EE.UU. y la Unión Europea vuelven a enfrentarse a un «familiar dilema» en Oriente Medio después de la caída de Bashar al Assad en Siria: decidir si colaboran con grupos islamistas considerados en la mayoría de estos países como terroristas o arriesgarse a ceder influencia a otros Estados, publica The Wall Street Journal.
Según el diario neoyorquino, la situación actual es muy parecida a la de la ascensión al poder de los talibanes en Afganistán en 2021. Esta semana, diplomáticos estadounidenses y europeos han iniciado los primeros contactos para evaluar si se puede confiar en el emergente gobierno de transición que está formando Hayat Tahrir al Sham (HTS), considerado un grupo terrorista por EE.UU., Turquía, Rusia e Irán y otros países, además de por las Naciones Unidas.
Así, el viernes el Departamento de Estado de EE.UU anunció que enviados de Washington llegaron a Siria para mantener conversaciones directas con los nuevos gobernantes de facto y discutir su visión «para el futuro de su país y cómo Estados Unidos puede ayudar a apoyarlos», así como «los principios de transición aprobados por Estados Unidos y sus socios regionales en Áqaba, Jordania».
Asimismo, WSJ reporta que, antes de levantar las sanciones que pesan sobre HTS y Siria, Occidente trata de alcanzar compromisos relativos a la eliminación de armas químicas, la protección de las mujeres y los grupos minoritarios y la lucha contra extremistas como el Estado Islámico**, que podrían intensificar sus actividades aprovechándose de la inestabilidad de la situación.
«Los Estados occidentales están llegando rápidamente a la conclusión de que tienen que comprometerse con HTS a pesar de su inclusión en la lista de organizaciones terroristas», declaró al medio Julien Barnes-Dacey, director del programa de Oriente Medio y Norte de África del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.