La política económica escenificada por Trump, ni se le puede atribuir personalmente, ni está dirigida exclusivamente a Estados Unidos. Como ya hemos expuesto en una entrada anterior, se discutió a finales del año pasado en la mansión privada de Trump en Palm Beach, Florida, con un reducido elenco de países “socios” que, a la vez, son también adversarios.
El hecho de que Estados Unidos haya tenido que discutir su política económica con las mayores potencias económicas del mundo es relevante porque indica el declive de su hegemonía, ya escenificado en 1985, cuando tuvo que negociar el Acuerdo del Plaza con esos “socios” y, a la vez, adversarios. El principio que se impuso entonces es que Estados Unidos no puede resolver por sí mismo sus problemas, es decir, que los problemas económicos de Estados Unidos son los del mundo o, dicho de otra manera, corresponde al mundo resolver los problemas económicos internos de Estados Unidos.
Obviamente, hay que aclarar que “el mundo” al que nos referimos no es tal, sino el pequeño elenco de países “socios” y, a la vez, adversarios (que no siempre es el mismo).
También hay que aclarar que los problemas de Estados Unidos son los del mundo porque desde 1945 el comercio internacional se paga en dólares, es decir, con una moneda local.
Cuatro décadas después el planteamiento es idéntico: Estados Unidos ha quebrado, no puede pagar sus gigantescas deudas, necesita el dinero de otros países para financiar el rescate y se discute la parte que le corresponde pagar a cada uno. No se trata de saber quién se beneficia más sino quién se perjudica menos, no sólo en términos absolutos, sino también relativos, es decir, en relación con los demás.
Sin embargo, cuatro décadas después del Acuerdo del Plaza, el rescate es más complicado de pagar porque, además del pequeño círculo de países de entonces, hay nuevos protagonistas, como China, uno de sus principales acreedores, que no están dispuestos a pagar las deudas de Estados Unidos.
Por eso con China el acuerdo no es posible y con ella van a tener que recurrir a los métodos tradicionales de las grandes potencias imperialistas: las presiones, el chantaje y la fuerza.
El nuevo plan es obra de Stephen Miran, que dirige el equipo de asesores económicos de la Casa Blanca, y su objetivo inmediato es reestructurar el orden económico mundial y disimular la quiebra de Estados Unidos, dos objetivos que no se pueden separar uno de otro. No se trata, como pretende El Mundo, de “la dominación económica mundial” (1), sino de salvar lo que queda de ella.
En noviembre del año pasado Miran publicó un ensayo titulado “Guía del usuario para la reestructuración del sistema de comercio mundial”, que es un título engañoso porque no gira en torno al comercio mundial sino al dólar y a los problemas económicos internos de Estados Unidos. El tópico de que un dólar sobrevalorado perjudica a la industria estadounidense y aumenta el déficit comercial (2).
Es un planteamiento muy simplista porque la cotización del dólar se valora “ex post”. Se considera elevada si el déficit aumenta y baja cuando se reduce. A pesar de que en 1985 el Acuerdo del Plaza devaluó el dólar cerca de un 50 por cien en dos años, con el tiempo el déficit comercial siguió creciendo. Desde entonces se ha multiplicado por ocho porque su causa no es la cotización del dólar sino el declive industrial, el parasitismo de Estados Unidos y el papel de su divisa como moneda de reserva mundial.
Es imposible que la nueva política económica de Trump salga adelante sin fuertes presiones políticas, que no sólo van dirigidas contra China. Por ejemplo, es evidente que el abandono de Europa, de la OTAN y de los demás “socios” que tiene repartidos por el mundo es un instrumento de presión para le “besen el culo”, lo cual es otro punto de inflexión importante: antes Estados Unidos estaba interesado en instalar bases militares en otros países; ahora son éstos los que quieren que las tropas estadounidenses se instale en su suelo.
La pregunta es si están dispuestos a pagar por ello, o quizá mejor, cuánto están dispuestos a pagar. Por ejemplo, ¿cuánto dinero dinero está dipuesto a pagar el gobierno español por ceder la base naval de Rota a la Marina de Estados Unidos? Aún más importante: ¿España debe pagar o debe cobrar por la cesión de la base?
(1) https://www.elmundo.es/internacional/2025/04/03/67eee00ce85ecec5098b4599.html
(2) https://www.hudsonbaycapital.com/documents/FG/hudsonbay/research/638199_A_Users_Guide_to_Restructuring_the_Global_Trading_System.pdf