Trump 2.0: La visión desde China

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China está bien preparada para lo peor. Como lo ha hecho en el pasado, China tiene la capacidad de convertir los desafíos en oportunidades.

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Wang Wen.— El segundo mandato de Donald Trump podría no ser del todo malo para todas las naciones, especialmente para China. Según muchos internautas chinos, las políticas de Trump han fortalecido involuntariamente a su país. Por eso se ha ganado el apodo popular de «Chuan Jianguo», que significa «Haz que China sea grande».

El primer mandato de Trump hizo al menos tres contribuciones notables al ascenso de China:

En primer lugar, su presidencia destrozó la imagen de Estados Unidos como modelo de democracia para muchos chinos, revelando un caos político y profundas divisiones sociales en el país. Durante décadas, algunos chinos idealizaron a Estados Unidos como un “país hermoso”: la traducción literal del nombre chino para Estados Unidos. Sin embargo, las acciones de Trump proporcionaron lo que algunos describen como una “lección política”, que reformuló las percepciones y fomentó una mayor apreciación por la estabilidad y la gobernanza de China.

En segundo lugar, Trump contribuyó a acelerar el avance de China hacia la independencia tecnológica. Hace más de 20 años, el gobierno chino comenzó a promover la innovación en ciencia y tecnología, aunque muchos creían que no existían fronteras en este campo.

No fue hasta que en 2018 se produjo el arresto de la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, y la represión contra las empresas tecnológicas chinas que el país se comprometió plenamente con la innovación. En 2024, China había logrado avances significativos en materia de independencia tecnológica, incluidos avances en la fabricación de semiconductores. Este cambio se vio subrayado por las exportaciones récord de chips en 2024, que superaron los 159.000 millones de dólares, duplicando las cifras de 2018.

En tercer lugar, la guerra comercial de Trump con China ha impulsado una rápida reestructuración del comercio global, lo que ha llevado a más chinos a reconocer que el mundo es mucho más grande que Estados Unidos. A través de iniciativas como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, China profundizó sus relaciones con las naciones del Sur Global. Entre 2018 y 2024, el comercio con estas naciones creció más del 40%, mientras que la dependencia de China de Estados Unidos para el comercio cayó del 17% al 11%.

En retrospectiva, la experiencia combinada del primer mandato de Trump y las políticas de Biden para contener a China durante ocho años han fortalecido a este último en el mediano plazo.

Desde una perspectiva a largo plazo, China ha obtenido una ventaja psicológica estratégica al lidiar con Trump 2.0.

Los medios de comunicación y centros de investigación chinos han reaccionado ante la posibilidad del regreso de Trump con relativa calma, en comparación con la creciente ansiedad en Europa y Canadá. Pekín parece confiado, tras haber superado guerras comerciales y bloqueos tecnológicos durante el primer mandato de Trump.

China no provocará activamente a Trump 2.0, pero si persisten políticas estadounidenses agresivas como guerras comerciales o restricciones tecnológicas, China responderá con contramedidas calculadas y, en última instancia, se volverá aún más fuerte.

El 7 de enero de 2025, tanto China como Estados Unidos sufrieron desastres naturales. Un terremoto de magnitud 6,8 azotó el condado de Dingri, en el Tíbet, mientras que un gran incendio forestal se desató en Los Ángeles.

En el Tíbet, las autoridades chinas pasaron rápidamente de la respuesta de emergencia a la recuperación, reubicando a 50.000 residentes en un día. Mientras tanto, el incendio forestal en Los Ángeles ardía durante más de 10 días, agravado por las luchas políticas internas y la mala gestión.

La rápida respuesta de China al terremoto, que pasó con eficacia del rescate al reasentamiento, contrastó marcadamente con la prolongada crisis en Los Ángeles, donde los líderes políticos intercambiaron culpas mientras el incendio causaba daños que superaban los de los atentados del 11-S. Estas respuestas contrastantes ponen de relieve las deficiencias de la gestión y gobernanza de crisis en Estados Unidos.

Mientras gran parte del mundo no occidental se mantiene relativamente tranquila, el neofascismo al estilo Trump está sembrando el pánico al otro lado del Atlántico, sobre todo en Europa y Canadá. Surgen preguntas en las más altas esferas de la diplomacia internacional: ¿Perderá Dinamarca Groenlandia? ¿Perderá la OTAN el apoyo militar estadounidense? ¿Se convertirá Canadá en el estado número 51? Estas ideas, antes disparatadas, ahora se debaten abiertamente.

Para muchos en China, es improbable que el impacto global de Trump 2.0 supere al de Trump 1.0. De hecho, en 2025, muchos en países no occidentales creen que Trump 2.0 se centrará principalmente en asuntos internos, mientras que ocasionalmente provocará conflictos entre aliados occidentales. Los observadores no occidentales saben perfectamente que Trump 2.0 no pondrá fin al conflicto entre Rusia y Ucrania de la noche a la mañana. No resolverá la disputa palestino-israelí en un futuro próximo. No impedirá el crecimiento comercial a largo plazo de China con aranceles del 60%. No frenará, ni puede frenar, el continuo ascenso de China.

Es probable que Trump 2.0 siga retirándose de acuerdos internacionales, incluyendo los acuerdos climáticos y la Organización Mundial del Comercio. ¿El resultado? La desintegración gradual de la hegemonía global estadounidense. Si esta tendencia continúa, Trump 2.0 podría impulsar a Estados Unidos a una posición de potencia regional, adoptando el aislacionismo.

Independientemente del alcance del impacto de Trump —ya sea mediante guerras comerciales, conflictos tecnológicos o retiradas de tratados—, China está bien preparada para lo peor. Como lo ha hecho en el pasado, China tiene la capacidad de convertir los desafíos en oportunidades.

En 2028, los chinos tendrán más confianza que nunca para decir: “Gracias, Trump”.

  • Wang Wen es decano ejecutivo del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China, director ejecutivo del Centro de Investigación de Intercambio Humanitario China-Estados Unidos y un influyente escritor sobre asuntos exteriores de China.

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