No es tiempo de matices, es tiempo de crear una oposición frontal a la guerra y el militarismo. Analizo las declaraciones de estos días de algunos de los partidos llamados “progresistas”.
1. Muchos están como pollos descabezados, calibrando cómo de antibelicistas pueden ponerse según qué papel les tocará cumplir en el aumento del gasto. Bildu, sin embargo, ya pone como base el mantenimiento de la legislatura.
Como no saben qué decir, repiten eso de “es complicado…” Sumar dice: “debatir seriamente la cuestión ya que nos encontramos en un escenario internacional complejo”, Bildu dice: “EH Bildu analizará y debatirá, con la profundidad y seriedad que merece el nuevo escenario”.
2. Como prevén que acabarán tragándose el sapo del aumento del gasto militar, le ponen matices a su uso: Rufián, de ERC dice «El mundo es como es. Tenemos que ir más allá de la pancarta. Además del ‘No a la guerra’ está la gestión. No hay que gastar más hay que gastar mejor».
Sumar dice “Garantizar la seguridad europea pasa hoy por poner la cohesión social y la lucha contra el cambio climático en el centro” pero, asimismo, “Es necesario avanzar hacia un modelo de defensa y seguridad europea autónomo, defensivo y disuasorio”.
3. Pero, lo importante es que todos ellos asumen un marco común, que es la justificación básica del renovado militarismo europeo: Europa necesita autonomía estratégica para hacer frente a nuevas amenazas. Algunos, como ERC o Sumar, no citan a qué se refieren, aunque bien podría encajar en su discurso la idea de una amenaza Rusa que se cierne sobre Europa. Lo curioso es que otros, como Bildu, vinculan la necesidad de autonomía estratégica a un discurso antiyankee. “Europa es presa y satélite de EEUU. No queremos una UE supeditada a los intereses de EEUU”. “Europa necesita más autonomía estratégica, militar y económica” decía Otegi en Euskadi Irratia y repetía poco después Otxandiano. Repiten incesantemente que “hace 39 años Euskal Herria votó en contra del ingreso en la OTAN” lo cual no quiere decir que hoy aboguen por abandonarla.
Puede que en los 80 hubiera bastado con una posición antiyankee, como posición anti-imperialista, pero hoy, es extremadamente insuficiente. El discurso de la autonomía estratégica de Europa, aunque no parezca incomodar a la izquierda, es peligrosísimo:
En primer lugar, porque de forma inmediata responde a las exigencias del gigante estadounidense, de cuya tutela se pregona emanciparse. Además, esta retórica es circunstancial: Trump no renovará mandato y tras 4 años a todo el mundo le volverá a parecer bien el orden de las cosas.
Así, se oculta el continuismo existente en la política exterior norteamericana ¿acaso Biden redujo la guerra comercial con China o favoreció al pueblo palestino? En segundo lugar, estos partidos asumen que el gen imperialista tiene denominación americana y librándose de la tutela de EEUU, Europa caminaría hacia el vergel de la diplomacia y la concordia ¿acaso los países miembros de Europa no han tenido nada que ver con lo que está sucediendo en Oriente Medio o en África? En tercer lugar, la izquierda centra el tiro en el resurgimiento económico de la UE precondición de su autonomía estratégica y bienestar social. Sin plan ninguno para que esto sea posible, acabarán tragando con la única fórmula que hay sobre la mesa: saqueo a los salarios, mayor explotación de la fuerza de trabajo e industria militar para atraer inversiones.
En EH Pradales lo tiene claro y Otxandiano, acojonado por el desmantelamiento de la industria vasca, acabará acatando la fórmula, con matices: la mira óptica la haremos en Mondragón (que además tiene usos civiles) y como el fusil se ensambla en Alemania, pues pecata minuta.
Como decía, no es tiempo de matices. Es tiempo de articular una oposición frontal: al rearme de Europa, a las políticas militaristas, a la OTAN y por supuesto, a la Europa de las oligarquías. De nada sirven las retóricas antibelicistas, las camisetas reivindicativas o el recurso cansino a un pasado de radicalidad si hoy, en el momento en el que se está cortando el bacalau, no se hace todo lo que debería hacerse. Ningún partido sumergido en la política parlamentaria hará lo que deba hacerse, porque o bien su posición de poder se lo impide, o bien su posición de marginalidad política lo reduce a un mero teatro. Esta oposición, por lo tanto, se articula desde la calle, desde movimientos extraparlamentarios.
¡No al rearme, no a la OTAN y no a la Unión Europea!