El Ejército israelí confirmó que tomó el control de las puertas de Ciudad de Gaza, marcando el inicio de las operaciones preliminares para una inminente invasión a gran escala de la capital gazatí; una acción que da paso a la la operación “Carros de Gedeón 2”, el nombre dado a la renovada campaña de exterminio israelí en Gaza tras la ruptura del alto el fuego el 18 de marzo de 2025.
El portavoz militar israelí, Effie Defrin, informó que dos divisiones del Ejército rodean la capital: la brigada de infantería 99 está desplegada en el barrio sureño de Zeitún, mientras que equipos de combate de la división blindada 162 se encuentran en Yabalia, al norte de Ciudad de Gaza.
Para este plan genocida, Israel convocó a 60.000 reservistas en oleadas, sumándose a los 70.000 ya en servicio, con un despliegue máximo previsto para el 2 de septiembre.
El ministro de Defensa, Israel Katz, aprobó los planes militares para esta ofensiva tras serle presentados por el jefe de Estado Mayor, teniente general Eyal Zamir, y otros altos mandos.
Una nueva Nakba
Como la Nakba (término árabe que significa “catástrofe” o “desastre”) de 1948, en la que cientos de miles palestinos tuvieron que abandonar sus hogares cuando los israelíes expropiaron sus tierras para fundar nuevos asentamientos, el plan israelí amenaza con expulsar de sus territorios a aproximadamente dos millones de palestinos de Gaza hacia el sur, lo que va en contra del derecho internacional y representa un crimen de lesa humanidad.
Ante la aprobación de este plan genocida, el Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Islámica de Irán ve esta decisión como un paso calculado hacia la culminación de un proyecto de genocidio y la eliminación de Palestina como nación e identidad nacional.

Por su parte, el secretario general del Partido Comunista de España, Enrique Santiago, lo compara con la mayor operación de limpieza étnica de judíos por los nazis en Polonia.
Los objetivos declarados de la operación incluyen tomar el control de Ciudad de Gaza, liberar a los rehenes israelíes, desarmar a Hamás y Gaza en su totalidad, eliminar al liderazgo del movimiento de resistencia islámica y establecer una “zona de seguridad permanente” alrededor de las ciudades israelíes.
La posible consolidación de una ocupación total sobre Gaza podría empujar a cerca de 2 millones de personas a condiciones extremas de vulnerabilidad, en un contexto de devastación de la infraestructura civil, escasez crítica de insumos básicos y daño ambiental severo y persistente.
Siguiendo esta línea, Chile condenó enérgicamente la medida, señalando que contraviene gravemente el derecho internacional y amenaza la paz en Medio Oriente, representando un “golpe estructural” a la solución de dos Estados.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, también denunció los planes de Israel de ocupar la Franja de Gaza, afirmando que “intensificarán el genocidio contra población palestina” y “agravarán la crisis humanitaria”.

Asimismo, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, exigió que el plan se detenga “de inmediato”, ya que contradice el dictamen de la Corte Internacional de Justicia que exige a Israel poner fin a su ocupación.
También, el primer ministro egipcio, Mostafa Madbouly, subrayó la “posición firme de Egipto ante la causa palestina y el rechazo total a cualquier plan que busque el desplazamiento del pueblo palestino”.

Días atrás, una declaración conjunta de los ministros de Asuntos Exteriores de Australia, Austria, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Nueva Zelanda, Noruega, el Reino Unido, y el Alto Representante de la Unión Europea rechazó firmemente la decisión israelí, advirtiendo que agravará la situación humanitaria, pondrá en peligro a los rehenes y aumentará el riesgo de desplazamiento masivo de civiles.

Subrayaron que los planes israelíes arriesgan violar el derecho internacional humanitario y que cualquier intento de anexión o extensión de asentamientos viola el derecho internacional.
Por su parte, España, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, condenó con firmeza la decisión, advirtiendo que “solo provocaría más destrucción y sufrimiento”.

Dentro de Israel, el líder opositor Yair Lapid afirmó que la medida “es un desastre que conducirá a muchos más desastres” y que la decisión “está en completa contradicción con la opinión del Ejército y de los funcionarios de seguridad”.