Juan Lehmann (Sputnik).— La imagen de la Patagonia sumida en llamas se convirtió en un lamentable clásico de cada verano argentino. Si bien el fuego prolifera durante cada inicio de año en el sur del país austral, en esta ocasión el flagelo coincide con un fuerte ajuste presupuestario que ata de manos a los brigadistas y bomberos voluntarios que hacen lo imposible por combatirlo.
Hasta el 10 de febrero, 37.600 hectáreas de bosques fueron arrasadas por los incendios, que ya se cobraron la vida de dos adultos -uno de ellos que falleció por resistirse a abandonar su hogar- y más de 200 viviendas fueron destruidas. Además, las familias desplazadas ascienden a 900.
En total, son cuatro los incendios activos, distribuidos en tres provincias sureñas. Las zonas más comprometidas son los parques nacionales Lanín y Nahuel Huapi -con 15.300 y 10.300 hectáreas quemadas, respectivamente-, ambas ubicadas en la provincia de Neuquén; la localidad de El Bolsón, en Río Negro (3.600 hectáreas); y Epuyén, en la provincia de Chubut (3.500)
«La situación es gravísima porque hay muchos focos de incendios. Este es uno de los peores incendios en 30 años», dijo a Sputnik Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de Bosques de Greenpeace Argentina.
Para el experto, las consecuencias lucen casi irreversibles: hay dos parques nacionales afectados, cuyos bosques van a tardar 200 años en recuperarse. Es una pérdida trágica de diversidad en la flora y fauna», advirtió.
Según el investigador, la situación reune todos los elementos de una «tormenta perfecta». «Todos los años hay cerca de 500 focos de incendio, pero la expansión depende de otros factores. Sequía y mucho viento es sinónimo de desastre: para extinguir el fuego se requieren lluvias que no están llegando», apuntó.
«El bosque es un regulador hídrico que desempeña un rol vital para evitar inundaciones. Los emblemáticos parques nacionales no volverán a ser los mismos, y no tomamos noción de la gravedad que esto supone», remarcó el especialista.
Gasolina al fuego
La complejidad del cuadro no responde exclusivamente al incendio: parte de las dificultades para combatir las llamas se explican por el drástico ajuste fiscal desplegado por el Gobierno de Javier Milei en el Servicio Nacional del Manejo del Fuego. De acuerdo al último informe de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, durante el 2024 el Ejecutivo apenas ejecutó un 22% de los fondos destinados al área.
El Centro de Estudios para la Economía Política consignó que la comparación con el año 2023 arroja un recorte presupuestario de más del 70% en términos reales, en el marco de la «motosierra» blandida por Milei para disminuir el déficit fiscal.
«El ajuste en los fondos se siente mucho. Hay una manta corta del Estado para abordar el fuego: este es uno de los peores incendios en 30 años y no tenemos los recursos para combatirlo», alertó Giardini. Los recortes alcanzan a quienes combaten las llamas. Ni bien asumió en 2023, el Gobierno nacional decidió que los contratos de los brigadistas serían trimestrales, lo cual tiñe de un incierto futuro la labor de los trabajadores especializados.
Según el experto, el Gobierno no está habilitando los recursos necesarios, y eso se siente en el territorio». Para Giardini, el ajuste presupuestario impulsado desde la Casa Rosada se condice con la prédica del Ejecutivo respecto a la contaminación ambiental: «No podemos olvidar que este es un Gobierno que niega el cambio climático, y esa perspectiva es muy peligrosa», declaró en alusión a las críticas del presidente a instancias como el Acuerdo de París firmado en 2016.
En 2020, mediante la Ley 26.815, se creó el Fondo Nacional del Manejo del Fuego, un fideicomiso destinado al combate de los recurrentes incendios en el sur y centro del país. Años antes, en 2012 se había sancionado la ley Manejo del Fuego establece que en casos de incendios en campos sería prohibida por 30 años «cualquier actividad agrícola distinta al uso que la superficie tuviera al momento del incendio», con el fin de prevenir la especulación inmobiliaria en las zonas afectadas.
Consultado al respecto, el experto consignó que «el 95% de los incendios son por causas humanas. Siempre puede haber intencionalidad, sobre todo como método de desmonte para llevar a cabo emprendimientos inmobiliarios».