Lo que ha pasado con Podemos, Sumar, el nuevo PCE y demás fauna progre no es un error, ni una decepción. Es un fenómeno histórico perfectamente explicado por el marxismo.
Y toca decirlo alto: han sido instrumentos útiles del sistema.
Cuando el capitalismo entra en crisis estructural, como ahora, no puede permitir estallidos populares espontáneos. Necesita neutralizar la rabia. Canalizarla. Encauzarla dentro de los márgenes seguros del sistema. Y ahí entran estos hijos de puta.
No son revolucionarios fracasados. Son reformistas funcionales. Su papel histórico no es destruir al capitalismo, sino darle una nueva cara amable para que todo siga igual.
La burguesía no teme al “populismo de izquierdas”. Lo financia. Lo pone en los medios. Le da tiempo, foco, trending topic. Porque sabe que estos payasos jamás tocarán la estructura del poder.
¿Qué han hecho cuando han tocado poder?
— Seguir mandando policías a desahuciar.
— Mantener la ley mordaza.
— Pagar deuda a los bancos.
— Mandar armas a nazis ucranianos.
— Callarse como putas ante la OTAN.
Han firmado contratos de compraventa de armas con la empresa armamentística israelí Albit Systems mientras se ponían la bandera de Palestina en su perfil de Twitter. ¡Joder! ¿De verdad pensabas que les importaba realmente Palestina?
Y mientras tanto:
— Te han desmovilizado.
— Te han dicho que “no es el momento”.
— Te han culpado de “hacerle el juego a la derecha” si criticas.
Han vaciado las calles para llenar sus putas sillas.
Esto no es nuevo. Lenin ya lo vio venir: el peor enemigo de la revolución no es el burgués con corbata. Es el oportunista disfrazado de rojo. El que usa la estética de la lucha para frenar la lucha.
Hoy las calles están vacías.
No por apatía.
No por TikTok.
No por Netflix.
Están vacías porque los traidores han hecho su trabajo. Y lo han hecho bien.
Nos toca decirlo claro: el principal obstáculo para reconstruir un movimiento revolucionario no es Abascal ni Feijóo. Es Yolanda Díaz, Ione Belarra, Alberto Garzón y toda esa puta panda de reformistas domesticados.
No hay vuelta atrás. No se puede pactar con quien ha puesto la bota del Estado sobre el cuello del pueblo. Hay que barrerlos del imaginario revolucionario. Son polvo histórico.
Aquellos que habéis contribuido a auparlos porque creísteis en ellos, no podéis seguir permitiendo que hablen en vuestro nombre. El futuro será nuestro solo si retomamos el camino de la independencia política de clase.
Sin complejos.
Sin culpas.
Y sin traidores.
Ana MDLT (@ana_m_delatorre en X)
