Raúl Antonio Capote (Granma).— Cada día miles de personas de América Latina y el Caribe emprenden un peligroso camino, en pro del sueño de una vida mejor en Estados Unidos. La pobreza, la desesperanza, el miedo por un lado, y la quimera americana por el otro, las empujan en ese propósito.
Viajan a pie, en autobús, en contenedores, atraviesan el mar en frágiles embarcaciones… arrastrados por una fuerza hipnótica similar a la melodía de aquella leyenda del flautista de Hamelín.
Lo frecuente, sin embargo, es que en algún punto del camino algo suele salir mal, quedan en manos de hombres desalmados, armados hasta los dientes, que los convierten en mercancía o los someten al secuestro, la extorsión, la servidumbre o la muerte.
Cada año, miles de migrantes desaparecen al intentar el peligroso viaje hacia la frontera entre Estados Unidos y México, una de las rutas más riesgosas para la aventura migratoria en todo el mundo.
No obstante, una vez cruzada la frontera, no siempre les espera mejor suerte. También se cuentan por miles los que desaparecen en «territorio soñado».
La Fundación para la Justicia, una ong que apoya los derechos humanos de familiares de migrantes desaparecidos, de países centroamericanos, reveló que se desconocen las cifras reales detrás de esa tragedia humana.
Restos de migrantes son encontrados a cada rato en fosas comunes en México y Estados Unidos, y la esperanza de saber noticias de los parientes que partieron un día, hace que el «sueño» se convierta en la peor pesadilla para sus familiares.
Según el Sistema Nacional de Personas Desaparecidas y No Identificadas (NamUs), se desconoce el paradero actual de miles en Estados Unidos; mientras que el Centro Nacional de Información Criminal (ncic), cifra en unos 600 000 los que corren esa suerte cada año. El llamado Instituto Nacional de Justicia califica estos casos como «desastres silenciosos masivos».
Desde hace más de una década, Meaghan Good gestiona The Charley Project, un sitio web con toda la información disponible sobre ciudadanos extraviados, que ayuda a ordenar datos de apoyo para resolver casos que han llegado a un callejón sin salida.
El caso más antiguo es el de Dorothy Harriet, desaparecida el 12 de diciembre de 1910. El nombre de la página, The Charley Project, se debe a Charles Brewster Rose, un niño de cuatro años, secuestrado en Pensilvania, en 1874.
Pero el Gobierno de ee. uu. minimiza estos datos, y nunca será razón para aceptar que es de los países más inseguros. Otros números, sin embargo, se empeñan en corroborarlo. Por ejemplo, 15 717 personas murieron por armas de fuego de enero a noviembre de 2024, según el recuento de The Gun Violence Archive, dedicado a monitorear los incidentes armados en Estados Unidos, citó efe.
Aun así, y por más que la realidad frustre el sueño americano de los que van en su búsqueda, la narrativa de sus voceros tendrá en su gigantesco monopolio de la comunicación la alfombra suficiente para esconder todo lo sucio que lo corroe.