Una respuesta desde el Sur, digna y viril

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Lula dijo a Trump que «no fue elegido para ser emperador del mundo», y que «no será un gringo quien le dé órdenes»

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Elson Concepción Pérez (Granma).— El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, sabe muy bien lo que es justicia, y también lo que es injusticia. Como líder obrero, se enfrentó a un sistema neoliberal y a un gran país con millones de hambrientos, enfermos que no conocían los servicios de Salud, y analfabetos que hasta pensaron que eso de estudiar «no era para ellos».

 

Su programa Hambre Cero ha pasado a la historia como ejemplo de cuánto se puede hacer en bien de una población que superaba los 33 millones de personas en inseguridad alimentaria.

Al concluir su segundo mandato como Presidente, Brasil mostraba un crecimiento económico acompañado de estabilidad financiera, y un avance extraordinario en el terreno social, con millones de ciudadanos rescatados de la pobreza.

Ahora, en su tercer mandato, ha tenido que enfrentar problemas locales históricos, y también a esa gran pesadilla que es el expresidente Jair Bolsonaro, el «Trump del trópico», que no solo fue artífice del asalto a la sede de los tres poderes en Brasilia, sino que también tuvo y tiene un comportamiento similar al del magnate republicano: fundamentalista, ultraderechista, con métodos del fascismo.

El autoproclamado emperador, con silla en la Casa Blanca, ha cuestionado que a Bolsonaro se le quiera aplicar la verdadera justicia brasileña, y se le juzgue por dirigir los hechos vandálicos, o mejor dicho, terroristas, realizados por sus seguidores cuando invadieron los edificios del Congreso Nacional, la Presidencia y el Supremo Tribunal Federal de Brasil, el 8 de enero de 2023.

El Presidente estadounidense, y arrogante enemigo de las leyes, no quiso dejar solo a su fiel seguidor Jair Bolsonaro, y amenazó al actual Gobierno brasileño si es enjuiciado por lo que calificó como «un sistema injusto», y advirtió que lo «estaba vigilando de cerca».

Ante tanto irrespeto y desprecio por los demás, la respuesta de Lula no se hizo esperar: «No es un gringo quien va a dar órdenes a este Presidente».

De igual manera, afirmó que «Trump estaría siendo juzgado en Brasil, si las acciones que tomó durante el asalto al Congreso de Estados Unidos hubieran ocurrido en el país sudamericano».

El actual mandatario brasileño ha explicado que, antes del tarifazo de Trump, de imponer un 50 % de aranceles, Brasil negoció durante meses: «Esperábamos una respuesta, y lo que vino fue un chantaje inaceptable, en forma de amenazas a las instituciones brasileñas, y con informaciones falsas sobre el comercio entre Brasil y Estados Unidos».

Para el fundamentalista Presidente yanqui, acostumbrado a amenazar e imponer, la reacción del líder obrero convertido en Jefe de Estado ha resultado incómoda y no esperada.

Dignas y viriles debieran ser todas las respuestas del Sur global, contra los proclamados imperios y sus emperadores, que solo quieren dividirlo, someterlo y explotarlo.

La voz y la actuación del presidente Lula bien puede ser la de ese mundo mayoritario que se organiza, reacciona y lucha para construir el sistema inclusivo, en el que la mayoría pobre y marginada tenga no solo voz, sino también derechos que conquistar en cualquier circunstancia.

Fuente: granma.cu
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