… /… Al poco de finalizar los bombardeos, Estados Unidos procedió a instalar la base militar más importante en Europa –con capacidad para 7.000 efectivos– en un territorio próximo a la frontera con Macedonia, para ejercer un mayor control sobre Medio Oriente y Eurasia. En 2008, promovida por Estados Unidos, el gobierno de Kosovo declaró unilateralmente la independencia. En 2003, la población de Montenegro optó por su independencia de Serbia.
Para la agresión perpetrada por la OTAN contra Yugoslavia fueron usados métodos terroristas y bandidescos, como en tantos otros países, en que los pueblos son utilizados por sus respectivas burguesías y el imperialismo como carne de cañón en su disputa por el reparto del territorio en zonas de influencia. El pueblo llano es arrastrando a los mayores sufrimientos; desatado el odio, reaparecen la limpieza étnica y las conductas más infames de unos contra otros. El conflicto, contrariamente a lo que la propaganda imperialista proclamaba, atribuyendo su origen a “odios seculares” entre los pueblos ex-yugoeslavos y calificándolo de “guerra étnica o religiosa”, no era más que una guerra interimperialista. En ningún caso, se trataba de una guerra de liberación nacional.
Para justificar el uso de una fuerza ilimitada, a base de bombardeos de todo tipo que asesinan indiscriminadamente a la población civil y destruyen el país, necesitan atribuir a los resistentes patrióticos “pavorosas masacres”. La llamada “ayuda humanitaria” o “corredor humanitario” se hace entonces urgente y necesaria para detener esa “limpieza étnica” que todos practican.
A través de la propaganda mediática los bombardeos se convierten en una necesaria “intervención humanitaria” con el fin de evitar los “genocidios”; había que demostrar que solo los serbios cometían barbaridades. Un imperialismo humanitario, que instrumentaliza los sentimientos para “vender” las mayores atrocidades. Un documental de una televisión alemana sobre el conflicto, tituló significativamente: “Comenzó con una mentira”. Los profesionales de esta propaganda y manipulación, con todo cinismo nos dicen: “No es nuestro trabajo comprobar la veracidad de las informaciones. Ni siquiera estamos preparados para ello. Nuestra tarea es difundir informaciones de utilidad lo más rápido posible y hacerlas llegar a los grupos de interés más pertinentes”.
Sobre las “atrocidades” serbias, después hemos sabido que los 40 albaneses encontrados muertos en Rakak no habían sido “ejecutados”, sino que eran tropas mercenarias del llamado Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), muertos en acciones; fueron colocados juntos en una zanja para que las cámaras los filmaran. Los 1.500 cuerpos, supuestamente enterrados en las minas de Trepka, nunca fueron encontrados, como tampoco lo fueron los miles de albaneses que supuestamente habían sido metidos en picadoras de carne y fueron arrojados a los pozos de una mina. Un atentado contra quienes hacían cola en una panadería de Sarajevo en 1992, titulado en los medios como “Otro crimen serbio” fue “obra de los defensores de la ciudad, principalmente musulmanes –y no asaltantes serbios–”.
Los bombardeos de la OTAN en 1999, que se prolongaron durante 78 días, asesinaron a miles de inocentes, mediante el uso de bombas de racimo, en zonas de alta concentración de población civil; destruyeron las infraestructuras más básicas del país y contaminaron los campos con toneladas de bombas de uranio empobrecido, afectando al medio ambiente y la salud de quienes se vieron expuestos. La CIA formó el llamado ELK para reprimir y asesinar a miles de civiles serbios, a partir de un grupo criminal, que se dedicaba a secuestros, asesinatos por encargo y tráfico de órganos. El jefe de esta mafia fue nombrado primer ministro de Kosovo; para estos tipos no hubo “juicios por crímenes de guerra” como los realizados contra los dirigentes serbios, y tampoco para Clinton, Bush, Blair, Solana y otros verdaderos criminales de guerra.
En palabras del serbio Milosevic cuando era juzgado “Yugoslavia es una comunidad multinacional y solo puede sobrevivir bajo unas condiciones de total igualdad para todas las naciones que viven en ella”. Dicho de otra manera, solo mediante el reconocimiento al derecho de autodeterminación y su efectiva aplicación, es como los pueblos y naciones más diversas han logrado y lograrán su integración y unidad, con respeto a todas sus particularidades.