Artículo publicado en la revista n.º 5 Con-Ciencia de Clase.
Ángeles Maestro.— Hace tiempo que los tambores militares resuenan cada vez más fuerte en los grandes medios de comunicación alertando de que viene la guerra. Actúan al unísono con los gobiernos de la UE y los jefes de la OTAN, como una orquesta bien entrenada. Esa voz de alarma es usada para justificar las medidas destinadas a preparar un enfrentamiento militar a gran escala, primero contra Rusia y después contra China.
Tanta unanimidad sirve para tejer una densa red destinada a ocultar que los mismos que avisan de que viene el monstruo son los mismos que lo están fabricando. Porque para que haya guerra, lo primero es construir el enemigo e inocular el miedo. El miedo, como ocurrió durante la pandemia, bloquea el pensamiento, y en esas condiciones es más fácil que la sociedad se trague la necesidad de la guerra y el aumento del gasto militar. Pero su problema es que, fuera de las bambalinas de las tertulias mediáticas, cada vez menos gente cree que quien amenaza de verdad sus condiciones de vida esté a miles de kilómetros de los sillones de los Consejos de Ministros o de los despachos de la patronal.
Es más, para unos pueblos como los del Estado español, que no participaron en ninguna de las dos grandes guerras mundiales y que si lucharon en otros países fue por solidaridad internacionalista integrando las filas de la Resistencia Antifascista, la idea de ir a combatir fuera de nuestras fronteras, no genera precisamente mucho entusiasmo. A esto se añade que cada vez más personas piensan que si el gobierno ruso no hubiera hecho gala de una gran paciencia, responsabilidad y respeto por las vidas de la gente, los enloquecidos gobernantes de la OTAN ya habrían iniciado abiertamente la guerra contra Rusia que ahora tienen subcontratada con Ucrania.
Pero ahora no es suficiente con el “No a la guerra” que millones de gargantas gritaron cuando la invasión de Iraq. Ahora el simple rechazo no basta. Equivale a meter la cabeza en la arena como los avestruces.
La clase obrera tiene ante sí el reto vital de prepararse para vencer. Para ello, debe desentrañar los planes diseñados por la burguesía imperialista para intentar navegar en la crisis sin perder el timón del poder. La destrucción y la guerra no vienen de fuera. Son la respuesta de la burguesía imperialista a la crisis agónica del capitalismo. No se trata sólo de saber para poder explicar. Que la clase obrera haga suyo este conocimiento es condición imprescindible para que pueda cumplir la misión histórica que precisamente en condiciones de crisis se muestra como acuciante, imprescindible y realizable: destruir el capitalismo y construir el socialismo.
Preparativos de guerra
Históricamente, el concepto “economía de guerra” designa los cambios producidos en la estructura presupuestaria de un Estado ante una guerra a gran escala, de forma que se reasignan al gasto militar recursos antes destinados a otros gastos, sobre todo, sociales. El aumento de los recursos destinados a armamento implica recortes en los servicios públicos, mayor carestía de productos básicos, aumento de impuestos indirectos y la posibilidad de restringir derechos y libertades de los trabajadores en función del carácter militar de la producción.
El término “economía de guerra” preside cada vez más los discursos políticos de la Comisión Europea y de los gobiernos, incluido de forma destacada, el de PSOE-Sumar. Sin que definan exactamente de qué se trata, está claro que el objetivo es inocularlo subrepticiamente en nuestros cerebros de forma que se vaya aceptando el incremento del gasto militar como “solución” para paliar el hundimiento de la economía. Misiles en lugar de tractores será la “nueva normalidad”.
Con todo el cinismo, la Ministra de Defensa Margarita Robles habla de “reindustrializar España con fábricas de armas en territorios asolados por la destrucción planificada de la industria, la agricultura y la ganadería.
El aumento progresivo del gasto militar no es nuevo. Sí lo es la gran escalada de los últimos tiempos. El gráfico siguiente lo muestra con claridad. El aumento en el gasto en Defensa desde que Pedro Sánchez asumió el cargo en junio de 2018 ha crecido un 62,4%.
El gasto en operaciones militares en el exterior también se incrementa significativamente, y lo hace tanto con gobiernos del PSOE como del PP. Continúa creciendo a pesar de la retirada de tropas de África (salida de Mali en mayo) y la prevista de Iraq. Más del 60% del total, 1.200 millones de euros, in crescendo, van a parar a misiones y maniobras de la OTAN alrededor de Rusia1.
Las cifras oficiales ocultan el gasto militar encubierto y oculto en las partidas de otros ministerios. Por ejemplo, el presupuesto del Ministerio de Defensa para este año fue 16.150 millones de euros, pero el gasto militar ejecutado en 2024 superará los 60.000 millones de euros, situándolo cerca del 6% del PIB2.
La gran beneficiaria es la industria armamentística inmersa en un acelerado proceso de privatización liderado por la penetración del complejo militar-industrial de EE.UU. Valga como ejemplo la venta por este gobierno en 2021 de la Empresa Nacional Santa Bárbara a General Dynamics Combat System Group, una de las principales empresas armamentísticas de EEUU. Se vendió por 5 millones de euros, cantidad muy inferior a su precio real, como denunció el Comité de Empresa ante el juzgado, sin éxito.
En agosto de 2023, la empresa alemana Rheinmetall AG compró por 1.200 millones de euros todas las participaciones de Expal Systems S.A.U. – antigua Explosivos Alaveses – con fábricas y sedes en España (Madrid, Trubia, Burgos, Navalmoral de la Mata, El Gordo, Albacete y Murcia). Rheinmetall está aumentando vertiginosamente su producción y beneficios, siendo uno de los principales proveedores de la OTAN y de sus estados miembros, especialmente para transferir armamento a Ucrania3. Podría pensarse que Rheinmetall es una empresa europea, pilar de la soberanía de la UE en materia militar. Nada más lejos de la realidad. Sus principales son grandes fondos de inversión y bancos estadounidenses como Black Rock, Bank of America, Goldman Sachs, etc.
Las empresas armamentísticas, al igual que las farmacéuticas, tienen en los Estados a sus principales clientes y la mejor manera de asegurar el negocio es controlar, léase imponer, la demanda de sus productos. Lo llaman “colaboración público-privada” y consiste en sobornar políticos para que, con dinero público, compren sus productos – armas o vacunas – a precios desorbitados. Tanto a escala estatal como en la Comisión y el Parlamento Europeo funcionan poderosísimos lobbies que tienen reconocimiento institucional, de forma que sus representantes asisten a las reuniones en las que se toman las decisiones en la materia. Además, entre la industria y la representación institucional competente en la materia, funcionan las “puertas giratorias”, bien engrasadas con cuantiosos sobornos.
Para dar idea de su eficacia, valgan los siguientes ejemplos. El Tratado de la Unión Europea (Maastricht – 1993), en su artículo 41.2 excluye explícitamente de la financiación por parte de los presupuestos de la UE, las operaciones que tengan repercusiones en el ámbito militar o de la defensa4. Pues bien, en mayo de 2023 se aprobó por amplísima mayoría y con carácter de urgencia en el Parlamento Europeo la Ley de Apoyo a la Producción de Municiones5 – especialidad de Rheinmetall – que incluye subvenciones por valor de 300 millones de euros hasta 2025. Recientemente se ha creado el puesto de Comisario Europeo de Seguridad y Defensa, que será desempeñado por el destacado belicista Andrius Kubilius, ex primer ministro de Lituania.
En el caso del Gobierno español, no sólo no les tiembla la mano al vender empresas armamentísticas públicas al capital extranjero a precio de saldo, sino que mientras cínicamente afirman lamentar el genocidio palestino, mantiene estrechas relaciones con el Ministerio de Defensa israelí. El pasado mes de agosto, el Mº de Defensa adjudicó sendos contratos de compra de armamento a dos empresas vinculadas directamente con la masacre de la población palestina: Elbit Systems y a Netline Communication Technologies (NCT)6. Además el gobierno está permitiendo que en los puertos españoles hagan escala buques que transportan material militar para el estado sionista; por ejemplo, entre mayo y septiembre de este año, a través del puerto de Algeciras se han realizado 1.185 envíos de material militar desde EE.UU.
De preparativos de guerra no se habla sólo en los despachos. Varios países del centro y el norte de la UE, incluida Alemania, están adoptando medidas para involucrar a las empresas y a la población en la guerra. En este último país, se ha hecho público ya el “Operationsplan Deutschland” y se llevan a cabo reuniones con las empresas consideradas críticas. Algunos autores han señalado sus semejanzas con la “Operación Barbarroja” diseñada por la Alemania nazi contra la URSS7.
Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones de EE.UU el pánico se ha desatado en la Comisión Europea, en la mayor parte de sus estados miembros y en la industria armamentística. Sus declaraciones poco entusiastas hacia la OTAN y sus intenciones declaradas de acabar cuanto antes con la guerra de Ucrania, han encendido las alarmas de los “progres, verdes y demócratas”. Todos ellos, bien sobornados por los fabricantes de armas, ya contaban con seguir llenando sus arcas en una guerra lo más larga posible, “hasta el último ucraniano”, mientras se iba preparando el asalto final a Rusia.
Ni de la gigantesca capacidad de presión del lobby militar-industrial de EE.UU. ni del poder de la parte de la oligarquía imperialista representada hasta ahora por el Partido Demócrata, cabe esperar otra cosa que el intento de llevar a cabo sus objetivos, con o sin Donald Trump. No obstante, la clase obrera debe observar detenidamente lo que ocurre detrás del telón para aprovechar las duras contradicciones que se juegan entre unas fracciones y otras de la oligarquía.
Expresión de las mismas y de la medida en que las élites europeas temen quedar descabalgadas de un proyecto imperialista diferente del del Partido Demócrata y que no parece estar muy interesado en sostener una guerra contra Rusia, es la reciente Declaración suscrita por los Ministros de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, España y Polonia8. En ella se hace un ensalzamiento del papel de la OTAN, de la necesidad de reforzarla y de aumentar el gasto militar, al tiempo que, una vez más, se demoniza a Rusia. Esa extemporánea Declaración suscrita por una extraña colección de países, todos miembros de la OTAN pero no toda la OTAN, cinco de ellos miembros de la UE pero no hecha por la UE, porque no hubieran contado con la unanimidad, junto al protagonista del Brexit, más que otra cosa, es una muestra más de pánico y de debilidad,. Y no sólo por lo que pueda suceder en EE.UU., sino por la oposición creciente a sus planes guerreristas que los pueblos de la UE están mostrando en una votación tras otra.
Mientras las incógnitas relativas a la política exterior de EE.UU permanecen abiertas, en la UE se vuelve a hablar de cómo financiar el rearme y como justificarlo ante unos pueblos cada vez más conscientes del desastre al que conducen sus políticas. Ursula von der Leyen propone emitir deuda pública por valor de 500.000 millones de euros en diez años, dinero que irá a parar a las arcas de la industria armamentística y que pagará la clase obrera.
Economía de guerra y control social
Pero la “economía de guerra” no es sólo el aumento del gasto militar. La guerra y la economía de guerra, son partes fundamentales de la gran destrucción y reconfiguración que pretende llevar a cabo la burguesía imperialista a todos los niveles del funcionamiento social y, especialmente, en la UE y EE.UU.
La justificación de agresiones de tal envergadura contra la clase trabajadora requiere la construcción de un relato en el que la amenaza de guerra sea creíble y vaya creciendo, de forma que el malestar social generado no obstaculice el proceso. Máxime, cuando en el horizonte se dibuja cada vez con más claridad, no sólo un hundimiento de las condiciones de vida como resultado del cierre de empresas, la carestía y el recorte de servicios públicos y pensiones, sino la reintroducción del servicio militar obligatorio; es decir, el envío de la juventud proletaria al frente como carne de cañón de las guerras de la burguesía imperialista.
El control de la información, es decir, la manipulación informativa y la censura, son elementos fundamentales de la propaganda de guerra. Su misión, clave en la lucha ideológica, es la construcción de un enemigo externo que constituya una amenaza tan grave para la “patria” y para la “civilización occidental” que sea preciso dar la vida para salvarlas. Como tales discursos no suelen ser suficientes para convencer a una juventud obrera cada vez más explotada, la militarización de la sociedad y la intensificación de la represión actúan como disuasión de quienes empiezan a ver que su verdadero enemigo se sienta en los sillones de Ministerios, Consejerías y consejos de administración de fondos de inversión, bancos y multinacionales.
Algunos datos pueden servir para ilustrar el aumento de las dotaciones de las fuerzas destinadas a la represión del “enemigo interno”. En 2023 se alcanzó la cifra de 156.400 efectivos de policías y guardias civiles, sin contar con policías autonómicas y municipales9. Es la dotación más grande de la historia, mayor que en la Dictadura. Para 2024 se han convocado 5.505 plazas más. ¿A qué objetivo responde tamaña desmesura en una situación de desmovilización social, con escasísimas huelgas a pesar de los despidos masivos y de la gran precariedad?
El imprescindible análisis de totalidad
Como CNC ha venido explicando10, es imprescindible realizar un análisis sistemático e integral de procesos aparentemente inconexos pero que son manifestaciones del intento de la oligarquía imperialista de diseñar una estrategia de “salida” de la crisis, con ataques brutales contra la clase obrera sin perder las riendas del poder.
Sería un gravísimo error que la clase obrera pagaría muy caro, analizar de forma aislada procesos profundamente interconectados, y que integran los planes con los que la burguesía pretende enfrentar la agudización de la lucha de clases. Tales procesos son, entre otros: la aceleración de la destrucción económica mediante decisiones políticas como las sanciones boomerang contra Rusia (incluyendo medidas de terrorismo de estado como la voladura del Nord Stream), el encarecimiento vertiginoso de los precios de la energía, la elevación de tipos de interés, las medidas adoptadas con el pretexto del Covid, la privatización de pensiones y servicios públicos, la aniquilación de la pequeña y mediana empresa agrícola y ganadera, la venta a grandes fondos de inversión y multinacionales, justificada por la “transición ecológica”, así como el incremento del gasto represivo, militar y de la industria armamentística, el control férreo de los medios de comunicación y la censura, el terrorismo climático, etc.
Los mecanismos de control como la censura contra la “desinformación”, ya en vigor, el pasaporte biométrico11, el dinero digital, las ciudades de 15 minutos…, avanzan progresivamente. Además de la militarización social con cualquier pretexto, como una nueva pandemia, o una crisis climática, alimentaria, financiera o militar, está prevista la Estrategia de Seguridad Nacional12, aprobada en 2021 después de la experiencia de control social de la pandemia, y reforzada en el Proyecto de Ley de Seguridad Nacional13, en trámite parlamentario.
El fascismo y la guerra son manifestaciones inseparables de la crisis capitalista. La brutalidad de la represión y de la destrucción está en el código genético del capitalismo que, en las crisis, se manifiesta sin máscara. En ello anida la semilla de la posibilidad de la destrucción del sistema social más criminal de la historia. Y esa gigantesca tarea sólo la puede llevar a cabo la clase obrera organizada y consciente de su deber histórico, y armada con la teoría y la experiencia de revoluciones anteriores.
1 Información y gráfico tomado de https://rebelion.org/cuantas-son-para-que-sirven-y-cuanto-cuestan-las-misiones-exteriores-del-ejercito-espanol/
2 https://kaosenlared.net/el-gasto-militar-espanol-de-2024-podria-superar-los-60-000-millones-sin-contestacion-ciudadana-ni-debate-publico/
4 https://es.wikisource.org/wiki/Tratado_de_la_Uni%C3%B3n_Europea_(2010):_T%C3%ADtulo₅
5 https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=OJ:C_202404038
7 https://mpr21.info/el-ejercito-aleman-prepara-a-los-trabajadores-y-las-empresas-para-la-guerra/
8 https://www.exteriores.gob.es/es/Comunicacion/Comunicados/Paginas/2024_COMUNICADOS/Comunicado-conjunto-de-los-ministros-de-Asuntos-Exteriores-de-Espa%C3%B1a,-Alemania,-Francia,-Italia,-Polonia-y-el-Reino-Unido-d.aspx
9 https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/interior/Paginas/2023/290623-espana-maximo-historico-agentes-policia.aspx
10 Crisis capitalista, pandemia, militarización y guerra. El imprescindible análisis de totalidad de la ofensiva capitalista contra la clase obrera. https://cncomunistas.org/?p=564
11 https://mpr21.info/francia-despliega-el-pasaporte-biometrico-en-los-municipios-del-pais/
12 https://www.dsn.gob.es/es/documento/estrategia-seguridad-nacional-2021
13 https://www.congreso.es/public_oficiales/L14/CONG/BOCG/A/BOCG-14-A-91-1.PDF