Los Verdes alemanes apoyan el plan de rearme militar del canciller en funciones Friedrich Merz. El respaldo ha llegado tras unas largas negociaciones que no versaban sobre la carrera hacia la guerra y el militarismo sino sobre la manera de financiarla y, más en concreto, sobre la ruptura de los principios de equilibrio fiscal, que en Alemania están consagrados en la Constitución.
Inicialmente los Verdes rechazaron el plan de Merz porque buscaba relajar el endeudamiento para financiar un aumento masivo del gasto militar y crear un fondo especial de 500.000 millones de euros.
El 10 de marzo algunos cabecillas del partido, como Felix Banaszak y Katharina Dröge, criticaron la propuesta de Merz porque chocaba con sus políticas climáticas, amenazando con bloquearlo en el Bundestag, donde Merz necesita su apoyo para alcanzar la mayoría de dos tercios requerida para reformar la Constitución.
Las negociaciones culminaron el viernes y Merz tiene el apoyo de los Verdes y la socialdemocracia. A cambio del voto, los Verdes obtienen 100.000 millones de euros del fondo para las políticas de transición energética.
Además de falsear la contabilidad, en Alemania también van a falsear el diccionario. La definición de “gasto militar” se ha ampliado para incluir la ayuda a Ucrania, la defensa civil y la seguridad informática, además de permitir una mayor capacidad de endeudamiento a los estados federados para proyectos de infraestructura y energías de las llamadas “limpias”.
El compromiso lo anunció Merz en Berlín, afirmando que “Alemania ha vuelto”, y los Verdes, por boca de Dröge, destacan que el dinero “se invertirá en el futuro”, aunque no aclaró si el futuro al que se refería es el mismo de la Alemania devastada de 1945 por el fascismo y la guerra.
Como hemos repetido aquí varias veces, desde los años noventa los Verdes han renunciado a sus señas de identidad pacifistas para convertirse en unos militaristas fanáticos, aunque es un partido en trance desaparición. Los votos van menguando y las tensiones con su base social crecen.