
La plantilla denuncia sobrecarga, falta de efectivos y abandono institucional, mientras la Diputación oculta el conflicto y prioriza su relato de normalidad.
En plena temporada estival, con temperaturas que llegan a superar los 40 °C y el riesgo de incendios disparado en la provincia de València, los parques de bomberos se vacían. La huelga de celo convocada desde el 29 de junio, ha dejado al descubierto la precariedad estructural del Consorcio Provincial de Bomberos.
No es una huelga al uso: se trata de una medida de presión en la que los trabajadores se limitan a cumplir estrictamente su horario laboral, sin realizar horas extra ni asumir funciones que sobrepasen sus obligaciones contractuales. Y esto, en un cuerpo que lleva años funcionando a base de sobrecarga y disponibilidad voluntaria, implica dejar turnos sin cubrir y parques literalmente cerrados.
Las consecuencias no se han hecho esperar. Las últimas semanas, varios parques de la provincia se han visto obligados a cerrar total o parcialmente. Han faltado hasta 12 efectivos en una sola jornada: Moncada ha cerrado por falta de personal, la segunda salida de Xàtiva y Ontinyent ha sido anulada, y han quedado sin jefes de turno Paterna, Alzira y Requena. Catarroja, Burjassot, L’Eliana, Pobla de Vallbona o Alzira también han funcionado por debajo de los mínimos exigidos. Los propios convocantes alertan de que esta situación “pone en riesgo la vida de los ciudadanos por una carencia de medios”.
“Se ha estado trabajando con equipos con los arneses caducados, y el segundo traje de intervención aún no ha llegado, a pesar de los riesgos evidentes por exposición a sustancias tóxicas derivadas de la combustión”.
El hartazgo de los bomberos se hizo aún más evidente este pasado miércoles 9 de julio, cuando decenas de trabajadores del Consorcio recibieron entre gritos y pancartas al presidente de la Diputación, Vicente Mompó, a su llegada al MuVIM, donde se celebraba la sesión de la comisión de la dana. “Mompó, tras la dana no habéis aprendido nada”, se leía en una de las pancartas. “Dirección dimisión, iros con Mazón”, en otra. La escena refleja la fractura entre la plantilla y unas instituciones que hasta ahora no han respondido con soluciones concretas a las demandas de quienes están en primera línea.