2019 que cada dólar invertido en vacunas le devolvía 20 veces la inversión. Según la revista Forbes, la pandemia le reportó 10.000 millones de dólares de beneficios.
Pfizer paga 250 millones de dólares para evitar 10.000 juicios
Pfizer ha pagado 250 millones de dólares para evitar 10.000 juicios en Estados Unidos por los efectos secundarios de uno de sus fármacos, el Zantac, un medicamento prescrito para tratar problemas estomacales que causa cáncer.
Otras empresas afectadas incluyen a los fabricantes GSK y Sanofi, que pagaron 100 millones de dólares por 4.000 pleitos relacionadas con el Zantac. Juntas, estas empresas desembolsaron 45.000 millones de dólares como resultado de las demandas judiciales.
La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) retiró el fármaco del mercado estadounidense en 2020 por el riesgo cancerígeno asociado.
Durante las últimas décadas, Zantac fue uno de los fármacos más vendidos. Contenía ranitidina, que fue retirada del mercado entre 2019 y 2022 por ser cancerígena.
Pfizer dice que hace más de 15 años que no comercializa Zantac y sólo lo hizo durante un período limitado. La multinacional afirma que seguirá defendiéndose de los numerosos pleitos entablados en su contra por los afetados.
El objetivo de la multinacional es cerrar los litigos antes de que los afectados lleguen a los tribunales, donde serían acusados por pacientes con cáncer. Mientras tanto, durante el año pasado, las acciones de la multinacional cayeron un 27 por cien en bolsa, en parte debido a una caída en el mercado de vacunas contra el “covid”.
Otro fabricante que opera en este mercado es AstraZeneca, que recientemente decidió retirar su vacuna Vaxzevria. La empresa anglo-sueca también se enfrenta a decenas de demandas por los daños sufridos por su vacuna contra el “covid”.
Los efectos secundarios, como la trombosis, ahora son admitidos por la propia empresa. Sin embargo, anteriormente, como en el caso de Pfizer para Zantac, la vacuna había sido aprobada para su uso en Europa y fue descrita como “segura”.
(1) https://genevahealthfiles.substack.com/p/wgihr-geneva-may-2024-pandemic-emergency-pheic
(2) https://www.cnbc.com/video/2019/01/23/bill-gates-and-the-return-on-investment-in-vaccinations-davos.html
(3) https://www.forbes.com/sites/jonathanponciano/2020/05/22/billionaires-zuckerberg-bezos/