Shigeru Ishiba, líder del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), fue elegido este martes nuevo primer ministro de Japón en reemplazo de Fumio Kishida.
Ishiba entró en política en 1983 como secretario en una de las facciones del PLD y tres años más tarde se convirtió en el diputado más joven de la Cámara Baja del Parlamento, con 29 años. En 1993 abandonó el partido, tras declarar la necesidad de una reforma política, pero se reincorporó en 1997. Si bien algunos de los miembros del PLD se sintieron molestos por su deserción, ello no le impidió ascender en su carrera política, señala la agencia Kyodo.
El veterano legislador, conocido por su experiencia en asuntos de defensa y seguridad, provocó un pequeño revuelo mediático en 2007 por sus cometarios sobre un hipotético ataque de Godzilla o una invasión extraterrestre a Japón. Posteriormente, se desempeñó como ministro de Agricultura (2008-2009) y ministro encargado de superar el declive demográfico y vitalizar la economía local (2014-2016).
Política monetaria laxa
La rápida caída de los índices de popularidad del PLD, provocada por escándalos de corrupción y los nexos con la controvertida secta religiosa Iglesia de la Unificación, ha llevado a Ishiba a convocar a elecciones anticipadas de la Cámara Baja para el 27 de octubre. Si su partido sale victorioso le esperan numerosas tareas difíciles, desde la reforma interna del PLD hasta la reconstrucción de la economía japonesa.
El político de 67 años, crítico abierto de la anterior flexibilización monetaria agresiva del Banco de Japón, afirmó recientemente que la política monetaria debería seguir siendo “acomodaticia”, dadas las “condiciones económicas actuales”. En materia de política fiscal, señaló que su objetivo será compilar un paquete de medidas lo antes posible para amortiguar el impacto económico del aumento del costo de vida, con un enfoque en ayudar a los hogares de bajos ingresos
Por otro lado, y habiendo servido como ministro a cargo de la revitalización regional, ha enfatizado en que vigorizar las áreas fuera de Tokio, corrigiendo el exceso de concentración de actividad económica en la capital, será clave para el crecimiento de la economía nipona en general.
EE.UU y política exterior
En materia de política exterior, Ishiba se enfrenta a importantes vientos en contra, como los lanzamientos de misiles de Corea del Norte y las crecientes preocupaciones sobre la supuesta amenaza china a Taiwán. Considerado un pragmático dispuesto a llegar a acuerdos, ha dicho que seguirá muchas de las políticas de su predecesor. Sin embargo, también se espera que busque formas de reconocer el valor de la alianza con EE.UU. mientras se esfuerza por mejorar la independencia de Japón, de acuerdo con The Japan Times.
El primer ministro reconoce desde hace tiempo el valor del tratado de seguridad que mantienen Tokio y Washington, al que califica como “la columna vertebral de la historia política de posguerra de Japón”, según un artículo reciente que describe sus planes de política exterior. Al mismo tiempo, considera que el acuerdo debe establecerse en un plano más igualitario y “evolucionar con los tiempos”. Así, ha sugerido cambios y revisiones al que llama “tratado bilateral asimétrico”, entre ellos, establecer una base de entrenamiento en EE.UU. de las Fuerzas de Autodefensa de Japón y permitir que estén estacionadas en el territorio estadounidense de Guam, con el objetivo de “fortalecer las capacidades de disuasión” de los aliados.
“OTAN asiática”
Quizás el punto más llamativo de su programa político sea la creación de una “OTAN asiática”, apelando a la transformación del entorno de seguridad con el conflicto en Ucrania.
“Ucrania hoy es Asia mañana. Al sustituir a Rusia por China y a Ucrania por Taiwán, la ausencia de un sistema de autodefensa colectiva como la OTAN en Asia significa que es probable que estallen guerras porque no existe obligación de defensa mutua. En estas circunstancias, la creación de una versión asiática de la OTAN es esencial para disuadir a China por parte de sus aliados occidentales”, asevera.
Esto, entre otras cosas, implicaría el despliegue de armas nucleares estadounidenses en la región. En su opinión, la versión asiática de la OTAN debe garantizar la disuasión contra la “alianza nuclear de China, Rusia y Corea del Norte” y “considerar específicamente el intercambio de armas nucleares por parte de Estados Unidos o la introducción de armas nucleares en la región”. Por su parte, Pekín, que ha criticado en el pasado el concepto de una OTAN asiática, hasta ahora se ha mostrado moderado en su respuesta a las ideas de Ishiba.