La Eurozona está en horas muy bajas. Su núcleo duro conformado especialmente por Francia y Alemania pasan a nivel político, por una situación de mucha inestabilidad y a nivel económico por una contracción del 0’1% del PIB en el caso alemán.
El actual canciller alemán Olaf Scholz, confirmaba en rueda de prensa que el momento económico de Alemania no es ni mucho menos el deseado y lo achaca a “los cortes de suministro de energía desde Rusia y a la inflación y subidas de precios”. Es decir, el actual líder alemán confirma que las sanciones impuestas a Rusia no han servido más que para hacerse daño a sí mismos, por si acaso alguien aún dudaba de esto. Efectos secundarios de no hacer valer su soberanía y el interés nacional por seguir las órdenes de la OTAN y EE.UU.
En Francia aparece un Emmanuel Macron que a ojos de su ciudadanía está ya más que amortizado y al que los 3 años de mandato que le quedan se le pueden hacer muy muy largos. Agazapada espera Marine Le Pen, la cual sabía y sabe que su victoria es cuestión de tiempo frente a la falta de alternativa real por parte de la izquierda francesa, donde el Frankenstein de Frente Popular se queda en eso. Una Le Pen que ve como la ultraderecha gana terreno en Europa con la italiana Meloni a la cabeza siendo el puntal principal de estos y haciendo de su discurso contra la inmigración (de boquilla pequeña y para la galería) su mejor arma.
A lo lejos aparece el 5 de noviembre, fecha en la que se celebran las elecciones estadounidenses. La elección del siguiente presidente de EE.UU. podría condicionar no el fondo, pero si las formas en las relaciones internacionales del país norteamericano con Europa.
Ante esto el viejo continente languidece sin saber que hacer: el frente ucraniano es un pozo sin fondo de malgastar recursos, Alemania y Francia, motor de Europa, padecen de parálisis y debilidad y Rusia cada vez obtiene más victorias morales, económicas, políticas y sociales a lo largo de todo el globo bien a través de acuerdos mediante los BRICS, bien mediante su relación con países de África y América Latina. Europa temerosa y temblorosa espera como el maná que venga el Tío Sam a ayudarle y decirle qué hacer, de nuevo el vasallismo apareciendo en escena.
Mientras todo esto sucede, Úrsula Von der Leyen urde su plan para aumentar su poder, reformulando las estructuras y con una oposición interna prácticamente anulada, aprovechando las horas bajas de teutones y galos. Todo el poder para Von der Leyen. El segundo mandato de la belga promete emociones fuertes: mano de hierro, más sumisión de los países al BCE y condiciones casi vejatorias para acceder a cualquier tipo de fondo europeo y todo ello con la ex ministra Teresa Ribera como mano derecha, para que luego nos vengan a decir que el PSOE es de izquierdas y mira por el interés de los de abajo.
Con un mapa minado se mire donde se mire, la realidad es que mientras la UE ate de pies y manos a los distintos países que la conforman por el bien de sus gerentes (BCE, OTAN, EE.UU.), nunca podremos gozar de independencia política, económica y social y por tanto las crisis venideras son sólo cuestión de tiempo. Incluso para Francia y Alemania, países siempre privilegiados por la Unión Europea y el BCE, son ahora arrastrados al fango por cumplir los dictados de Estados Unidos. Sigamos la famosa frase de Marx: “Proletarios de todos los países, uníos” y unamos los intereses de la mayoría, unamos la lucha de los distintos pueblos en contra de los gerentes de la Unión Europea.