Uso ilegal de activos rusos: el fin del mundo pautado por Washington

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El acuerdo del G7 acaba de reafirmar un fatal precedente: el uso de medidas coercitivas contra las finanzas de terceros convertida en arma disuasoria por Washington

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Raúl Antonio Capote (Granma).— Luego de más de un año de controversias internas y evaluaciones de riesgos, los líderes del Grupo de los Siete (G7) alcanzaron, el jueves, en su cumbre anual en Italia, un «acuerdo político» para un préstamo de 50 000 millones de dólares destinados a Ucrania, utilizando los activos rusos congelados por Occidente.

Según los planes del G7, los fondos se destinarán a las necesidades de Kiev, a través un préstamo de ee. uu., que será devuelto a Washington de los beneficios obtenidos de los más de 300 000 millones de dólares de los capitales rusos bloqueados, la mayoría de los cuales se encuentran en países de la Unión Europea.

Sin atisbo de dudas, la aprobación reciente, por parte de Washington, de una legislación que permite a la Administración del presidente Joe Biden confiscar activos del gigante euroasiático en bancos estadounidenses y transferirlos a Ucrania, contribuyó a abrir el camino al acuerdo del G7.

La respuesta, ante tan gran dislate, no se hizo esperar. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, advirtió que su país responderá de manera simétrica a la decisión aprobada por el G7.

En tanto, la Cancillería rusa calificó la disposición de «atraco» que afecta no solo a los inversores particulares, sino también a los fondos soberanos.

La portavoz de Exteriores, María Zajárova, previno que tal acción puede causar «un desequilibrio absoluto del sistema financiero y una crisis devastadora… hay suficientes propiedades y fondos europeos en Rusia, y las inevitables medidas de represalia para Bruselas serán extremadamente dolorosas», dijo la diplomática.

Cabe recordar que, ante la posibilidad real de una decisión, por parte de Europa y Estados Unidos, de confiscar los capitales rusos, el presidente Vladímir Putin firmó un Decreto, el pasado 23 de mayo, que permite a su país confiscar bienes de empresas o individuos estadounidenses, en caso de que se utilicen los fondos incautados de Moscú.

El acuerdo del G7 acaba de reafirmar un fatal precedente: el uso de medidas coercitivas contra las finanzas de terceros convertida en arma disuasoria por Washington.

Asimismo, ese paso lanza la interrogante: ¿quién garantiza que no ocurra la mismo a otras naciones, en caso de que sus intereses vayan en contra de las famosas «reglas» establecidas por los estadounidenses para el mundo?

En ese orden de cosas, la Unión Europea podría enfrentarse a una salida notable de capitales, debido a la retirada de fondos de inversores de la mayoría de los países del mundo.

Esto, sin contar con que las represalias de Moscú pueden dañar seriamente a la economía europea, lastrada ya por las medidas coercitivas económicas tomadas contra Rusia. El Viejo Continente posee la mayor parte de los activos rusos, y las medidas anunciadas serían extremadamente duras para ellos.

Fuentes: AP, Sputnik y RT

Fuente: Granma

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