Al llegar a una determinada fase de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. Y se abre así una época de revolución social.
Los partidos revolucionarios en los períodos de auge de la revolución aprenden a avanzar; en los períodos de reacción deben aprender a replegarse certeramente, a pasar a la clandestinidad, a mantener y fortalecer el Partido como organización clandestina, a utilizar todas las posibilidades legales y todas las organizaciones legales, principalmente las organizaciones de masas, para fortalecer los vínculos con éstas.
El objetivo político fundamental de los bolcheviques seguía siendo el mismo de 1905: derrocar el zarismo, llevar a término la revolución democrático-burguesa, pasar a la revolución socialista.
Los bolcheviques aplicaron su línea revolucionaria luchando en dos frentes contra dos variedades del oportunismo en el interior del Partido: contra los liquidadores, enemigos abiertos del Partido, y contra los llamados otsovistas, adversarios encubiertos de él. Lenin señalaba que los liquidadores eran agentes de la burguesía liberal dentro del Partido. Los “otsovistas” disfrazaban su oportunismo con frases “izquierdistas”. Se comenzó a dar ese nombre a un grupo de ex-bolcheviques que exigían la retirada de los diputados obreros de la Duma y la renuncia, con carácter general, a toda actuación dentro de las organizaciones legales [“otsovat”: revocar, retirar]. Los otsovistas negabanse resueltamente a trabajar en los sindicatos obreros y en las demás organizaciones legales. Con ello rompían los vínculos entre el Partido y el proletariado, privaban a aquel de enlace con las masas sin partido, querían encerrarse en la organización clandestina y al mismo tiempo exponían a ésta a los golpes del enemigo, al privarla de la posibilidad de atrincherarse detrás de las organizaciones legales.
Tanto los liquidadores como los “otsovistas” no habían sido nunca más que elementos pequeño- burgueses circunstancialmente adheridos al proletariado y a su Partido y que, al llegar los momentos difíciles para el proletariado, evidenciaron con particular claridad su verdadera naturaleza.
Trotski apoyaba a los mencheviques liquidadores. En 1912 fue el organizador del Bloque de Agosto, que no era sino un bloque de todos los grupos y tendencias antibolcheviques contra Lenin y contra el Partido bolchevique. Trotski disfrazaba su tendencia liquidadora con una actitud centrista, es decir, conciliadora, afirmando que él estaba al margen de los bolcheviques y de los mencheviques y luchaba por conciliarlos.
Con el apoyo de Zinóviev, Kámenev, Rykov y otros aliados encubiertos de Trotski fue convocado en enero de 1910, en contra de Lenin, un pleno del Comité Central. En este pleno se acordó suspender la publicación del periódico bolchevique “Proletari” y ayudar con dinero al periódico Pravda que Trotski editaba en Viena.
Sólo ante la insistencia de Lenin se logró que el pleno tomase el acuerdo de condenar a los liquidadores y a los otsovistas. La posición de Lenin fue apoyada enteramente por el camarada Stalin quien publicó un artículo en el que se condenaba la conducta de los cómplices del trotskismo.