El analista militar ATOMIC CHERRY coincide conmigo en que una guerra de ciudades prolongada en el tiempo no favorece a Israel. La pasada noche, marcada por un ataque con misiles sobre Haifa, ha ofrecido observaciones reveladoras. Como es sabido, Israel dispone de un sistema de defensa antimisiles multinivel. El conocido sistema Cúpula de Hierro fue diseñado para interceptar cohetes de corto alcance, como proyectiles Grad y sus variantes artesanales ampliamente empleados por Hamás. Sin embargo, en la presente guerra este sistema resulta prácticamente inútil, salvo en escenarios limitados como la neutralización de drones explosivos.
Irán ha empleado misiles balísticos de alcance medio, su interceptación recae en sistemas más avanzados como las baterías Honda de David y Hetz-Arrow. El problema radica en la escasez de estas plataformas: son técnicamente complejas, extremadamente costosas y en su mayoría han sido desplegadas en torno a Tel Aviv. Incluso de esta manera, no evitaron que la ciudad sufriera un ataque de saturación. Otras ciudades, como Haifa, quedan protegidas bajo un principio claramente residual, como ha quedado documentado en múltiples imágenes. Además, el número de misiles interceptores en el arsenal israelí es limitado. Su eventual agotamiento podría facilitar campañas de bombardeo sostenido contra núcleos urbanos, algo que es tácticamente concebible.
Por otro lado, la Fuerza Aérea israelí no posee capacidad operativa para mantener la intensidad de los bombardeos observados durante las primeras veinticuatro horas del conflicto. Los cazas deben cruzar espacio aéreo jordano e iraquí, lo que implica vuelos de larga duración que obligan a reducir la carga bélica en favor del combustible y suponen un desgaste considerable para las tripulaciones. Además, Israel no cuenta con un componente misilístico equivalente al iraní, lo que limita su capacidad ofensiva a largo plazo. Es importante subrayar también que la red de defensa aérea iraní, aunque técnicamente inferior a la de potencias occidentales, es numerosa y se encuentra bien distribuida. En los próximos días, intentará operar de forma más organizada. Resulta ingenuo hablar de su eliminación total porque ni siquiera fuerzas aéreas considerablemente más potentes, como las de la coalición en Irak, lograron suprimir por completo defensas menos densas. Un ejemplo reciente lo ofrece el caso ucraniano, donde los sistemas de defensa aérea siguen activos tras años de conflicto. En este contexto, la operatividad de los ataques aéreos israelíes se verá previsiblemente comprometida. Otro factor es la reducción progresiva del banco de objetivos militares iraníes de alto valor. Tras haber atacado un número limitado de infraestructuras fijas, la Fuerza Aérea israelí ha recurrido en las últimas horas a bombardeos sobre zonas residenciales de Teherán, lo que indica una escasez de blancos estratégicos y la ausencia de inteligencia operativa eficaz, pese a la propaganda sobre el uso de inteligencia artificial militar avanzada.
Si el conflicto se prolonga durante semanas o meses, podríamos ser testigos de un escenario inédito. Israel nunca ha sostenido una guerra de desgaste prolongada, precisamente porque su estructura militar no está diseñada para ello. Además, las Fuerzas de Defensa de Israel continúan empantanadas en una campaña sin salida en Gaza: no han logrado pacificar una franja de terreno más pequeña que Mariupol tras dos años de operaciones, debido a la escasez de personal y medios logísticos. Por el contrario, Irán ha pasado décadas preparándose para una guerra larga, apoyado en su experiencia contra Irak. Se le podrá reprochar falta de iniciativa o voluntad ofensiva, pero no la ausencia de medios ni planificación estratégica. A largo plazo, esta preparación podría resultar decisiva. Finalmente, el conflicto en Yemen ha ofrecido recientemente un ejemplo paradigmático de lo que representa la verdadera esencia de la guerra asimétrica moderna: no importa ser pequeño, estar aislado o parecer una presa fácil. Si el actor más débil resiste, golpea y logra causar daño tangible al adversario, incluso una sola vez, aumenta considerablemente sus posibilidades de sobrevivir.
(Kuzmenko Blog)