Ricardo Arenales (Voz).— Una decisión del ejecutivo, aparentemente rutinaria, ha precipitado una de las mayores crisis políticas y económicas de las últimas décadas en Alemania. El canciller de ese país, Olaf Scholz, anunció en la noche del pasado 16 de noviembre, la destitución de su ministro de Finanzas, Christian Lindner, del Partido Democrático Libre (FDP por sus siglas en alemán), por diferencias irreconciliables en el señalamiento del rumbo futuro de la economía de este país.
El FDP, una de las tres fuerzas integrantes de la coalición gobernante, anunció de inmediato el retiro de todos sus ministros del gabinete y, por consiguiente, su salida de la coalición. Dicho en otros términos, la coalición gobernante, de la que hacen parte también los socialdemócratas de Scholz y los Verdes, se vino abajo.
En estas condiciones, el canciller alemán pidió un voto de confianza en el parlamento, el próximo 15 de enero, para continuar su mandato, mientras políticos del círculo cercano al gobernante no descartan la posibilidad de que Scholz aspire a la reelección en las justas electorales venideras.
Un paso al costado
Las aspiraciones de Scholz llegan en el peor momento de su carrera política. Recientemente, en unas elecciones regionales, su partido casi es barrido del escenario político y debió resignarse a un 15 por ciento de aceptación de los sufragantes. Quedó situado como la tercera fuerza política del país, un repliegue en favor de la ultraderecha.
Sin embargo, partidos de la oposición han pedido al mandatario que no espere hasta el 15 de enero para un voto de confianza que no llegará y dé un paso al costado, convocando elecciones anticipadas. Estos comicios, aseguran, aportarían a la solución de la actual crisis política. Esta opinión es compartida por sectores de su propio partido de gobierno, que sostienen que la situación del mandatario es insostenible.
Alemania, la primera economía de Europa y la tercera en el mundo occidental, se hunde como el Titanic. Empresas industriales emblemáticas, como la Volkswagen, con 87 años de historia, se han visto obligadas a cerrar sus puertas. Así, se derrumba una empresa emblemática que simboliza el milagro económico alemán.
Crecimiento cero
Con el anuncio, la fábrica de automóviles decidió despedir entre 30 y 60 mil de sus trabajadores. Las ventas de Porsche cayeron en un 19 por ciento en el tercer trimestre de este año; las de Mercedes Benz en un 13 por ciento y las de BMW en un 30 por ciento.
Estas cifras no sólo afectan la industria automovilística, sino que repercuten al conjunto de la economía. Durante el presente año, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) alemán se ha mantenido en cero y decrecerá en un 0,2 por ciento para diciembre. El próximo año, se estima que habrá de nuevo crecimiento, pero en una tasa de apenas el 0,8 por ciento, de acuerdo con previsiones del Fondo Monetario Internacional.
Las elites alemanas están metidas en un lío del que no saben o no quieren salir y reaccionan empeorando la situación. Se ha puesto de moda culpar a Rusia de la grave situación económica del país. Sin embargo, lo cierto es que la estrecha relación germano norteamericana resultó desastrosa para Alemania.
Costo de la guerra
Estados Unidos embarcó al país teutón y a toda Europa en la aventura bélica contra Rusia por el conflicto en Ucrania. Alemania es el segundo país en el mundo, después de Estados Unidos, que financia generosamente con armamento y recursos económicos al régimen de Zelenski. El precio de esa ayuda ha resultado costoso para el pueblo germano que vio derrumbarse los privilegios conseguidos desde la posguerra.
El mayor problema de Alemania es que su política exterior está servicio de los intereses estadounidenses, lo que va en contra de los intereses económicos de la mayoría de la población alemana, aunque hay que indicar que los alemanes más ricos se han beneficiado bastante de este caos. A pesar de ello, Alemania en su conjunto está en el bando perdedor en lo que se refiere a Rusia, China y las guerras en la periferia de la Unión Europea, que provocan millones de personas refugiadas.
En estas condiciones, el canciller Scholz no tiene otro camino que adelantar las elecciones generales para el 23 de febrero próximo, tras la disolución de su inestable coalición de gobierno. En medio de este caos, la perspectiva es que en tales comicios se imponga una coalición de ultraderecha, siguiendo la tendencia observada en los últimos tiempos en Europa.