Se reafirma la lucha de clases entre proletarios y parásitos capitalistas en Colombia

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Pintura de David Alfaro Siquieros

El 14 de mayo, el Congreso tumbó la Consulta Popular propuesta por el gobierno de Gustavo Petro. De 96 senadores que votaron, 49 lo hicieron en contra y 47 a favor, a ello se suma que el 21 de mayo el Congreso, rechazó a la apelación para repetir la votación de la Consulta Popular con una votación de 64 votos en contra y 31 a favor.

Lo que queremos evidenciar es que existe una relación directa entre el Congreso de los ricos y las clases enemigas del proletariado, la burguesía, los terratenientes e imperialistas. Al final quedó más claro que el Estado de los capitalistas y su institución parlamentaria -el Congreso- les sirve expresamente a los intereses de los dueños del capital.

Estas fueron las reacciones de la burguesía después de que su Congreso negara la Consulta Popular:

El presidente del Consejo Gremial Nacional, Camilo Sánchez Ortega, felicitó al Congreso porque según él, demostró que en Colombia existen «divisiones del poder y que pueden trabajar de manera armónica, pero de manera independiente», «es en el Congreso donde se votan las reformas y donde se debe legislar», «no más gastos inoficiosos y lo más importante, trabajo en equipo sin odio de clases». Este Consejo representa a 33 gremios, como el sector Agropecuario, Construcción, Infraestructura, Industria, Comercio y Servicios, Logística y Transporte, Servicios Públicos Domiciliarios, Minero-Energético e Hidrocarburos, Tecnología, Financiero y Asegurador, Turístico y Hotelero. Según su página web, representa al 80% del PIB y a más de 15 mil empresas.

Jaime Alberto Cabal, presidente de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, se pronunció así: «Que el Congreso haya negado una consulta engañosa y costosa, no puede servir de excusa y premio de consolación para apoyar, como si fuera una transacción, una reforma laboral que el mismo Congreso ha archivado dos veces. El proyecto no puede ser bueno ahora y malo antes.» «Felicitaciones a los congresistas que tuvieron la valentía de votar responsablemente».

El presidente del Comité de Gremios Económicos del Tolima, Efraín Valencia Andrade afirmó que «Sentimos que el mecanismo que se quería impulsar de una consulta popular para definir unas condiciones de orden laboral que ya tenían un espacio de discusión en el Congreso de la República no era el camino indicado.» «Esto no es una lucha de ricos y pobres, ni de clases. Es importante que se logre brindar garantías a los empresarios. Si no hay empresa no hay trabajadores y si no hay trabajadores no hay sindicato. Hay que buscar un consenso entre empleados, Congreso, Empresarios y Gobierno Nacional».

El empresario Mario Hernández también se pronunció escribiendo en su cuenta de X lo siguiente: «Gracias, senadores que votaron por el ‘no’, ahorramos $700 mil millones. Inviertan en agua a los pueblos».

Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Industriales, Andi, dijo que «El escenario para la discusión de proyectos como la reforma laboral es sin duda el Legislativo». A su vez la Andi se pronunció oficialmente con un comunicado en el que se lee lo siguiente: el país pasó «de una consulta popular que tenía objetivos meramente electorales y populistas, que no solucionaba nada, a una discusión seria, en favor de los trabajadores el sector productivo colombiano, los desempleados y los informales que siempre son ignorados por las políticas públicas».

José Ignacio López, presidente de Anif, Asociación Nacional de Instituciones Financieras, dijo: «no se puede ignorar que tanto las propuestas de la reforma laboral presentada por el Gobierno como las preguntas poco elaboradas e imprecisas de la Consulta Popular, son inconvenientes para el país».

La Cámara Colombo Americana, AmCham Colombia, que según su página web se encarga de promover «el comercio, la inversión, los negocios y la libre empresa y enfocamos el trabajo en los intereses comerciales entre Colombia y Estados Unidos», dijo por medio de su presidenta María Claudia Lacouture, que «La decisión del Senado de mantener viva la reforma laboral es una oportunidad invaluable para construir consensos. Es momento de que Gobierno, trabajadores y empresarios trabajemos unidos por una reforma que genere empleo, reduzca la informalidad, proteja los derechos y dé viabilidad a las empresas. Estamos listos para aportar y avanzar por el bienestar de Colombia».

Como se puede observar en las declaraciones de los representantes de las clases parásitas de la sociedad colombiana y de los imperialistas estadounidenses, todos ellos quedaron muy contentos con la decisión que se tomó en el Congreso respecto a tumbar la Consulta Popular propuesta desde el gobierno. Y si ellos están satisfechos, es porque esto indudablemente satisface sus intereses como clases superexplotadoras del proletariado, ya que el objetivo de la Consulta era devolver parcialmente los derechos arrebatados a la clase obrera por esos mismos parásitos sociales en años pasados. En medio de su fraseología de llamar a no atizar la lucha de clases, se concentra un poderoso veneno que busca inocular la consciencia política del pueblo trabajador acerca de la vigencia de esa lucha de clases que, burgueses y terratenientes tratan de ocultar mientras buscan de diferentes maneras inclinarla a su favor.

La pandemia del COVID 19 hizo evidente lo que ya se sabía respecto a que la burguesía es una clase improductiva, inservible y anacrónica, pues cuando el proletariado del campo y la ciudad se vio obligado a confinarse, las máquinas, los comercios y los bancos se paralizaron pese a que el puñado de burgueses y terratenientes quisieran seguir con su producción y ganancias a tope. Por lo tanto, el músculo y la fuerza que mueve la sociedad es la clase obrera, la que produce las mercancías por medio del trabajo; la burguesía se apoya en su podrido Estado y sus instituciones para poder seguir existiendo. Esas instituciones del poder político de los ricos -como el Congreso- no le sirven al pueblo, legislan para sus amos: los dueños del capital y de la tierra en Colombia y sus socios y patrones, los imperialistas, principalmente los estadounidenses.

Ya se demostró que no basta con «poner» personas con buenas intenciones o «amigos del pueblo» en el Congreso o en la Presidencia por medio de las elecciones. El poder del capital y su dictadura burguesa aguantan cualquier cambio de individuos en el poder político de su Estado. Es necesario destruir ese Estado por medio de la violencia revolucionaria y construir los nuevos órganos de poder que le sirvan a los intereses de los obreros y campesinos como parte del Nuevo Estado Socialista, que, sostenido por el pueblo en armas, legisle a favor del pueblo y no en contra de los que todo lo producen y todo lo merecen en la sociedad.

Pero el pueblo espontáneamente no lo puede hacer. Es necesario que el proletariado consciente, abrazando su ciencia, el marxismo leninismo maoísmo, construya el Partido político de la clase obrera que guíe la lucha de las masas obreras y campesinas contra el podrido Estado burgués-terrateniente, contra las clases parásitas de la sociedad y los imperialistas que busquen sabotear la insurrección violenta del pueblo contra sus opresores. El llamado es a los comunistas revolucionarios a que se organicen en este destacamento y pongan su grano de arena en esta inmensa tarea por construir ese Partido que dirija la lucha revolucionaria de las masas en Colombia.

Y en concreto, como ya se sabe el Congreso por su carácter de clase no legisla a favor del pueblo, es necesario que el pueblo construya sus propios órganos de poder legislativo y ejecutivo: las Asambleas Populares. Órganos de poder al servicio de las masas trabajadoras del campo y la ciudad en las que se podrán conquistar las reivindicaciones que este gobierno reformista de Petro no ha hecho ley en los ya casi tres años de su mandato.

Si el Congreso le sirve a los dueños del capital, las Asambleas Populares, con independencia del Estado, del gobierno, de los capitalistas e imperialistas, le servirán a los intereses de las masas trabajadoras que además de esos órganos de poder deben construir Grupos de Choque o Primeras Líneas para defender en las calles por medio de la Huelga Política de Masas o Paro Nacional Indefinido las decisiones que se toman en las Asambleas y que sin duda buscarán ser castigadas con la violencia reaccionaria de la Policía, del Ejército, de los paramilitares y la «gente de bien», para lo que también se debe ir pensando en construir Milicias Populares que castiguen a los verdugos del pueblo.

Fuente: UOC (mlm)

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