En pleno siglo XXI, mientras el capitalismo imperialista se jacta de su modernidad y eficiencia, millones de trabajadores siguen siendo víctimas de condiciones laborales que rayan en la esclavitud. Uno de los casos más indignantes es el de los trabajadores de Tiendas D1 en Colombia, quienes alzaron su voz para denunciar públicamente lo que muchos ya sabían: detrás de los bajos precios que ofrece esta cadena, hay explotación, sobrecarga y violación de derechos laborales fundamentales.
Las denuncias hechas por los trabajadores de D1 ante el Ministerio de Trabajo —que el pasado 2 de junio anunció la apertura de una investigación— son un llamado urgente a toda la clase obrera: la precarización no puede seguir siendo la norma. Las jornadas laborales en estos almacenes alcanzan las 10 y 12 horas diarias, sin reconocimiento de horas extras. Además, cada trabajador cumple funciones que, en condiciones justas, deberían ser realizadas por al menos cinco personas distintas: son cajeros, descargan mercancía, organizan inventario, surten estanterías y hasta cumplen labores de vigilancia. Todo esto por salarios bajos que no se corresponden en absoluto con el esfuerzo físico y mental al que están sometidos.
Esta situación representa una clara violación al derecho histórico de la jornada laboral de 8 horas conquistada en Chicago hace casi dos siglos, una conquista del movimiento obrero que hoy es pisoteada por la sed de ganancia de los explotadores. Bajo el disfraz de eficiencia y productividad, D1 precariza vidas, agota cuerpos y mina la salud física y mental de quienes hacen posible el funcionamiento de sus tiendas.
La investigación del Ministerio de Trabajo, aunque necesaria, no es suficiente. Las instituciones del Estado burgués —de las que hacen parte los ministerios— históricamente han demostrado su limitada voluntad para hacer cumplir los derechos laborales cuando estos entran en conflicto con los intereses de los explotadores. Por eso, la única garantía real para transformar estas condiciones es la organización y la lucha directa e independiente.
Los trabajadores de Tiendas D1 no están solos, cuentan con la solidaridad y el apoyo del conjunto de la clase obrera explotada y oprimida por este podrido sistema. Este es el reflejo de una realidad que viven miles de trabajadores en diferentes sectores. Frente a eso, la respuesta debe ser la lucha organizada por un pliego que detenga de inmediato estas condiciones paupérrimas, que confronte a los explotadores y que no se conforme con promesas institucionales.
Es el momento de fortalecer las organizaciones de los trabajadores desde las bases, promover la sindicalización, unir fuerzas entre trabajadores del comercio y de otros sectores, y enfrentar a quienes se enriquecen a costa del sudor ajeno. Que esta denuncia sea el punto de partida para una lucha más amplia por condiciones dignas de trabajo, por la vida y por el respeto de los derechos de la clase trabajadora.
¡Adelante clase obrera, adelante con valor. Hay que romper las cadenas de este sistema opresor!