Manuel Valdés Cruz (Granma).— Arriesgar todo, incluso hasta su propia vida, es el precio que pagan algunos migrantes por alcanzar un futuro promisorio o mejores condiciones, «iluminados» por un sueño que para algunos se convierte en pesadilla.
Agricultores, cocineros, empleados de la construcción, entre muchos otros, son los oficios de miles de migrantes que, sin tener en cuenta la protección y la seguridad requerida, los asumen a costa del riesgo que pudieran tener en algunos casos para la vida o en condiciones de esclavitud.
«Sabemos con certeza que los trabajadores nacidos en el extranjero están aceptando este tipo de trabajos peligrosos que los estadounidenses no quieren», dijo a la bbc la profesora de Economía Chloe East, de la Universidad de Colorado, en Denver, y especialista en políticas migratorias.
El medio señala que alrededor del 70 % de los trabajadores en la rama son de nacionalidad extranjera, de ellos más de las tres cuartas partes hispanos.
En tanto, datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos muestran que la industria agrícola posee la tasa más alta de muertes en el lugar de trabajo, seguida de la del transporte y la construcción.
Las extensas jornadas de trabajo con baja o ninguna remuneración, sumadas a la negativa de responsabilidad por enfermedades laborales, son conductas violatorias del derecho a un trato justo al trabajador.
Sin embargo, resulta curioso que no pocos de los que se encuentran en esa condición hayan sido médicos, maestros, enfermeros, ingenieros… en sus propios países de origen, o sea, cerebros de los estudios, talentos formados que en su mayoría terminaron frustrados.
La actual situación de crisis estructural del capitalismo restringe las posibilidades de empleo en una sociedad donde la guerra es la principal fuente de riquezas de las transnacionales, y se emplea el tema migratorio como instrumento político para ocultar la decadencia de un imperio.
Podrán lograr los hombres el cumplimiento de todos sus sueños cuando se transforme el actual orden de cosas en función de todos y no de unos pocos; pero son muchos los que también tienen que pensar en cambiar.
