Los daños futuros del bloqueo contra Cuba

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La previsión económica desempeña un papel crucial en el éxito de cualquier empresa. Al actuar como herramienta de planificación, permite anticipar contingencias en escenarios futuros, y, por tanto, posibilita tomar mejores decisiones estratégicas que conduzcan al crecimiento a corto y medio plazo

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Las sanciones limitan la importación de materias primas para producir en las industrias. Foto: Ismael Batista Ramírez

Antonio Rodríguez Salvador (Granma).— Hay un importante perjuicio provocado por el bloqueo del que comúnmente no se habla, y que, sin embargo, para la economía resulta vital minimizarlo: el daño en la previsibilidad.

La previsión económica desempeña un papel crucial en el éxito de cualquier empresa. Al actuar como herramienta de planificación, permite anticipar contingencias en escenarios futuros, y, por tanto, posibilita tomar mejores decisiones estratégicas que conduzcan al crecimiento a corto y mediano plazos.

Anticiparse a las diversas situaciones de incertidumbre, tanto en el mercado como en el terreno de las finanzas, entre otras ventajas, permite usar los recursos con mayor eficacia, o programar el lanzamiento de nuevos productos o servicios.

Al analizar datos históricos, tendencias del mercado y diversos indicadores económicos, las empresas pueden anticipar cambios en la demanda, los precios y las condiciones del mercado.

A nuestro país le resulta un singular desafío diseñar escenarios económicos futuros. Esto es algo que suelen pasar por alto quienes tratan de presentar el bloqueo como una variable estática, que no cambia; suerte de fatalidad a la que solo queda acostumbrarse.

En realidad, el bloqueo supone una suma de variables dinámicas que se reconfiguran en múltiples situaciones para actuar sobre las decisiones futuras. Pondré el ejemplo de una industria que necesita importar determinadas materias primas para la continuidad del ciclo productivo.

Dada la vigencia de la Ley Torricelli, diseñada para entorpecer el arribo de suministros externos, el empresario se enfrenta a numerosas incógnitas a la hora de planificar sus recursos financieros. No saber cuándo habrá un buque dispuesto a atracar en puertos cubanos, llevaría a una pregunta inicial: ¿Será necesario aumentar la cobertura de esas materias primas?

Aumentar las normas de inventario, sin embargo, significará un mayor gasto de capital, y, por supuesto, menos recursos financieros disponibles para otros materiales o piezas de repuesto también vitales. Asimismo, esto quizá signifique ampliar almacenes, solicitar mayores niveles de crédito, contratar estibadores o equipos para asumir el inusual arribo, entre otras acciones extraordinarias.

Es necesario prever que en cualquier momento un suministrador extranjero importante puede cesar contratos, ya sea por ser víctima de presiones, o porque de repente la entidad es financiada con más del 10 % de capital estadounidense, o porque ciertos bancos dejaron de tramitar nuestras transferencias.

Esto quizá conlleve a la necesidad de contar con más de un proveedor para un mismo producto, o que se deban realizar estudios adicionales para tener alternativas identificadas. Incluso, y aunque parezca un sinsentido, conlleva a tener previstas las posibles interrupciones, de modo que en ellas se aproveche para realizar labores de mantenimiento, capacitación, u otras que más tarde signifiquen ahorro de tiempo.

En cualquier empresa, de cualquier país que no esté sufriendo un bloqueo como el de Cuba, la previsión de ventas implica revisar registros de ventas anteriores, identificar tendencias a lo largo del tiempo, y examinar factores que hubiesen afectado de manera significativa el pasado.

Para nuestro país, en cambio, esto exige un esfuerzo de creatividad mucho mayor. A las amenazas referidas anteriormente: inseguridad con la transportación, con las entidades bancarias, con los distribuidores extranjeros, hay que sumar la persecución constante de nuestras iniciativas de exportación, las cuales se manifiestan de diversas maneras: demandas, robo de marcas, campañas de desprestigio o sanciones directas.

Una forma de minimizar riesgos pudiera ser la concertación de contratos de futuros con la intermediación de una Cámara de compensación, siempre que ello sea posible.

Un contrato de futuros es un acuerdo que obliga a las partes a comprar o vender cierto número de bienes en una fecha futura preestablecida y a un precio acordado de antemano. Una Cámara de compensación, en tanto, permite que las partes de un contrato no se obliguen entre sí, sino respecto a la Cámara, lo cual garantiza anonimato y elimina riesgos de incumplimiento de obligaciones contractuales.

En fin, estos son solo algunos elementos, entre los tantos que pueden tenerse en cuenta, que permitirían anticipar posibles escenarios en el afán de reducir riesgos e incertidumbre en medio del cerco económico que se nos impone.

Fuente: granma.cu

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