En Europa se las prometían muy felices porque habían superado “para siempre” la crisis energética de hace dos años, los precios habían caído sustancialmente y tenían llenos los depósitos de gas. Ya nadie hablaba de crisis energética.
Ahora volvemos al punto de partida: los precios ya no están tan bajos, las reservas han caído y acecha un invierno largo y crudo, como están comprobando en Irlanda, donde se han producido cortes en el suministro eléctrico, lo mismo que en Francia.
La escalada de la guerra ha contribuido a un aumento de los precios del gas de alrededor del 45 por cien este año. Aunque los niveles todavía están muy por debajo de los niveles alcanzados en 2022.
Además, las existencias están disminuyendo rápidamente, ya que las primeras temperaturas bajo cero han aumentado la demanda de calefacción, el viento ha parado de soplar y los aerogeneradores están parados.
En la crisis de 2022 Alemania ordenó compras rápidas de gas destinado a ser almacenado en el mercado mundial a precios récord. Para intentar recuperar parte del coste adicional, Berlín introdujo un impuesto sobre los envíos a través de Alemania. El plan fue criticado porque aumentaba el coste de su obtención para países sin litoral como Austria, Eslovaquia y la República Checa.
Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de Energía, ha dado la voz de alarma, advirtiendo que Europa necesita reservas suficientes para el final del invierno si el tránsito del gas ruso a través de Ucrania finaliza el 1 de enero con el vencimiento del contrato entre Moscú y Kiev.
La Unión Europea sigue recibiendo alrededor del 5 por cien de sus importaciones de gas de Rusia a través de la red de tránsito ucraniana, un contrato que se acaba a final de año y que no se va a prorrogar porque el gobierno ucraniano no quiere hacerlo.
El mes pasado Putin dijo que, por su parte, ellos están dispuestos a seguir suministrando gas a la Unión Europea a través de Ucrania, pero que el gibierno de Kiev debe prorrogar el contrato.
A falta de gas ruso, la alternativa a un invierno crudo y largo es el gas licuado, lo que es sinónimo de precios elevados. En Bruselas cada mañana encienden velas y rezan plegarias para que Oriente Medio no agrave la crisis del gas con otra escalada bélica paralela que multiplicaría los precios aún más.