Arabia saudí frena su acercamiento diplomático a Israel

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Hace una década que Arabia saudí venía multiplicando las señales de acercamiento diplomático a Israel. La nueva política se sumaba a la imagen “modernizadora” del príncipe heredero Mohammed bin Salman, que buscaba liberarse del peso histórico de la causa palestina. El reino llegó a prohibir las manifestaciones propalestinas durante quince meses.

 

Sin embargo, la guerra en Gaza ha frenado el acercamiento, obligando a Riad a endurecer repentinamente su posición.

La normalización de las relaciones entre Israel y varios países árabes, sellada en 2020 por los Acuerdos de Abraham, creó un entorno propicio. La firma de los acuerdos por parte de Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, seguida de Marruecos y Sudán, parecía que iban a rediseñar el mapa diplomático de Oriente Medio.

Para Arabia saudí, cuya influencia regional se basa sobre todo en el petróleo y en su papel de guardián de los lugares sagrados del islam, la nueva situación exigía un equilibrio. El reino sigue de cerca los acontecimientos diplomáticos, sondeando las reacciones del mundo musulmán y manteniendo contactos discretos con Tel Aviv. Este enfoque cauteloso permitió a Riad considerar una normalización gradual sin correr el riesgo de una desestabilización interna.

La radicalización actual de Riad tiene su origen en la necesidad de preservar a su población, particularmente sensible al destino de los palestinos. Los jóvenes saudíes, que representan más de un tercio de la población, ejercen una presión considerable sobre el gobierno. Las recientes declaraciones de Estados Unidos e Israel sobre la posible deportación de los palestinos fuera de Gaza o la transformación de la Franja en un parque de atracciones turístico, han conmocionado al reino.

Riad considera inaceptables las propuestas y reafirma su línea roja: no habrá “normalización” con Israel sin la creación de un Estado palestino.

El cambio de rumbo saudí también responde a consideraciones políticas pragmáticas. En un contexto en el que Irán, rival histórico del reino, atraviesa un período de fragilidad, los saudíes pueden permitirse el lujo de distanciarse de Washington y Tel Aviv sin temer un debilitamiento estratégico importante.

Sin embargo, esta postura más intransigente no supone una ruptura definitiva. El pragmatismo característico de la diplomacia saudí deja la puerta abierta a una futura reanudación del diálogo con Israel, una vez que se hayan aliviado las tensiones en torno a Gaza.

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