…Los asesinatos de los autoritarios y fascistas comenzaron con el propio golpe de estado. Así, en la noche del 17 al 18 de julio de 1936 los golpistas pasan por las armas a 225 personas en el Marruecos español. Con las tropas coloniales, que cruzan el Estrecho y avanzan por el sur de la Península, vendrá la muerte sistemática para los que se opongan o no colaboren con el golpe de estado. En agosto de 1936 según van ocupando Extremadura van asesinando. En el Puente de la Ribera de Llerena (Badajoz) un grupo de milicianos es entregado al comandante Castejón, el jefe de la Agrupación nº 2 de la Columna Madrid, y son asesinados a continuación. Este mismo Castejón tomará como método asesinar a una “cuota” de gente, 48 personas en Zafra y 56 en Villafranca, ambas localidades de Badajoz. En Almendralejo (Badajoz) asesinan 1.000 prisioneros, incluidas 100 mujeres. Un testigo de los hechos dice que “en Almendralejo fusilaron 1.200 hombres y 200 mujeres”.
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Después de la toma de Badajoz, el 14 de agosto, comienza la matanza, que, como sabemos, fue admitida por Yagüe, el comandante en jefe de las tropas que asolaban Extremadura, ante el periodista John T. Whitaquer. Un fascista anota, “en las calles se apilan montones de cadáveres”. Un hagiógrafo de Yagüe escribe, “sólo en la Plaza de San Juan y calles adyacentes se recogieron cerca de cien muertos de los mil hombres que cayeron en la batalla”. En Badajoz “además de la Plaza de Toros y del entorno de la Puerta del Pilar, fue utilizado como campo de concentración para hombres y mujeres un amplio sector situado entre el Cuartel de la Bomba y la Muralla”. Los asesinados en Badajoz son tantos que, según informa el periodista portugués Mário Neves, las autoridades fascistas no los mandan enterrar sino que ejecutan una “incineración masiva” con “gasolina”, lo que provoca una “gran humareda”, “una columna de humo blanco de más de cincuenta metros de altura” ya que “hace diez horas que la hoguera arde”. Otro periodista extranjero, Marcel Dany, informa que “la sangre corría por las aceras como riachuelos”, como producto de los masivos fusilamientos que los fascistas estaban llevando a cabo. Un corresponsal extranjero más, Jacques Berthet, escribe: “los milicianos y los sospechosos arrestados por los golpistas han sido pasados inmediatamente por las armas (…). Nosotros hemos visto la acera de la comandancia militar cubierta de sangre de los ajusticiados (…). Los arrestos y ejecuciones en masa, en la Plaza de Toros, continúan”.
En Mallorca, en agosto, el fascista italiano Arconovaldo Bonacorsi, autotitulado conde Rossi, dirige la Falange en una feroz represión. George Bernanos, un “católico y monárquico”, según su propia definición, que vivía por estas fechas en Mallorca, que tenía un hijo que era “teniente de la Falange”, y que creía que “Benito Mussolini podría sobrepasar a Alejandro o César” en grandeza, informa: “Afirmo, afirmo sobre el honor que en los meses anteriores a la guerra santa no se cometió en la isla ningún atentado contra las personas ni contra los bienes”. Esto no fue obstáculo para que el conde Rossi, liderase una criminal represión. Nuestro testigo relata así un episodio de esta represión, “los italianos habían sacado de la cama en medio de la noche a doscientos vecinos de este pueblo cercano a Manacor (Porto Cristo), considerados sospechosos, les habían llevado por hornadas al cementerio, les habían ejecutado con un tiro en la cabeza y habían quemado los cadáveres cerca de allí. El personaje del obispo-arzobispo había mandado al lugar a uno de sus curas que, chapoteando entre la sangre, impartía absoluciones entre descarga y descarga (…). Esta matanza de miserables indefensos no arrancó ni una palabra de condena, ni siquiera la más inofensiva reserva de las autoridades eclesiásticas”. Esto no fue todo, según Bernanos “la primera etapa de la depuración duró cuatro meses. Durante cuatro meses, el extranjero (conde Rossi), primer responsable de esas carnicerías, siempre ocupó un lugar de honor en todos los oficios religiosos (…). Las cañadas de la isla, en las cercanías de los cementerios, recibieron regularmente su fúnebre cosecha de mal pensantes.
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Obreros, campesinos, pero también burgueses, farmacéuticos, notarios (…). Estos hechos son de dominio público. Cuando ya casi había terminado la depuración casa por casa, hubo que pensar en las cárceles. Estaban llenas, imaginaos. Llenos también los campos de concentración. Llenos los barcos desarmados, los siniestros pontones vigilados día y noche (…). Entonces empezó la segunda fase, la depuración de las cárceles (…). Entonces empezaron a sacarlos en grupos, según su lugar de origen. A mitad de camino la carga se vaciaba en una fosa (…). ¿Cuántos muertos? (…). La cifra que voy a daros me la proporcionó uno de los jefes de la represión palmesana. El cálculo popular es muy distinto. Pero no importa. A primeros de marzo de 1937, al cabo de siete meses de guerra civil, estos asesinatos ascendían a tres mil. Siete meses son doscientos diez días, es decir, un promedio de quince ejecuciones diarias (…). El reverendísimo obispo de Palma no ignora estas cifras”.
Como broche de su barbarie, los golpistas se ensañaron con las mujeres “rojas”. Ellas no sólo perdían los derechos que habían adquirido con la República, como poder votar, ser elegidas, divorciarse y derecho al aborto voluntario, sino que fueron metidas en una espiral de barbarie donde el rapado, el purgado con aceite de ricino, la violación y el asesinato fue un proceder general de los autoritarios y fascistas sobre ellas. Queipo de Llano justificará directamente su violación por los micrófonos de la Unión: “Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significó ser hombre de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”. En julio y agosto de 1936 en el pueblo sevillano de Arahal ocurrió lo que iba a ser norma de comportamiento de las columnas golpistas en las poblaciones de Andalucía y Extremadura, “a las jóvenes de izquierdas las violaron en repetidas ocasiones” y a 28 mujeres rojas las asesinaron. El propio Queipo de Llano alardea de este proceder asesino, en una de sus charlas dice que “al Arahal fue enviada una columna formada por elementos del tercio y Regulares, que han hecho allí una razzia espantosa (…). En esa razzia a el Arahal de que os he dado cuenta –y que continuará en días sucesivos en todos aquellos pueblos donde hayan sido atacados los puestos de la Guardia civil- han tomado parte elementos de Falange Española y del Requeté”. El 19 de julio es ocupada por la guardia civil la población de Fuentes de Andalucía (Sevilla). El día 25 los guardias civiles cargaron un camión de mujeres, las llevaron a una finca donde se hicieron servir la comida por ellas para, acto seguido, violarlas y fusilarlas, arrojando sus cadáveres a un pozo. Sólo en la provincia de Sevilla ya están hoy documentadas 477 mujeres asesinadas. No todas fueron asesinadas por el mero hecho de ser mujeres de rojos sino por su propia actuación política ya que más de una fue fusilada por “su señalada intervención revolucionaria”. También se dieron muchos casos de mujeres asesinadas en avanzado estado de gestación. Pero el salvajismo golpista no tenía fronteras, la mujer de un minero de Aznalcóllar es fusilada mientras da la luz y al hijo recién nacido lo matan a culatazos. Estas manifestaciones de odio visceral a la mujer eran producto de la ruin mentalidad machista con que los autoritarios y fascistas veían a las mujeres que se estaban emancipando, lo que no toleraban. Para ellos era inadmisible que la mujer se saliese del papel de madre y esposa reproductora de la ideología dominante en la familia. Para los reaccionarios y fascistas todo esto se resumía en el axioma, “las rojas no tenéis derechos”, como le dijo un policía-carcelero a una mujer que será asesinada por protestar por el asesinato de su hermano.
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Los golpistas no sólo invadieron la metrópoli con el ejército colonial sino que bombardearon sus ciudades. Ambos hechos eran primerizos, insólitos. La invasión de la Península por el Tercio y los Regulares, en asociación con bandas organizadas por los terratenientes, trajo una estela de asesinatos a ras de tierra. Con los bombardeos de las ciudades el horror vendrá desde el aire. Este horror empezó el 27 y el 28 de agosto de 1936 con el bombardeo de Madrid por Junkers Ju-52. Era sólo el comienzo, los bombardeos irán creciendo en número y en capacidad de devastación al ritmo de la ayuda de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini. Madrid estuvo completamente indefenso ante los bombardeos hasta el 4 de noviembre de 1936, día en que los primeros cazas soviéticos, los Chatos (I-15), defendieron el cielo de Madrid. A raíz del 7 de febrero de 1937 la aviación fascista bombardea y ametralla a la población civil de Málaga que huía de la toma de la ciudad por la carretera costera de Motril. El 26 de abril de 1937 la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria arrasan Gernika, era la segunda ciudad vasca arrasada, después de Durango. Como con Durango, el gobierno de Franco no sólo negó el hecho sino que se lo atribuyó a los “rojos”. El día 27 negó el bombardeo Radio Nacional afirmando que Gernika había sido incendiada y destruida por “rojos vizcaínos y dinamiteros asturianos”. En un documental fascista se afirmará: “Gernika, no queda más que el nombre. La meca del legítimo fuerismo vasco ha desaparecido. La prensa judía y masónica del mundo y las hipócritas plañideras de Valencia rasgaron sus vestiduras ante el Caudillo cuyo nombre, limpio como nuestro cielo, pretendieron manchar con la baba de su información calumniosa. La cámara fotográfica, que no sabe mentir, dice bien claro que tanta y tamaña destrucción no fue sino obra de incendiarios y dinamiteros”.
Según avanza la guerra Cataluña se convertirá en la receptora de los bombardeos más sistemáticamente destructivos. El 1 de enero de 1938 comienzan los grandes bombardeos de la aviación fascista italiana sobre Barcelona. Mallorca es la base de la que parten oleadas de bombarderos de los fascistas italianos. Terminando la guerra se concentrará sobre Cataluña todo el poder destructivo de la aviación fascista, la Legión Cóndor, la Aviazione Legionaria y las Brigadas Hispanas del Aire. Tarragona fue bombardeada diez veces entre el 25 de julio y el 3 de agosto de 1938. Entre el 21 y el 24 de enero de 1939 Barcelona fue bombardeada 28 veces. Cataluña soportará alrededor del 40% de las miles de víctimas de los bombardeos de nazis y fascistas.
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La conclusión de la guerra fue la continuación de la barbarie.
Los “rojos” fueron encuadrados en el sistema carcelario. En los campos de concentración, nacidos en la dinámica del golpe de estado que trajo la guerra y oficializados por un decreto en el BOE en julio de 1937, no se trataba de exterminar a todos los trabajadores, la gallina de oro, sino de eliminar de una vez por todas las esperanzas políticas y sociales de la clase trabajadora. Así, lo que sí se quería exterminar físicamente eran sus cuadros políticos mientras se mantenía al resto en el terror y en la esclavitud, en el pánico cotidiano y en el trabajo esclavo. Para hacer esto se clasificó previamente a los prisioneros, los cuadros políticos y militares iban directamente al paredón o al sistema carcelario y el resto iba a sufrir un intento de reeducación política, al mismo tiempo que se aprovechaba su mano de obra en campos de trabajo. La vida cotidiana en los campos de concentración fueron la violencia física, el trabajo esclavo y la humillación política. Así, no sólo se daban las sacas, los asesinatos, las continuas palizas y el trabajo esclavo sino también la humillación política permanente de los prisioneros al obligarlos a cantar el “Cara al Sol” y a ejecutar el saludo fascista, además de la obligatoriedad de asistir a misa y a las charlas de los curas (capellanes). Los capellanes y sacerdotes estaban encargados de buena parte de los programas reeducadores (charlas patrióticas), quehacer sobre la población reclusa que se reglamentó por orden del Ministerio de Justicia en octubre de 1938. Los campos de concentración se fueron extendiendo al compás de la zona fascista.
En febrero de 1939 habría unos 237.100 prisioneros, entre campos de concentración (180.000) y Batallones de Trabajadores (57.000). Del trabajo que generaba el prisionero se beneficiaban los empresarios adictos al régimen, la Iglesia y el Estado. Para una mayor rentabilidad de esta mano de obra esclava el régimen fascista creó Batallones de Trabajadores por profesiones. En las Industrias Militarizadas se utilizaba trabajadores esclavos, bajo mando militar, junto a trabajadores “libres”. El trabajo esclavo del prisionero de la contrarrevolución fascista se consideraba, con un cinismo sin límites, como una “justa reparación al daño causado por su conducta a la Nación”. Esto no fue todo, la delirante metafísica fascista creó campos en los que se efectuaron “investigaciones” en torno al “biopsiquismo del fanatismo marxista y la pureza de la raza hispana”. El promotor de todo este desvarío fue el jefe de los Servicios Psiquiátricos del ejército francofascista, Antonio Vallejo-Nágera. Su equipo, asesorado por dos “científicos” nazis, seleccionó a un grupo de brigadistas y a 50 mujeres republicanas para sus experimentos “científicos”. Ellas desarrollaban la “criminalidad revolucionaria femenina” y “sus apetencias sexuales latentes” en condiciones de inestabilidad social.
La posguerra se cebará con las mujeres “rojas”. Muchas de ellas van a tener que ejercer la prostitución para dar de comer a sus hijos, cuyos abuelos, padres o hermanos mayores habían sido asesinados o estaban presos. En 1940 se calcula que habría unas 200.000 prostitutas y 1.140 prostíbulos censados. A esto añadirle el secuestro “legal” de los hijos de las “rojas” por familias de los vencedores. Mientras esto ocurría en la calle, en la cárcel había alrededor de 50.400 presas políticas. A pesar de toda esta barbarie, los vencedores no tendrán ningún rubor en hablar de “justicia social” o de calificar el régimen fascista de “estado autoritario cristiano”…