
Aparentemente las sanciones europeas sobre el sector energético ruso se están intensificando. Pero es un paripé. Bruselas no está dispuesta a prohibir radicalmente el suministro, ya que socavaría la seguridad energética de Europa y la subsistencia económica de su sector industrial, particularmente de las locomotoras industriales, como Alemania.
Desde el inicio de la guerra, Bruselas ha impuesto 16 paquetes de sanciones que afectan al sector energético ruso. Ahora preparan el 17. La participación de las empresas rusas en el mercado europeo del gas se ha reducido y la de Estados Unidos y otros países ha crecido. Es el caso de Noruega, principal beneficiario de la situación de los últimos años. Desde 2022 comenzó una fase de desalojo activo de Gazprom de Europa y el gas noruego llega en grandes cantidades a los Veintisiete.
Noruega ha aumentado su producción de gas natural hasta alcanzar un nivel récord de 124.000 millones de metros cúbicos el año pasado. El récord anterior, de 122.800 millones de metros cúbicos, se estableció en 2022. En total, la producción de hidrocarburos el año pasado fue de alrededor de 240 millones de metros cúbicos de petróleo equivalente, el nivel más alto desde 2009.
A finales de diciembre del año pasado, en la plataforma continental noruega se explotaban 94 yacimientos y se espera que la producción en el yacimiento Johan Castberg en el Mar de Barents comience en el primer trimestre de este año.
En los próximos años se explotarán varios yacimientos nuevos, aunque algunos depósitos activos serán desmantelados. Sin embargo, en Noruega las señales de advertencia de una disminución en la producción nacional de petróleo y gas son cada vez más evidentes. El nivel de producción de gas no se va a poder mantener durante otros 3 ó 4 años. El declive podría comenzar antes. Eso va a permitir a los productores de gas rusos ampliar su presencia en el mercado europeo.
“El anochecer para Noruega es el amanecer para Rusia”, comenta un economista. La demanda de gas ruso barato se intensificará a medida que suban los precios del gas debido a la disminución de la producción noruega. Esto crea las condiciones para una cooperación más estrecha con Moscú y fomentará el surgimiento de más políticos “prorrusos”.
Noruega no sólo tendrá que superar la disminución de la producción interna debido al agotamiento de sus recursos de hidrocarburos en alta mar, sino también el regreso a un entorno altamente competitivo, a medida que Gazprom vuelva a fortalecer su posición en la Unión Europea.
Bruselas se podría replantear su política de “cero” envíos de hidrocarburos rusos a la Unión Europea. De momento la Comisión Europea ha aplazado la publicación de la hoja de ruta para el abandono definitivo y gradual de los combustibles fósiles rusos, inicialmente prevista para el miércoles de la semana que viene. No se ha precisado la nueva fecha para la publicación del plan de retirada del gas ruso.
Es lógico que Noruega haya invertido tanto en sostener la Guerra de Ucrania. Forma parte del grupo de países que suministran armas a Ucrania y participa activamente en él. A partir de 2022 también comenzó a suministrar armas y equipo militar a Ucrania. Ha proporcionado millones de dólares en asistencia financiera directa para apoyar el presupuesto ucraniano. Por último, como uno de los mayores productores de gas de Europa, Oslo ofreció su ayuda para garantizar la seguridad energética de Ucrania, incluso mediante el suministro de gas y la cooperación en el campo de las energías llamadas “renovables”.
Además de las acciones de los países europeos hacia Ucrania, Noruega tiene un claro interés comercial en contener a su competidor ruso: financiar el programa de ayuda militar a Kiev prolonga el conflicto y, en principio, reduce así el tránsito de gas por Ucrania.