En la CNN están están tan entusiasmados con la victoria de Al Qaeda en Siria que se pasaron de rosca, especialmente su corresponsal Clarissa Ward, a la que asimilan a una “animadora” del yihadismo.
El momento de la salida de un preso sirio de la cárcel “captura la complejidad de la situación en Siria”, dijo Jake Tapper, un cabecilla de la cadena.
No es la primera vez que acusan a Ward de inventar una historia y montar una escena para aumentar sus índices de audiencia. La fraudulenta cobertura del genocidio israelí en Gaza le provocó un choque con la periodista egipcia Rahma Zein, quien criticó a la corresponsal de la CNN, de “títere” y de ser una mera “portavoz” que “está representando a su gobierno”.
La presencia de Ward en Damasco, donde las milicias yihadistas han tomado el control de la situación, mientras las fuerzas israelíes se apoderan del territorio sirio, representa la culminación de una década de propaganda en favor del derrocamiento de Bashar Al Assad.
En 2012 Ward afirmó haberse paseado “por los callejones de la ciudad vieja de Damasco, con un pañuelo en la cabeza para “vivir durante una semana con los activistas”. Se refería a los terroristas del llamado “Ejército Sirio Libre”, una banda creada con las armas y el apoyo de la CIA y la inteligencia turca, de los que se convirtió en una propagandista entusiasta.
En 2017 a Ward le concedieron un permiso especial para entrar en Idlib, el área de Al Qaeda en el noroeste de Siria protegida por el ejército turco. Para acceder a los cabecillas yihadistas, Ward contrató como enlace a Bilal Abdul Karim, un estadounidense que se unió a la rama siria de Al Qaeda en 2012 y luego fue su principal propagandista en inglés.
A Ward le dieron un premio Peabody por sus reportajes desde el interior de Idlib, pero Karim recurrió a Twitter para denunciar que la CNN apenas había mencionado su nombre.
Poco después Ward apareció en el Consejo de Seguridad de la ONU como invitada de la delegación estadounidense. Describió a las “facciones islamistas” en la provincia de Idlib como “héroes sobre el terreno” que “llenaron el vacío” en la guerra para derrocar al gobierno sirio.
En 2019, cuando Max Blumenthal criticó su visita a Damasco y sus entrevistas con sirios heridos o torturados, Ward cargó contra él, insinuando que su denuncia estaba motivada por su adicción a las drogas.
Con sus continuas manipulaciones la propia Ward ha puesto fin a su trepidante carrera, a pesar de que siga teniendo el apoyo de la CNN. El rescate del preso sirio, al que calificó como “uno de los momentos más extraordinarios” de su vida profesional, ha sido la puntilla.
Incluso los presos que han salido de la cárcel de Mezzeh han lamentado la difusión de un reportaje tan grotesco.