Europa a la deriva

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Los nuevos magnates del “capitalismo de plataformas” se preparan para hacer corresponder su ascendencia económica con un peso político proporcional, frente a las viejas poderosas familias que han dominado la economía mundial hasta ahora. En todo ello Europa ni pinta ni parece que vaya a pintar nada en adelante.

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Andrés Piqueras.— En un esfuerzo entre servil y de miseria cortoplacista por defender los intereses de EE.UU. como propios (por ser unos intereses a los que cada vez se encuentra más ligada su clase capitalista a través del proceso de centralización del capital o absorción de empresas europeas por el capital estadounidense, así como por la deriva financiero-especulativa de su economía), Europa se lanzó a una guerra contra Rusia a través de Ucrania (riéndose repetidamente de los Acuerdos de Minsk, como sus líderes reconocieron), y a unas locas sanciones contra el gigante euroasiático que perjudicaron seriamente al campesinado y en general, a los exportadores del sector primario; tocando de muerte a ramas enteras de la industria gracias a la elevación de los costos energéticos y han privado de un mercado en auge y de transacciones al sector servicios, banca incluida. Las propias compañías aéreas perdieron competitividad al no poder sobrevolar el espacio ruso ni desplazar pasajeros sobre esa enorme masa de tierra.

A esas decenas y decenas de miles de millones de euros perdidos habría que sumar los que EE.UU. a través del mando de la OTAN, obliga a inyectar a un esfuerzo bélico tan descabellado como impotente, e incluso para mantener la propia OTAN. Detrayendo, con esto, más y más fondos públicos, privando crecientemente al Estado de su función redistributiva expresada en servicios sociales básicos así como en el cuidado de infraestructuras y aseguramiento de funciones soberanas.

A consecuencia de ello, se ha venido dando un amplio y creciente descontento de las poblaciones, el cual más y más busca colarse, como el agua, por las grietas más fáciles del deteriorado entramado social: populismos de distinto pelaje, como el característico de la nueva “izquierda del Sistema”, pero sobre todo de la versión neonazi del mismo, que encuentra autopistas abiertas por la retirada social y el colaboracionismo de esas izquierdas -y de la mayoría de las viejas incluidos los partidos comunistas- con todo el mencionado destrozo social.

Buena parte de las masas optaron, en una desesperación egoísta, por preservar el “Bienestar” residual (ya no entendido como conquista histórica, sino como privilegio de nacimiento por ser europeo/a, blanco/a) a costa del resto del planeta, ancladas en la nostalgia o el sueño de un capitalismo de riqueza y derroche al modo keynesiano, cuando el Sistema crecía manteniendo una enérgica reproducción ampliada del capital y su condición neoimperial le permitía extraer recursos y energía del resto del mundo sin apenas contratiempos ni grandes resistencias coordinadas.

¿Qué pretendían los desquiciados líderes europeos con toda esa parafernalia de agresiones a Rusia? Probablemente picaron los cebos anglosajones de una fácil y rápida derrota rusa; que una Rusia acosada militar y económicamente se desmoronaría pronto, quedando abierta en canal para que Europa hundiera en ella las manos y se apropiara de sus enormes riquezas (al fin y al cabo es lo que lleva intentando desde hace al menos dos siglos).

Aún hoy, empezando a verse huérfanos de ese liderazgo anglosajón, los desesperados líderes europeos siguen pidiendo a sus poblaciones que acepten el derroche belicista. Ver, por ejemplo, el caso del Reino de España, con un gobierno de coalición entre la “izquierda-casta” del Sistema y la “neoizquierda del Sistema” (El gasto militar español debe subir a 24.000 millones para cumplir con la UE y la OTAN).

Rabian los líderes guerreristas de la Europa de las deslibertades y del desdesarrollo -a la manera del siempre fiel jardinero Borrell que echa espuma por la boca contra las decisiones de negociación con Rusia-, al sentirse traicionados por su jefe después de tanta bilis derrochada, de tanta idiotez geopolítica y de tanto daño autoinflingido a los propios intereses de Europa  (Los líderes europeos pro guerra se quedan sin aire tras el paso dado por Trump en el conflicto en Ucrania *).

Mientras que Trump acepta tácitamente la multipolaridad y se pone a negociar con el Mundo Emergente –aunque bajo sus cada vez menos ocultos intereses de apropiación de las riquezas ajenas-, una Europa sin rumbo sigue empeñada en suicidarse, a la manera del chihuahua que se lanzó tras del águila contra el oso y ahora sigue ladrando solo una vez que el águila parece querer dejar la pelea.

¿Por qué? ¿Qué aspiran a conseguir todavía esos demenciados líderes europeos de la OTAN y la UE? Probablemente piensen que ya no hay marcha atrás una vez que mordieron al oso y crean que si le siguen mordiendo el águila volverá en su ayuda. Desde luego, están poniendo todo su empeño en llevar a EE.UU. junto a ellos hasta un punto de no retorno bélico, como si agredir a la primera o segunda potencia militar-nuclear del mundo fuera una cuestión de poca monta (algo que, sorprendentemente, para una parte considerable de las poblaciones europeas parece que no fuera con ellas, ajenas a lo que se cuece como cangrejos antes de ser lanzados a la olla).

En ese ínterin, el Eje Anglosajón (USA-RU) ha conseguido debilitar a Europa, especialmente a través del estrangulamiento de Alemania, hasta el punto de prácticamente eliminarla como posible futuro competidor económico.

“Estados Unidos abandonó los acuerdos para una arquitectura de seguridad paneuropea inclusiva basada en la ‘seguridad indivisible’ para mitigar la competencia en materia de seguridad y sustituirla por sistemas de alianzas para dividir el mundo en aliados dependientes frente a adversarios debilitados.” (Glenn Diesen, https://glenndiesen.substack.com/p/mackinders-maritime-hegemony-and).

Y ya se sabe, cuando el capital encuentra problemas para reproducirse ampliadamente, las intenciones redistribuirás de sus personificaciones (la clase capitalista y sus agentes políticos), las posibilidades de protección de las sociedades, así como las de exhibir sus “bondades democráticas”, que tantas luchas costaron arrancarle, involucionan aceleradamente.

La patética Conferencia de Seguridad de Munich

En la Conferencia de Seguridad de Munich (Foro Atlantista) de 2007, Putin entró por primera vez en la escena mundial y propuso una Europa unida, con Rusia (que no sólo también es Europa sino que la sostuvo por siglos). Reiteró la propuesta de un esquema de seguridad europea integrada, advirtiendo sobre la inviabilidad de pisotear la legalidad internacional con intervenciones militares contrarias a la ONU y de que Rusia no retrocedería más (como hizo tras la caída de la Unión Soviética).

18 años después, tras la expansión de la OTAN a las mismas puertas de Rusia, abandono de Tratados de control de armamento por parte de EE.UU., golpe de Estado en Ucrania con masacres en Donbas y bandas de nazis asumiendo el liderazgo estratégico-militar y la amenaza directa de implantación de armas nucleares, la respuesta rusa de autoprotección sigue siendo vilmente presentada como amenaza y como riesgo de invasión de Europa (hay descerebrados, incluso en las Universidades europeas, que dan credibilidad a esto, abotargados por la intoxicación bélico-cognitiva en curso desde hace años).

Por eso en esta última patética Conferencia de Seguridad los Sociópatas de la guerra europeos claman por una necesidad inexistente de aumentar (aún más) la inversión armamentística y mejorar la coordinación entre los Estados europeos hasta conseguir un modelo de “seguridad continental” (¡contra Rusia!) con mayores capacidades militares propias, como si los recortes sociales que eso significa fueran a anular la inferioridad militar o a permitir que algún día Europa fuera la principal potencia bélica en un juego de destrucción mundial.

Y como quiera que el águila no da señales de querer volver a la pelea, ahora se convocan de urgencia a sí mismos en París para ver si pueden diseñar más políticas de muerte. Los que bajo ninguna consideración quieren la paz en Ucrania (como ha venido a decir el ministro de asuntos exteriores húngaro), incluso contemplan el envío de tropas a ese país eslavo en descomposición, con el fin, efectivamente, de frustrar las negociaciones Trump-Putin y calentar la caldera de la guerra hasta el punto máximo de ignición, con riesgo definitivo, mortal, para toda Europa.

Vamos, que esos líderes chihuahuas quieren tal vez hacerse dóbermans frente al oso(sin importarles lo que eso significa de riesgo de destrucción y muerte para sus sociedades), en vez de hacerse si no amigos, al menos “asociados” del oso para construir una Eurasia potente en todos los aspectos, la región con mayor dinamismo, la auténtica “Isla del Centro del Mundo” (que como advertía Mackinder significaría el fin definitivo del dominio mundial anglosajón -razón por la que Inglaterra y USA llevando siglos y medio provocando conflictos y guerras para dividir Eurasia e impedir su alianza grancontinental-).

Lamentable, descabellado, canallesco, suicida… se acaban los adjetivos. Los Sociópatas de la Guerra, empeñados no sólo en la descomposición social de Europa sino en ponerla en riesgo de aniquilamiento, nos llevarán a un escenario eruptivo, de estallidos sociales.  El panorama político a buen seguro se modificará. Las izquierdas del Sistema (o integradas en el mismo) serán aún más barridas, y las ascendentes ultraderechas, una vez muestren su incapacidad de ofrecer nada más que agresiones a la clase trabajadora autóctona y heteróctona, represión y odio, dejarán al Sistema con la única opción de hacerse definitivamente despótico hacia el abismo o de reaccionar al menos para salvar los muebles -autoritarismo incluido, por supuesto-, como está intentando Trump. Algo de gran calibre y alcance a escala social, desde luego, comenzará a pasar muy pronto en términos históricos.

Trump y el mundo

Resulta evidente desde su primer mandato que lo que la facción de poder que representa Trump busca es recuperar algo de lo que fue un capitalismo productivo, en contra de la deriva financiera-especulativo-ficticia sostenida por el Partido Demócrata y buena parte también del Republicano. Porque sólo a través de la creación de nuevo valor industrial se puede realmente “ser (algo) grande de nuevo”.

Pero cualquier mínimo fortalecimiento económico, industrial (EE.UU. no está en condiciones de ir mucho más allá), pasa por contar con energía y recursos en gran escala.

Entonces, la facción trumpista del poder estadounidense busca claramente apropiarse allá donde haga falta de esos recursos y tierras, como Trump no tiene el más mínimo pudor en proclamar. Y esto incluye a Palestina y sus recursos gasíferos, por lo que el presidente norteamericano anuncia insultantemente en contra de todas las convenciones, tratados y acuerdos que hasta ahora habían permitido al capitalismo aparentar que era un sistema razonable, hacer limpieza étnica del pueblo palestino. Y nuestros media repiten esa intención sin escándalo, como si estuvieran anunciando la temporada de caza de las perdices, acostumbrando poco a poco a la idea, para hacernos convivir con el Horror, para naturalizarlo.

La estrategia de dominio del mundo de la facción trumpista no pasa por hacerlo necesariamente a través de la guerra, sino de llevarlo a cabo, mientras todavía pueda, a través del lado más bruto de la economía: amenazas, sanciones, aranceles… guerra económica en una palabra, en un juego de suma cero, “nosotros ganamos, vosotros perdéis”, “no tenemos nada que ofreceros, pero si no aceptáis nuestras condiciones sufriréis las consecuencias” (Groenlandia, Palestina, Canadá, la UE, el continente americano, Suráfrica, Argelia, Ucrania…empiezan a ser terribles ejemplos de ello).

Así que Trump no está tan interesado en la guerra por la guerra, y como el principal competidor económico de EE.UU. es China, y no Rusia, lo que pretende es apaciguar a Rusia y si fuera posible, separarla de China. Si el poderío económico y el militar se divorciaran (hoy por hoy poco probable), el Eje Anglosajón tendría una nueva oportunidad de seguir dominando el mundo.

Para NuestraAmérica Trump también tiene la intención de apropiarse o al menos seguir beneficiándose de sus recursos. Negociar recursos a cambio de ciertas “ententes” pinta ser la política a seguir y es lo que puede estar tras el viaje del enviado especial de Trump, Richard Grenell, a Venezuela (como Misión Verdad explica adecuadamente https://observatoriodetrabajad.com/2025/02/06/la-administracion-trump-enmienda-el-relato-de-venezuela-como-amenaza-mision-verdad/).

Por eso, países sin grandes recursos que ofrecer, y que además son “díscolos”, como Cuba, sufrirán aún más las consecuencias de la apretada de tuercas estadounidense. Una vez abortados los intentos de Ecuador y Perú por liberarse de las cadenas, cuidado Nicaragua (sin grandes recursos y con canal transoceánico en proyecto) y Bolivia (con abundantes recursos). Veremos pronto qué actitud se viene encima con ellas.

En cuanto a Asia occidental, ha sido desde la Posguerra Mundial la zona de reserva energética estratégica estadounidense y el enclave de su entidad sionista o bastión avanzado en Asia. Será muy difícil que EE.UU. deje fácilmente que se consolide allí la presencia protagonista de otros actores, pues lo que busca es reestructurar la correlación de fuerzas regional para minar la influencia de Irán (en principio puede que sin agresión militar por medio), terminar de debilitar al Eje de la Resistencia -ya bastante golpeado en Líbano y fulminado por ahora en Siria-, hacer del ente sionista un agente aceptado por el sionismo árabe -aun sin población palestina dentro de sus fronteras- (¿reactivación de los Acuerdos de Abraham?), así como disponer a sus anchas de las enormes riquezas energéticas de la región.

En África sigue EE.UU. su competición sorda con China y también la línea de destrucción de lo que el gigante asiático quiere allí engarzar y desarrollar. Es de suponer que Trump continuará desplazando a Francia del continente, pero resulta más dudoso saber qué hará respecto de las horrendas sangrías de Sudán y República Democrática del Congo, por ejemplo, si bien lo más previsible es que continue con ellas.

No perdamos de vista, en cualquier caso, que asistimos a un cambio importante en cuanto a los medios de producción que constituirán la base productiva del Sistema. La fusión de lo digital y el ‘hardware’ y los grandes conglomerados resultantes de ello, conllevan una cada vez mayor, altísima, concentración (y a todas luces, centralización) del capital, lograda en parte gracias a la diversificación de activos mediante la absorción de sectores industriales enteros y toda clase de líneas de servicios.

Una modificación completa de la economía mundial que supone una reestructuración del Poder entre las cúpulas capitalistas. Los nuevos magnates del “capitalismo de plataformas” se preparan para hacer corresponder su ascendencia económica con un peso político proporcional, frente a las viejas poderosas familias que han dominado la economía mundial hasta ahora. En todo ello Europa ni pinta ni parece que vaya a pintar nada en adelante.

La verdadera pugna vendrá entre el descontrol anárquico de esa tendencia sistémica que conduce a una inmensa e impúdica acumulación de riqueza y poder por unos cuantos oligarcas (que aun si perdieran el 99% de su fortuna continuarían siendo billonarios), y la capacidad de una economía planificada para llevar a cabo la transición económica hacia un verdadero desarrollo social y humano. En eso China tiene mucho que decir -y que decidir

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