En la solemne ceremonia, el embajador de la nación euroasiática, Konstantin Gavrilov, alabó el papel decisivo del pueblo y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que a costa de la vida de 27 millones de sus hijos impuso la rendición al Tercer Reich, el 8 de mayo de 1945, cuando en Moscú ya era el 9 de mayo.
En sus palabras, el diplomático indicó que la obra en homenaje al paso de los marineros por la vía interoceánica, episodio poco conocido en la historia de la Gran Guerra Patria (1941-1945), consolida la amistad y cooperación entre ambas naciones en la lucha común contra el fascismo.
Gavrilov resaltó que este pabellón dedicado a las tripulaciones y que fue posible gracias además a la Iglesia Ortodoxa, en particular el padre Antonio, la asociación de rusos residentes en el istmo y la Cámara Pública de la Federación Rusa, representa un símbolo de las hazañas del pueblo soviético en la lucha contra los invasores nazis.
Por su parte, el representante de la Cámara Pública, con sede en Moscú, Nikita Anisimov, trasmitió un mensaje del presidente ruso Vladimir Putin, en el que subraya la importancia del primer monumento militar ruso en Panamá y su contribución al fortalecimiento de los nexos bilaterales.
Durante la velada se realizó la marcha cívica del Regimiento Inmortal, como parte de la tradición rusa que consiste en una caminata para rendir homenaje a los familiares que lucharon en la Segunda Guerra Mundial y en la que los participantes portan retratos de sus familiares que combatieron y fallecieron en la contienda bélica.
También hubo bailes autóctonos y degustación de comida típica rusa.
Todos los años, Rusia y la mayoría de los países que formaron parte de la URSS celebran el 9 de mayo la victoria sobre la Alemania nazi en la contienda que abarca el período del 22 de junio de 1941, con el comienzo de la invasión alemana, a la capitulación del régimen nazi.
De acuerdo con registros históricos, las hazañas de oficiales y soldados, unidas a la extraordinaria resistencia de la población civil, frenaron y destruyeron a la maquinaria bélica nazi tras una cadena de victorias militares como la de Stalingrado y Kursk, en 1943, y la ofensiva de la Operación Bagration, en 1944.