El presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, firmó este miércoles un nuevo decreto en que el prohíbe la entrada a su país a ciudadanos de 12 países, y a la vez también restringió de modo parcial la entrada de personas oriundas de otras siete naciones, entre ellas Cuba y Venezuela.
«He decidido restringir y limitar totalmente la entrada de nacionales de los siguientes 12 países: Afganistán, Birmania, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen«, indica el decreto publicado por la Casa Blanca.
La medida se suma a la ofensiva del Gobierno de Trump contra los migrantes, que comenzó a hacerse efectiva desde el momento de la toma de posesión del mandatario el pasado 20 de enero.
Asimismo, Trump también también restringió parcialmente la entrada de ciudadanos de Burundi, Cuba, Laos, Sierra Leona, Togo, Turkmenistán y Venezuela.
El decreto afirma que, en ambos tipos de restricciones, se establece la distinción «entre la entrada de inmigrantes y no inmigrantes, pero se aplican tanto a esta como a la de no inmigrantes«.
El documento también aclara que se permitirá la entrada a EE.UU. a equipos de deporte y entrenadores, y otras categorías profesionales que que sean de interés para el Gobierno estadounidense.
También se permitirá ingresar a esa nación a residentes permanentes legales, niños adoptados, y quienes ostenten doble nacionalidad, siempre que uno de los pasaportes haya sido emitido por las autoridades de un país que no esté incluido en el listado.
También se valorará a quienes presenten visas para emplearse por el Gobierno de EE.UU. u otras visas especiales.
En días recientes, el Gobierno de EE.UU. también ordenó pausar las entrevistas para el otorgamiento de visas a estudiantes extranjeros que desean estudiar en la Universidad de Harvard.
De igual manera, a inicios del mes de mayo se conoció que la Administración Trump ha promovido un plan de deportación masiva sin precedentes, y de acuerdo con medios locales, se tienen evidencias de negociaciones secretas con naciones africanas y europeas para que acepten a migrantes deportados de terceros países, bajo el argumento de que representan supuestas amenazas para la seguridad nacional de EE.UU.
