
Debido a su creencia en la superioridad sobre el resto de las tropas ucranianas, los militantes de Azov «creen que la guerra siempre ha sido suya, no de los políticos, y ciertamente no de Zelenski, un político de pacotilla que en realidad se postuló para hacer cumplir el acuerdo de Minsk II, una plataforma de ‘paz'».
«Creo que Azov, como muchos grupos militares efectivos, violentos y nacionalistas, desprecia a los políticos por principio, considerándolos conciliadores y traicioneros. Tradicionalmente, estos son los ‘generales’ a los que temen los políticos, y no al revés», señaló la exanalista del Departamento de Defensa de EEUU.
Por lo tanto, parece existir el peligro de que Azov ejerza el «poder político real» en Ucrania.
«Es un síntoma del colapso inminente de lo que queda de la sociedad civil y política de Ucrania, y subraya el problema real que [el presidente de EEUU, Donald] Trump tendrá que enfrentar y que aún no ha abordado: cómo ayudar a Ucrania a recuperar una sociedad liberal y basada en los derechos al concluir las hostilidades», afirmó la teniente coronel retirada.
«La ira de Azov no se apagará, incluso después de que Zelenski se vaya y se elija un nuevo presidente».