Mercenarios colombianos, una mercancía de exportación

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Anaís Serrano (ELN Voces).— Hace 4 años perpetraron el magnicidio del presidente haitiano Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021, con la participación de un grupo de al menos 17 mercenarios colombianos, casi todos exmilitares, lo que evidencia del gran negocio que son las Compañías Militares Privadas (CMPs).

En los últimos meses, las CMPs registran fuertes actividades de contratación que vincula a empresas y contratantes de diversas partes del mundo; negocio que vincula directamente a estructuras del narcotráfico, paramilitares y de apoyo a las fuerzas de la OTAN.

Traficantes de chacales

Los militares colombianos, con la experiencia de un conflicto armado de más de seis décadas, son ahora una mercancía que se disputan al mejor postor, organizaciones criminales y compañías militares para servir en ejércitos proxys en todo el mundo.

Entre las empresas más conocidas de contratistas militares (fuerzas proxys) sigue siendo la Academi (Blackwater) la principal entrenadora y distribuidora de mercenarios en diferentes partes del mundo, sirviendo como enlace a otras compañías más locales, como la A4SI, empresa colombiana liderada por el excoronel del Ejército Álvaro Quijano, quien se encarga de reclutar en el territorio a militares y policías, tanto activos como retirados en el país, que a su vez contrata también con la empresa Global Security Services Group (GSSG) la cual tiene su oficina principal en Emiratos Árabes Unidos.

Otras estructuras, desde la ilegalidad, también reclutan mercenarios para servir directamente a los negocios ilícitos, tal es el caso de los Carteles mexicanos, que han ofrecido un jugoso mercado de reclutamiento en Colombia, para cuidar a salida de la droga en diferentes puertos del Pacífico de Suramérica.

Puntos de ferias y mercados

Si bien, los mercenarios han servido en muchos países, en el último año, los puntos de interés para que sirvan como carne de cañón, se concentran actualmente en tres territorios.

Sudán. Desde 2024, centenares de mercenarios colombianos fueron enviados a Sudán para apoyar a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), un grupo paramilitar, devenido en ejército proxy, que ha generado una gran crisis humanitaria en ese país y que es utilizado por Occidente y fortalecido desde los Emiratos Árabes Unidos, para desestabilizar la región y apropiarse de los recursos (primordialmente oro), atacando a los países vecinos incluyendo a Yemen. Allí, los mercenarios colombianos se agrupan en un batallón denominado «Desert Wolves” o «Lobos del Desierto».

México. El fortalecimiento de los Carteles mexicanos en el control de las rutas del narcotráfico en territorio colombiano y su vinculación directa con el paramilitarismo en todas sus vertientes, ha facilitado en los últimos años, el reclutamiento masivo de mercenarios para que operen en el norte de México, en donde se libran violentas luchas por la disputa de los mercados de la droga hacia Estados Unidos.

Ucrania. Si bien, desde que comenzó la Operación Militar Especial (OME) de Rusia sobre los territorios del Dombas, se ha evidenciado la presencia de mercenarios en la llamada Legión Extranjera, entre los que se encuentran cientos de colombianos. Tras la grave crisis de personal profesional en el ejército ucraniano, los importantes golpes asestados por Rusia y la evasión de sus ciudadanos en edad para combatir, Kiev ha ampliado la incorporación de mercenarios con promesas de importantes pagos.

Los señores de la guerra mercenaria

En febrero de este año, un importante grupo de colombianos reclutados fue enviado a Kursk, región rusa que hasta ese momento se mantenía ocupada por tropas ucranianas. Fueron trasladados en su primera misión cerca de Nikolayevo-Darino para reforzar al Tercer Batallón de la 21 Brigada mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania. La ofensiva rusa, para recuperar la región, destruyó casi por completo esa Brigada.

La mayoría de los colombianos murieron en la primera semana, otros lograron resistir un poco más, sin abastecimiento ni munición. Solo queda constancia de un sobreviviente gravemente herido. En días pasados apareció en internet el nombre de varios de los que allí murieron. Sus cuerpos se encuentran en Rusia, en espera de ser entregados.

En las últimas semanas, se ha denunciado el aumento de este reclutamiento. Su vinculación efectiva se hace en la Legión Extranjera, así como en la Brigada 3 de asalto, la Brigada 47 mecanizada, Brigada 93 mecanizada, y Brigada 59 Motorizada, principalmente. Esta semana también apareció públicamente la recién formada Compañía de Asalto Colombiana R.U.G. (grupo de reconocimiento y ataque) de la Brigada 47 mecanizada ucraniana.

Ya los medios rusos han publicado su intención de atacar como prioridad esas nuevas concentraciones de mercenarios, pues desde que comenzó la OME de Rusia, ha realizado advertencias públicas a esas tropas extranjeras.

Viene la implosión

La sociedad colombiana ha visto como cada vez se hace más evidente el desgaste del cuerpo de mercenarios, tanto en su participación, como por el nivel de muertos, heridos y desaparecidos que han tenido, en unas guerras que son diferentes al conflicto colombiano; en donde su experiencia se basa en adelantar una guerra irregular en contra de la insurgencia, pero,sobre todo, en acosar, torturar y asesinar al pueblo desarmado, líderes y lideresas sociales, para mantener asolados campos y ciudades. La gran diferencia es que ahora se enfrentan a fuerzas con mayor capacidad de fuego y alta tecnología, donde su experiencia como expertos violadores de derechos humanos al servicio del imperialismo, parece no ser tan útil como pensaban.

Ahora han aparecido cientos de denuncias sobre el negocio que representa para militares y exmilitares colombianos su relación con las CMP internacionales. También las quejas sobre el abandono y el incumplimiento de los pagos a los que son heridos o caen en las filas ucranianas, son noticia en los informativos del mundo y en las redes sociales.

Los familiares de mercenarios, a quienes no cobija el Derecho Internacional Humanitario al no considerarlos combatientes legítimos, han comenzado a movilizarse. Exigen al Estado colombiano el retorno de sus hijos, vivos o muertos, pero también han tratado de visibilizar estas realidades y frenar la venta de colombianos para los ejércitos proxys del imperio dominante.

La presencia de mercenarios colombianos y de otras nacionalidades en los conflictos armados, ha añadido un componente internacional a los mismos, que complica más las posibilidades de resolución.

Mientras la doctrina militar impuesta en nuestro país, garantiza su subordinación al imperialismo -por ser el único país de Nuestra América que es socio global de la OTAN-, este ha consolidado a Colombia como proveedor de seres humanos para sus guerras.

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