Yeilén Delgado Calvo (Granma).— La poesía, aunque lo pareciera, no es evasión. En ese acto de atrapar el estremecimiento, las emociones condensadas en el instante, lo sublime, hay mucho de lo que hace única a la especie humana; y, por tanto, todo esfuerzo en pos de promover y preservar ese género será una acción a favor de la vida y del bien.
Desde defender la belleza hasta usar directamente la palabra como arma de lucha y denuncia, la expresión poética es revolucionaria; tal y como pudo percibirse en la prima lectura del 31 Festival Internacional de Poesía de La Habana, que hasta el 31 de mayo, inserta los poemas en la trama de la urbe.
Justo al principio del Festival fueron los versos, los del argentino Marcelo Fagiano, ganador del concurso Un poema por la paz y la vida en la Tierra, quien insiste en «cultivar palabras al rescoldo de la intemperie», y poner (nos) la mirada sobre aquel «hombre que permanece en la jaula y nunca aprende a cantar».
Y también, los del keniano Abdilatif Abdallah Mohamed, un luchador por los derechos humanos, quien dijo sentirse inspirado, desde los 19 años, por Fidel y el Che, y buena parte de cuya producción poética fue realizada en la cárcel. En Voz de la agonía se lee: «no digan que soy necio», «no abandonaré nunca mi convicción».
Miguel Barnet, premio nacional de Literatura, apeló a versos de la juventud, que siguen completamente vivos: pero donde dice espalda / donde dice idioma / donde dice extraño amor aquel / debe decir naufragio / en letras grandes (Fe de erratas).
Y Quince, quizás veinte minutos de mi vida, / amé el poder de las flores, / ágil y profundo, / y te dije: amor, aquí podríamos permanecer / tú y yo, / como dos oscuros conejos, / para siempre (Flower power).
Otras voces, como las del también premio nacional de Literatura Waldo Leyva, Luis Lorente, Maylan Álvarez y Alberto Peraza compartieron textos en los que el hálito viene del café que hace posible la mañana, del pensar que mitiga la antigua soledad, la trascendentalidad o no de la mujer poeta, y la culpa que se pega al cuerpo como los malos olores.
La poesía cubana contemporánea halló su espacio en la mesa que integraron Ismaray Pozo, Javier Soria, y Yanarys Valdivia; y la singularidad poética de las mujeres, en las obras de Xiao Xiao (China), Altynai Temirova (Kirguistán), Biljana Milovanovic (Serbia), y de las cubanas Evelyn Queipo y Nancy Morejón, premio nacional de Literatura, y presidenta de Honor del Festival; un evento que defiende entre sus propósitos, así como identificar los nuevos poetas que crecen y dar valor a las grandes voces de la tradición, desterrar las barreras idiomáticas entre los creadores del mundo.
Buscando la verdad, / la poesía fue creando la más antigua de las errancias (Cantares), leyó Nancy, y como parte de ese vagar por los siglos de los siglos, / desde el cantar de los cantares confluyen en la capital de la Isla alrededor de 50 poetas de América, África, Europa y Asia.
Las lecturas en escuelas y universidades, el Encuentro de poetas por la paz y la vida en la Tierra, y las acciones culturales en barrios y comunidades resaltan dentro del programa del Festival; el que, asimismo, rinde homenaje especial a José Martí.